Soy el que recorre los medios recogiendo la cacona que muchos "expertos", algunos aventurados y demasiados vivos van dejando a su paso para que todos consumamos, y así vayamos construyendo nuestro "sentido común" nacional con esas "verdades" aceptadas sin dudar, sin siquiera osar ponerlas a prueba. Pero eso es lo que tratamos aquí, de dudar...
24 de marzo de 2015
Cables secretos de EE.UU. durante el golpe de estado de 1976.
4 de mayo de 2012
Videla demolió el muro de imposturas de los defensores de la dictadura y le da la razón a Rodolfo Walsh.
En estos días surgió de las sombras del pasado la escalofriante voz del emblemático dictador argentino, quien siempre se había negado a hablar, y aunque en su confesión pagana se escucharon pocas cosas novedosas, varias datos adquirieron valor de verdad histórica por provenir de la boca del principal protagonista de la más sangrienta dictadura que haya sufrido nuestro pueblo, y corroboran lo que la justicia ya había probado.
Aunque sus palabras vieron la luz a través de condescendientes entrevistas en su prisión de Campo de Mayo, sirven para analizar los hechos de esos años, las verdaderas razones del golpe y da por tierra con los intentos de sus acólitos por justificar, explicar o atenuar los frutos de esa sangrienta dictadura con perspicaces teorías sobre sus causas y propósitos.
La razón de la repentina locuacidad de Videla, luego de tantos años de silencio, es su desazón ante la voluntad popular de continuar con las políticas de derechos humanos del gobierno de Cristina Fernández y la derrota de la propuesta del ex presidente Eduardo Duhalde de una nueva amnistía. Pero el dictador aclara que “no estoy arrepentido de nada y duermo muy tranquilo todas las noches, tengo sí un peso en el alma y me gustaría hacer una contribución para asumir mi responsabilidad de una manera tal que sirva para que la sociedad entienda lo que pasó y para aliviar la situación de militares que tenían menos graduación que yo".
A continuación examinemos algunos párrafos provenientes de esa "confesión pública" de Videla.
La conducta de la dictadura obedecía a un plan detallado y consensuado entre las tres fuerzas antes del golpe, que incluso preveía el destino a darle a los detenidos-desaparecidos “irrecuperables” que se iban a generar, de cuyos cuerpos ya habían decidido su “disposición final”, Videla explica el término:
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final” (…) que “ya no tiene vida útil".
“Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión" (…) pero "que no fuera evidente, para que la sociedad no se diera cuenta ni pueda provocar protestas dentro y fuera del país".
Es decir, la intención de la dictadura no era utilizar la ley, la legalidad para juzgar a los sospechosos de crímenes, ni apelar a la Justicia para conocer la verdad, sino la encarcelación o eliminación de ellos (los sospechosos o los opositores políticos) mediante métodos cruentos y clandestinos. Los detenidos no tenían derechos, y el destino de los considerados culpables por los mismos que los secuestraban (pero sin juicio previo) era la muerte, y el de sus cuerpos era la desaparición: eran arrojados al mar, a un río, a un arroyo o a un dique; o enterrados en lugares secretos, o quemados en un horno o en una pira de gomas de automóviles.
El dictador desacredita finalmente los dichos de tantos justificadores profesionales del accionar de la dictadura, y clarifica las verdaderas intenciones de los dictadores. Y la justificación de Videla es la siguiente:
"Tampoco podíamos fusilarlos. ¿Cómo íbamos a fusilar a toda esa gente? La justicia española había condenado a muerte a tres etarras, una decisión que Franco avaló a pesar de las protestas de buena parte del mundo: sólo pudo ejecutar al primero, y eso que era Franco. También estaba el resquemor mundial que había provocado la represión de Pinochet en Chile".
"No había otra solución; estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Había que eliminar a un conjunto grande de personas que no podían ser llevadas a la Justicia ni tampoco fusilarlas. El dilema era cómo hacerlo para que a la sociedad le pasara desapercibido. La solución fue sutil -la desaparición de personas-, que creaba una sensación ambigua en la gente: no estaban, no se sabía qué había pasado con ellos; yo los definí alguna vez como una 'entelequia'. Por eso, para no provocar protestas dentro y fuera del país, sobre la marcha se llegó a la decisión de que esa gente desapareciera; cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte."
