30 de octubre de 2012

NÉSTOR KIRCHNER AC/DC

Como todos sabemos, la historia del hombre suele dividirse en años correlativos pero divididos a partir del día cero o inicial, desde donde se desdoblan hacia ambos lados en el tiempo (antes y después); y ese día bisagra es el del nacimiento de Cristo. De esa manera los acontecimientos humanos se sitúan respecto de ese día y se los referencia como A.C.(Antes del nacimiento de Cristo) o D.C. (Después del nacimiento de Cristo) de acuerdo a si sucedieron antes o después de ese hecho histótico. Curiosamente, en Argentina se da un hecho parecido pero singular: la historia de la valoración que los medios, periodistas y políticos opositores al gobierno hacen del ex presidente Néstor Kirchner está dividida, caprichosamente, de manera similar, pero no se toma ningún nacimiento sino del día de la viudez de su esposa, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Así es, antes de ese día trágico para la presidenta, Néstor Kirchner era poco menos que la encarnación política del demonio autoritario, en cambio después de esa fecha, el expresidente encarnó milagrosamente todas las bondades de la política y se convirtió en un estadista bonachón, comprensivo y democático. Es por eso que este humilde servidor público se atreve a esbozar la siguiente atrevida división de la historia de la reputación de Néstor Kirchner, como una humilde contribución a la historia argentina: las opinioones editoriales sobre Néstor Kirchner AC (Antes de la viudez de Cristina) y las opiniones sobre Néstor Kirchner DC (Después de la viudez de Cristina). Tal es así que los mismos medios y casi los mismos periodistas pueden tener opiniones contrapuestas sobre el fallecido ex presidente dependiendo de qué lado de esta fecha bisagra de la línea del tiempo (AC o DC) se sitúe su opinión.
Para ejemplificar o probar claramente lo postulado en esta división de las opiniones en eras, repasemos primero a las opiniones sobre el ex presidente posteriores a la viudez de su esposa:

Cómo es considerado el Néstor Kirchner DC:



Los dos años de Cristina sin Kirchner.
Ese constituye uno de los rasgos más característicos de los dos años que Cristina Fernández lleva gobernando con la ausencia de Néstor Kirchner. Una marca que se profundizó desde el triunfo electoral de octubre del año pasado con el 54% de los votos. El kirchnerismo parece, a esta altura, sólo el recuerdo de otra época.
Estaría trasuntando, además, que el cristinismo no podría disponer del control de la calle que siempre tuvo el kirchnerismo . La calle era una obsesión del ex presidente. Hace mucho que las crónicas relatan manifestaciones y piquetes en los cuales el oficialismo no tiene participación.
El ex presidente estimaba insustituible al peronismo, en casi todas sus versiones. Entre otros motivos, porque siempre transitó desde adentro esa maquinaria de poder amañada, contradictoria y popular. La Presidenta caminó en su carrera con menos compromiso, a veces como privilegiada espectadora . La historia y la vida la impulsaron a un sitial inesperado, donde supone que con voluntad y poder se puede todo. No desea peronismo: desea un impreciso progresismo. Recoge en su matriz autoritaria algo de la épica que creyó descubrir en el peronismo inaugural de los 50.
Cristina también conservó de su marido la manía ejecutora de que todo debe girar en torno a ella. Incluso esa tendencia parece haberse acentuado hasta fronteras patológicas. En esa similitud del matrimonio hubo una diferencia: Kirchner siempre tuvo a mano un abanico de consultas, aunque resolvía a su antojo; Cristina gobierna ensimismada.
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Cristina y Néstor: un proyecto, dos estilos.