Un caso especial era el de Mario Santucho, del E.R.P., dice Videla que "era una persona que generaba expectativas. La aparición de ese cuerpo iba a dar lugar a homenajes, a celebraciones. Era una figura que había que opacar".
El dictador ultra católico afirma que "por su preparación militar e ideológica, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) era más enemigo que Montoneros; era algo ajeno, otra cosa. Montoneros guardaba algo del nacionalismo, del catolicismo, del peronismo con el que había nacido".
Pero además Videla reconoce que la masacre no comenzó el 24 de marzo de 1976, sino antes, en plena democracia:
"Las desapariciones se dan luego de los decretos de Luder, que nos dan licencia para matar. Desde un punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error porque le quitó legitimidad democrática a la guerra contra la subversión".
Cae aquí otro mito de los golpistas y sus partidarios: el golpe no se produjo a causa del accionar de los grupos guerrilleros o para combatirlos en la llamada “guerra sucia”, justificada tantas veces como la única manera de derrotarlos. Y Videla apela al fin de esa represión para justificar el método atroz elegido:
"La libertad de acción derivó en grupos que se manejaron con demasiada autonomía. Había una finalidad, que era lograr la paz sin la que hoy no habría una república. Pero los medios fueron tremendos."
El verdadero objetivo del golpe fue (contrariamente a lo que por décadas afirmaron sus partidarios y exégetas) político y económico, no militar, según aclara el mismo Videla:
"Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada; volverla a sus principios, a sus cauces naturales. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica, que impregnaba a vastos sectores; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Un nuevo modelo, un cambio bastante radical; a la sociedad había que disciplinarla para que fuera más eficiente. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.
El dictador convalida así tantos artículos, libros, tesis y afirmaciones de tantos estudiosos y políticos que dijeron lo mismo durante años y que fueron vapuleados, desmentidos y ninguneados por algunos políticos y periodistas derechosos que todos conocemos.
El dictador identifica aquí la ideología y las razones del golpe, y lo asocia al modelo socioeconómico y de país del Proceso, que resulta ser el mismo que implementó el menemismo (y que postula la derecha actual) y que es defendido por los medios hegemónicos. Esta verdad casi de perogrullo, sin embargo no era reconocida por quienes se ven ahora salpicados por las palabras del propio Videla.
¿Pero, en ese entonces qué pensaba del golpe la clase empresaria nacional? Videla reconoce que “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!” Era barato decir eso: ¡Mire el precio que tuve y que tuvimos que pagar! Y no me refiero sólo al precio objetivo de nuestra situación actual, de nuestra prisión actual, sino al precio subjetivo, a los planteos morales. Yo soy creyente, y esta situación me molesta. Confieso que tengo una molestia en el alma, que es cómo hacer para darle una solución a este problema."
No demanda mucho esfuerzo averiguar de quiénes está hablando Videla, con sólo leer a quienes afirmaron siempre lo mismo desde la academia o desde los medios, alcanza. Sin embargo, el dictador asegura que ninguna corporación le puso palos en la rueda ni lo presionó durante su mandato, contrariamente a lo que podrían decir algunos presidentes de la democracia:
"La verdad es que durante cinco años hice prácticamente todo lo que quise. Nadie me impidió gobernar, ni la Junta Militar ni ningún factor de poder"
Videla también reconoce (contrariamente a los defensores del golpe y del olvido) que el pasado está vivo en este presente:
"El tema de los desaparecidos es 'el' tema presente, actual, que nos pesa como resabio de la guerra contra la subversión; el tema que ha quedado como herencia de esa guerra y el tema que compromete el futuro de la Argentina. Quiero decir: no hay futuro si no hay concordia, y no hay concordia si no se "blanquean" los hechos ocurridos; asuntos que hieren y que justifican los reclamos, válidos muchos de ellos aunque también hay especulación política sobre ellos".
Y Videla, para blanquear los procedimientos de la dictadura pero tratando de justificar un nuevo “punto final”, apela a la negación ante cualquier requerimiento de listas de víctimas y victimarios:
"Los detenidos eran alojados en lugares no comunes por razones de seguridad, que debían ser muy rigurosas, y además para tenerlos a mano para apretarlos cada vez que lo necesitáramos a cambio de nada o de algo. Son los mal llamados Centros Clandestinos de Detención, o los Lugares de Reunión de Detenidos, que era el término reglamentario."
"Siempre se nos ha preguntado por las listas de desaparecidos; eso ya no es una novedad, porque las listas son las conocidas; habrá que depurarlas de casos que no corresponden, pero las listas, de hecho, están. El problema es que a partir de ellas se nos lleva a un final que no tiene respuesta, al menos en la mayoría de los casos: la pregunta final, definitiva, es dónde están los restos de cada uno de los desaparecidos. No hay respuestas. Habrá casos en que sí hay respuestas, pero no en todos, por lo cual es preferible nada para no sembrar desconfianza a partir de contradicciones. Y no hay respuestas en todos los casos por la misma modalidad [de la represión]. Las respuestas dependen de muchas personas, algunas de las cuales ya están muertas."
“No hay listas con el destino final de los desaparecidos. Podría haber listas parciales, pero desprolijas”.
Estos dichos del dictador quizás no hayan sido debidamente difundidos, contextualizados y reunidos, lo que hace este humilde Basurero aquí, y esto resalta la caída del muro de olvido programado y de encubrimiento justificador de las verdaderas razones del golpe cívico-militar de 1976. Todos las construcciones ideológicas y seudo históricas, académicas, periodísticas o políticas levantadas para ocultar la verdad histórica han sido derribadas por estas revelaciones (aunque incompletas y poco novedosas) provenientes de una fuente autorizada, e irreprochable políticamente para quienes saturaron todos estos años con negaciones o justificaciones y explicaciones de los métodos atroces ejercidos por la dictadura. Ya nadie puede negar que los desaparecidos en realidad han sido asesinados, que se hizo dentro de un plan premeditado diseñado por la Junta militar con el fin político de imponer contra la voluntad popular un modelo económico y social contrario al interés del pueblo, el que fue apoyado por los empresarios nacionales (que además le reprocharon que debían haber matado más gente todavía) y que luego al llegar la democracia los abandonaron. Lo que resta saber es quienes fueron los asesinos y qué se hizo con cada cuerpo, aunque esa tarea parece recaer sólo en la Justicia.
A modo de breve análisis de la oportunidad de la “confesión” del dictador Videla, este humilde servidor público acerca un breve resumen de un interesante y esclarecedor reportaje a la socióloga Valentina Salvi, estudiosa del discurso de los dictadores. Leamos lo que nos dice:
“Dice lo que ya no puede ser negado.
¿Es posible hablar de una confesión cuando alguien que está condenado por asesinato no puede reconocerse en el lugar del asesino?
Videla habla para responder a una condena social, distinta de los ’90 y muy distinta de los ’80 cuando sólo habló de “excesos”. “En los ’80 –dice Salvi–, la generación de Videla tenía un discurso triunfalista y negacionista: ‘Los desaparecidos están en Europa o murieron en enfrentamientos’, decían. Pero eso no tiene ya sentido social, no resulta verosímil, no pueden seguir sosteniéndolo: para decir algo verosímil, para que alguien los escuche, deben decir lo que dicen ahora.”
–Si uno piensa en las declaraciones públicas, habría que pensar cómo llamarlas. Me parece difícil llamar “confesión” a un relato en el que alguien que está condenado como responsable de actos aberrantes no se reconoce en ese lugar.
–Eso tiene que ver con otra cosa. Videla y su generación tienen una visión crítica sobre su propio accionar, pero en función de una interpretación de las “secuelas” de la “lucha contra la subversión”. Hacen una separación entre la “guerra” y la “política”: en la “guerra” –él lo dice–, ellos siguen diciendo que ganaron. Ahí no hay ninguna autocrítica: aniquilaron a la subversión. Las autocríticas tienen que ver con la secuelas “políticas”: son “las condenas sociales al Ejército”. Ese es el problema que tienen: que esa victoria militar que no cuestionan no implicó una victoria política, que era la reconciliación o que no hubiera cuestionamientos sociales.