A pesar de que el kirchnerismo suele unificar la última década del país bajo un único "modelo"con apellido presidencial, a dos años de la muerte de Néstor Kirchner, las diferencias de discurso, aliados y concepción política de la Presidenta se recortan con nitidez contra la figura de su marido
La peculiar sucesión matrimonial de 2007, por él diseñada, sentó las bases para su conversión en el ex presidente más poderoso que haya existido. De modo que el segundo aniversario de su muerte repentina, que se recuerda el sábado próximo, significa que también se cumplen dos años desde que Cristina Kirchner fue obligada por el destino a gobernar sola. Y dos años desde que empezó a ejercer la política, por primera vez en su vida, sin su marido al lado.
"Es el mismo proyecto con dos estilos", suelen decir los dirigentes kirchneristas en público, antes de admitir en privado que los contrastes no sólo son ornamentales. El problema es que en la cultura peronista las formas y la liturgia -combinados con la disciplina verticalista- son muy importantes. Lo que más suele comentarse cuando se compara a un Kirchner con otro no pasa por las líneas de gobierno, sino por la diferencia de trato de ambos líderes con intendentes, gobernadores, legisladores y dirigentes en general. Néstor hablaba con todos. Cristina no: es muy selectiva y con la accesibilidad premia o castiga en forma ostensible, con una gama que va desde el beso cálido en la mejilla hasta la ignorancia. Son estilos, es verdad, pero estilos de conducción articulados con concepciones políticas.
"Veo a Néstor como una figura mucho más política que Cristina, si por política entendemos una concepción estratégica, una táctica al servicio de esa estrategia y capacidad de transacción con los más diversos actores.
Para reinventarse, el propio kirchnerismo de 2011 y 2012 se aplicó una dosis del energizante K predilecto: "La historia empieza conmigo". Más estatista o tal vez más dirigista que el de la época de Néstor Kirchner,
agitó más las banderas nacionalistas y enmarcó al fundador en una mística supranatural ("Él", el Nestornauta), mientras desde las antípodas antiguos socios del gobierno explicaban su desencanto con la descripción de un pasado virtuoso que la sucesora habría echado a perder: la ecuación Néstor bueno / Cristina mala.
Pero había algo en el estilo de Néstor Kirchner que producía algún grado de indulgencia del que Cristina Kirchner no goza, dirá ella que por ser mujer.
"Cristina pone componentes ideológicos mucho más fuertes que Néstor y eso también dificulta las transacciones y hace de ella un personaje público distinto; es más jacobina, más severa en su planteamiento, con menor capacidad de diálogo."
Pieza central de su armado político, Amado Boudou, la nueva figura más importante del tercer gobierno kirchnerista, dejó a la vista las preferencias de Cristina Kirchner, mentora solitaria. ¿Preferencias ideológicas? ¿Técnicas? ¿Estéticas? ¿Lo consideró una buena cruza de glamour , banalidad y destreza administrativa? Néstor innovó menos. Escogió al curtido Daniel Scioli, político in vitro del laboratorio Menem, en 2003 y ahora, sin decaimientos, el mayor recolector de votos que todavía tiene la Presidenta.
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Ciccone: qué mal se habría puesto Néstor
A Néstor Kirchner se lo exalta por defender lo contrario: que la política se emancipe de esos intereses y sirva al bienestar general. Admitamos la leyenda: qué mal se habría sentido Néstor con la sesión del jueves pasado
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"Néstor sumaba, Cristina expulsa".
-La gestión. Néstor era muy riguroso, muy cuidadoso. Esto se manifiesta en las cinco reglas que Kirchner aplicó en materia económica: superávit fiscal, superávit comercial, dólar competitivo, acumulación de reservas y desendeudamiento. Desde 2008 todas estas reglas se quebraron.
Con respecto a las reservas, Cristina Kirchner tiene alrededor de 2000 millones menos de los que recibió. Y en el desendeudamiento, no rescindió la deuda con el Club de París.
-Néstor nunca pensó en asociarse con los gremios que habían tenido adhesión automática con el menemismo.
Néstor nunca hizo que los trabajadores paguen ganancias y nunca le bajó las asignaciones familiares a nadie. Tampoco aceptó una ley antiterrorista.
-Néstor sumaba, Cristina todos los días expulsa a alguien. Néstor nunca se sintió el dueño de la verdad. Pensaba -y lo decía- que él tenía su verdad y que había otras.
-Yo no descubrí. Después de la crisis del campo, Cristina perdió la capacidad de reflexión que teníamos. Frente a cada problema ella dejó de buscar las causas para buscar un culpable. A partir de entonces vivió una lógica binaria.
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Para Bonasso: "Cristina Kirchner es más autoritaria que Néstor".
el saliente diputado nacional Miguel Bonasso definió a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, como "más autoritaria que Néstor (Kirchner)", y señaló que "hay actos que evidencian cierto afán persecutorio por parte del Gobierno nacional".
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“Ella tiró todo por la borda”.
“Cristina no profundizó el modelo, lo perforó. Ella tiró por la borda todo lo que hizo Néstor. Hay muchas contradicciones entre los gobiernos de Néstor y de Cristina”, lanzó ayer el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández.
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Kirchner murió hace dos años y cada día se lo extraña un poco más.
Esto alcanzaría para concluir en que Néstor Kirchner fue un buen presidente , calificación que muy pocos alcanzan, como es fácil comprobar.
Pero consolidó ese rumbo y recompuso la autoridad perdida. Además, flexible y ligero de prejuicios, le encontró una funcionalidad inesperada -para él- al tema de los derechos humanos. Y entendió la gran demanda de las clases medias, prometiendo -apenas, nada menos- un país normal.
formado como un caudillo clásico de pago chico, cálido en el trato cercano, poco hábil para el discurso florido pero con sensibilidad y paciencia de político para escuchar y negociar todo el tiempo que hiciera falta, Kirchner se encaramó en el poder aprovechando una coyuntura irrepetible:
Fue un temperamento volcánico, capaz de gritarle de mala manera a un ministro de extrema confianza durante una cena para muy pocos en la residencia de Olivos, y cuando ese ministro indignado se levantó y se fue, fue capaz también de ordenar a la guardia no dejarlo salir de la Quinta y al rato ir a buscarlo en el carrito de golf que se usa para desplazarse por esos amplios parques, y llevarlo de vuelta a la mesa, mitad disculpándose por sus exabruptos y mitad diciéndole -justo él- al ministro y amigo que no tenía por qué tomarse las cosas tan a pecho.
Por cierto, conviene recordar que durante su tiempo presidencial se forjó la matriz de mucho de lo negativo y condenable de estos años, incluyendo los desmadres de intolerancia y atropello, la cerrazón política, las groseras ineficacias en la gestión y los formatos administrativos que favorecen de modo escandaloso la discrecionalidad y la corrupción.
Pero mientras el poder tuvo su nombre, siempre estaba la esperanza de que esos demonios pudieran encontrar un límite.
Ayer hizo dos años de su muerte. Cada día se lo extraña un poco más.
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Los dos años de Cristina sin Kirchner.
Ese constituye uno de los rasgos más característicos de los dos años que Cristina Fernández lleva gobernando con la ausencia de Néstor Kirchner. Una marca que se profundizó desde el triunfo electoral de octubre del año pasado con el 54% de los votos. El kirchnerismo parece, a esta altura, sólo el recuerdo de otra época.
Aquel déficit no sería sólo un alerta ante la aproximación de un tiempo de mayor conflictividad. Estaría trasuntando, además, que el cristinismo no podría disponer del control de la calle que siempre tuvo el kirchnerismo . La calle era una obsesión del ex presidente. Hace mucho que las crónicas relatan manifestaciones y piquetes en los cuales el oficialismo no tiene participación.