–El problema es que Videla no había hablado. No pasó lo mismo con Massera, siempre en la perspectiva de ellos. Massera habló en el Juicio a las Juntas cuando hizo esa suerte de asunción de responsabilidades en un registro militar, hablándole a su tropa.
–Videla usó siempre esa palabra. En el sentido común de su lenguaje eso le permitía hablar de esa época frente a los otros no militares, a la sociedad. La “teoría de los excesos” le permitió poner en algún lugar lo que no tiene lugar: que es lo más aberrante.
En realidad habla de lo que ya no puede ser negado. En los ’80 tenían un discurso triunfalista y negacionista: “Los desaparecidos están en Europa, murieron en enfrentamientos o están en la clandestinidad”. Ese discurso no tiene ya sentido social, para poder decir algo verosímil, para que alguien los escuche, deben decir esto. En ese sentido, el negacionismo no continúa: Videla no niega la existencia de los desaparecidos. Lo que se puede decir es que acepta aunque no reconoce: reconocer implica una dimensión subjetiva; él habla en cambio en tercera persona, hay acciones que “sucedieron” y parecen hechas por otros.
Pero también habla de la desaparición como “enmascaramiento de una muerte”, cuando es el enmascaramiento de un asesinato,
–De las tres figuras Memoria, Verdad y Justicia, ahora la demanda de verdad parece más retrasada en relación con las otras dos. Y verdad es verdad: qué pasó, qué les hicieron, quién les hizo qué.
Y, como extraña paradoja histórica, el dictador Videla con sus declaraciones de estos últimos años corrobora, le da la razón -35 años después- a una de las víctimas más célebres de la masacre que se llevó a cabo bajo su gobierno: Rodolfo Walsh. Así es, porque eso es lo que se verifica si se compara lo que acabamos de citar y las siguientes palabras de Walsh en su póstuma carta a la junta militar fechada un día antes de que desaparezca. Leamos este breve resumen de su carta pública, escrita tan sólo al año siguiente del golpe, y comparemos:
Carta abierta de un periodista a la Junta Militar.
(…) los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.
Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.
(…) aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas. Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh, Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
La carta completa se puede leer aquí en uno de los WikiPis Basureros.
Fuentes utilizadas:
Diario Perfil
Diario Página/12
Diario Página/12
Diario La Nación
Diario La Nación
Portal Infonews
Veamos ahora al mismo Videla en persona reconocer la muerte de miles de personas y el robo de bebes durante su gobierno dictatorial comenzado en 1976.
A modo de corroboración de los confesado por el mayor responsable de la dictadura más atroz que sufrió nuestro pueblo, este humilde servidor público ofrece a continuación unos interesantes y reveladores videos de algunos de los jerarcas de la última dictadura que corroboran y amplían detalles de lo confesado por Videla:
Veamos al mismo Massera hablando del tema:
Veamos ahora al dictador Videla declarando en uno de los juicios:
Repasemos ahora los dichos de otros jerarcas del "Proceso", en este caso Harguindeguy y Diaz Bessone en un documental de la televisión francesa sobre los métodos represivos de la dictadura:
Como complemento, veamos de qué se trataban los llamados "vuelos de la muerte", negados por tanto tiempo:
Y ahora, presenciemos la confesión de uno de los represores que participaron en ese método de "desaparición" de personas, el marino Scilingo:
Otro informe esclarecedor sobre el caso Scilingo:
Aquí, Basurero Nacional ofrece el informe detallado de la televisión francesa sobre el origen de la metodología utilizada por la gente de Videla y Massera para reprimir a sus conciudadanos, la llamada "Escuela Francesa":
A modo de recuerdo histórico, veamos un informe sobre el juicio a las juntas militares:
Y, finalmente, veamos un interesante reportaje del periodista Osvaldo Quiroga al autor del libro "Disposición Final", Ceferino Reato:
16 de marzo de 2012
WikiPis: Carta de Rodolfo Walsh a la Junta Militar + Nota de Neustadt sobre los héroes de 1976 + Carta de Carlos Blaquier al ministro Martinez de Hoz
Wikipis no es otra cosa que el compendio de las “deposiciones” de funcionarios, políticos y periodistas de hoy y de siempre, que cimentaron el sentido común vernáculo.
Basurero Nacional continua aquí con la publicación de cables, cartas y mensajes que consideramos necesario que sean conocidos por todos. Como comprenderán, no podemos revelar las fuentes de nuestros informes, pero nadie podrá desmentir ni negar la veracidad de los mismos. La cuadrilla de jaquers basureros de este blog, acostumbrados a lidiar con filtraciones y derrames de información, se dedicará no a “hackear” sino a “chorear” este material de los medios de difusión, portales de internet de toda laya, correos, correos electrónicos, memorias y pasillos de todo el país, con el único propósito de dar a conocer lo que generalmente no estaba destinado a ser conocido por el gran público (es decir: el pueblo).
En esta oportunidad, WikiPis publica tres textos producidos durante los primeros tiempos de la última dictadura argentina. Uno de ellos desde la clandestinidad, al cumplirse un año del golpe, donde el periodista Rodolfo Walsh repasa los hechos producidos por la dictadura; los otros dos son escritos por el periodista Bernardo Neustadt y el empresario Carlos Pedro Blaquier, y que destilan admiración y agradecimiento a los dictadores por los servicios prestados.
Veamos, entonces, los WikiPis de hoy:
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Carta abierta de un periodista a la Junta Militar.
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años. El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades. El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron. Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo. Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.
2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror. Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio. Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados. De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras. La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas. Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga. Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras. Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos. Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam. El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos. Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento. Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor. El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.
4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia. Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora. En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte. La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay. La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas. Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales. A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada. En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisioncs internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron. Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización". Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subtérráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe. Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia. Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete. Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos". El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos". Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas. Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles. Rodolfo Walsh,Buenos Aires, 24 de marzo de 1977»
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Nota del Nro. 139 de la revista Extra dirigida por Bernardo Neustadt de enero de 1977.
Los héroes de 1976.
"No decimos sólo los mejores. Decimos que existieron en un primer plano. Y que a lo mejor nos olvidamos de otros fundamentales. Pero la memoria tiene una gran capacidad de olvido. Además, 1976 se dividió en dos tiempos: antes y después del 24 de marzo. No se puede evitar mencionar en el antes a María Cristina Guzmán.
En el después, a Martínez de Hoz. Se coincida o no con él. Empresarios que ‘lo dieron todo’, Edmundo Paul, José R. Trozzo, Amalita Fortabat, que pudo dedicarse a gozar de la dolce vita y se arremangó para seguir el trayecto de don Alfredo Fortabat. Jueces que tuvieron que dar la cara; sacerdotes que fueron diques de contención. Militares que se distinguieron en función de gobierno. Militares-militares. Faltará alguno. Acaso sobre uno que otro. Seleccionamos así y ¡perdón!".
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Carta dirigida por el empresario Carlos Pedro Blaquier al primer Ministro de Economía de la dictadura, Martínez de Hoz.
29 de junio de 1978.
Querido Joe:
Ayer por la tarde recibí la visita del doctor Horacio Agulla, quien venía acompañado del señor Harry Steinbreder Jr., que es director de la revista Time para special advertising projects, y un colaborador de éste, el señor Lee Carny. También vino el doctor Rodolfo Martínez, y por nuestra parte lo recibimos Rodolfo, mi hermano, y yo.
El doctor Agulla explicó que vos habías sugerido una lista de empresas a ser visitadas con el objeto de obtener ocho carillas de avisos en el Time a un costo de aproximadamente 300.000 dólares a ser aportados por 30 o 40 empresas, esto es, a razón de ocho a diez mil dólares por empresa, para que esta revista publique en el mismo número un artículo de cuatro carillas en el que se daría una imagen real de la Argentina. Entonces yo mostré algunos ejemplares de Time donde tenía marcados con rojo los infundios que vienen divulgando sobre nuestro país, y les pregunté a los americanos cuánto habían cobrado por publicarlos. Me contestaron que nada, que se trataba de material periodístico habitual, y aclararon que ellos nada tenían que ver con esa área pues su misión específica era la de conseguir avisos. Que entre ambas secciones de Time existe una separación “como entre la iglesia y el Estado” (sic). Le respondí que, como previamente me habían hablado de publicar un artículo que daría la imagen real de la Argentina, yo suponía que Time había cambiado sus puntos de vista, en cuyo caso lo correcto era rectificar los errores sin cobrar por ello porque se trata de un acto que hace a la responsabilidad con que debe ser ejercida la libertad de prensa. Entonces el señor Steinbreder, sin más ambages, me explicó que de lo que se trataba era de comprar un artículo, porque de otro modo no podía publicarse. Ubicado así claramente el problema, le propuse que pagáramos el artículo directamente sin hacer ninguna clase de publicidad porque me parecía un tanto infantil que después de ocho carillas de avisos de empresas argentinas apareciera un artículo diciendo que en nuestro país ya no se comen los chicos crudos como lo han venido sosteniendo hasta ahora. El señor Lee Carny tuvo entonces la ingenuidad de explicarme que ello iba contra la “ética periodística”, por lo cual se veían precisados a facturarnos publicidad. Contesté que, con la misma franqueza con que ellos me habían propuesto el negocio, yo les decía que Ledesma no estaba dispuesta a hacer publicidad en una revista que ha venido deformando la realidad argentina a un punto tal que cabe preguntarse si es sólo atribuible a un error o si es que hay algo más detrás de ello. Que desde ya, los aproximadamente 10.000 dólares que tendría que aportar Ledesma estaban a disposición dado el interés invocado del Ministerio de Economía, por quien siento una profunda admiración por todo lo que está haciendo para la recuperación de la Argentina en medio de enormes dificultades. Que una salida podría ser que Ledesma entregase su aporte a otra empresa que quisiese aparecer en Time, y que sumados ambos aportes esta empresa pudiese hacer un aviso de doble tamaño. El doctor Agulla finalizó este tema diciendo que se trataba de un problema formal y que no habría inconveniente en encontrarle una solución adecuada.
Posteriormente, el señor Steinbreder se explayó sobre la conveniencia para la Argentina de que la prensa internacional hable bien de ella y me recalcó que eso cuesta mucho dinero (por supuesto que hablar mal es gratis). Le contesté que tenía mis serias dudas sobre esa conveniencia porque los argentinos nunca nos hemos sentido tan unidos como ahora porque nos atacan desde afuera. Basta con haber visto cómo aplaudieron a rabiar en las canchas de fútbol al Presidente Videla y las ulteriores manifestaciones populares de adhesión que recibió. No sea que si la prensa extranjera empieza a decir que somos “chicos buenos”, agregué, desaparezca uno de los grandes factores aglutinantes de nuestro presente.
Les dije, para terminar, que había tratado de ser muy sincero para que pudieran llevarse una impresión muy clara de una manera de pensar que no es sólo mía sino de la gran mayoría de los argentinos por lo que a mí me consta, y que si otros empresarios a quienes visitan no les expresan cosas parecidas no crean que es porque opinan de un modo diferente sino simplemente porque son mejor educados. Los dos americanos me agradecieron muy efusivamente la oportunidad que yo les había brindado para tener una conversación en términos tan francos.
Antes de retirarse, en un aparte, el doctor Agulla, a requerimiento mío, me contestó que consideraba que la reunión había sido positiva porque es necesario que quienes nos atacan desde afuera sepan, además de la verdad, que los argentinos estamos indignados. También me aseguró que el artículo a publicarse en Time llevará tu visto bueno porque así ha sido convenido.
Me contó el doctor Agulla que el martes 27 estuvo con los funcionarios de Time hablando dos horas contigo. ¡Pobre de vos! Por si te interesa, te informo que el señor Steinbreder comió anoche en el restaurante Ligure, donde con un baby beef ingirió dos vasos tamaño whisky pero, detalle, conteniendo gin puro. Con el postre se tomó una botella de vino y sus compañeros de mesa tuvieron que sostenerlo discretamente para que pudiera salir del local sin mayores tropiezos.
Recibe un fuerte y cariñoso abrazo de tu amigo, Carlos Pedro.
(Reproducida en Enrique Vázquez, PRN La última, Buenos Aires, Eudeba, 1985.)
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