El ex presidente estimaba insustituible al peronismo, en casi todas sus versiones. Entre otros motivos, porque siempre transitó desde adentro esa maquinaria de poder amañada, contradictoria y popular. La Presidenta caminó en su carrera con menos compromiso, a veces como privilegiada espectadora . La historia y la vida la impulsaron a un sitial inesperado, donde supone que con voluntad y poder se puede todo. No desea peronismo: desea un impreciso progresismo. Recoge en su matriz autoritaria algo de la épica que creyó descubrir en el peronismo inaugural de los 50. En la entronización de La Cámpora y de Unidos y Organizados podrían advertirse retazos pretendidamente vanguardistas de los trágicos 70.
Kirchner siempre tuvo a mano un abanico de consultas, aunque resolvía a su antojo; Cristina gobierna ensimismada.
Se refleja en sus discursos en los cuales, indefectiblemente, refiere sólo a ella misma.
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Cobos elogió a Kirchner y advierte que el Gobierno ahora habla de "pensamiento único".
Dijo que el ex presidente buscaba una "propuesta superadora de pluralidad, algo que hoy ha quedado en lo opuesto".
El ex vicepresidente Julio Cobos recordó con elogios a Néstor Kirchner y, luego de calificarlo como "un hombre político al que le tocó reencauzar el país", recordó que -al comenzar su mandato- tenía la intención de construir una propuesta superadora de transversalidad y de pluralidad, algo que hoy ha quedado en lo opuesto".
"En los comienzos, él tenía otra idea de una convocatoria a sectores no afines o no peronistas con la intención de construir una propuesta superadora de transversalidad y de pluralidad, algo que hoy ha quedado en lo opuesto", agregó Cobos.
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Dos años sin Néstor: daños de un escenario radicalizado.
Hasta octubre de 2010 gobernó Néstor Kirchner, con Cristina, y desde entonces está Cristina, sola.
El humor social es tornadizo. La muerte de Néstor le dio impulso a quien supo sacar partido de su viudez, y su imagen tocó el cielo.
La decisión se tomó en vida de Néstor, y Cristina mantuvo el rumbo. S e habló de sintonía fina, pero resultó incluso mucho más gruesa aún, y además incierta , pues Cristina sabe menos y tiene la desconfianza del ignorante, que no se fía de ningún asesoramiento.
Ella no se diferencia de él en las líneas generales: acumular poder con la caja y avanzar hacia un autoritarismo plebiscitario que aplasta las instituciones . Pero sus modos de manejar los conflictos y las alianzas son distintos . Le dedica poco tiempo y poco interés a la gestión, y mucho más a los discursos, un terreno en el que se siente mucho más fuerte que Néstor.
Según Francois Furet, Robespierre se diferenciaba de los otros dirigentes revolucionarios en que creía en todo lo que decía, y obraba en consecuencia. Néstor combinó una gran violencia verbal con una práctica algo más flexible y pragmática.

Cristina, en cambio, prolonga la violencia discursiva en una práctica intransigente con los adversarios y una conducción dictatorial del frente propio.
La radicalización de Cristina tiene otra dimensión, que aparece cuando sus voceros convocan a “ir por todo” o proclaman su eternidad. Es común en los discursos radicalizados proponer un objetivo que exceda los límites admitidos.
El riesgo constitucional no viene de ellos, sino del propio gobierno, y del daño que puede provocar con alguna de sus batallas finales .
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En la Argentina, todo es distinto,
Es poco probable que Néstor Kirchner hubiera autorizado que desde su gobierno se reivindicara públicamente a los Montoneros, como sucedió anteayer en Hurlingham, cuando la memoria de Fernando Abal Medina y Carlos Ramus fue evocada con unción militante. Son señales inconfundibles de una deriva innegable.
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El poder después de Néstor, “relato faccioso” de una muerte.
Néstor construyó un equipo: estaba él, (el exjefe de Gabinete) Alberto Fernández, los gobernadores con los que hablaba, (el secretario general de la CGT, Hugo) Moyano… Había una coalición.
Cristina no creó una coalición, creó un régimen puramente presidencial, lo que se llama una “presidencia personal”. Esto es muy diferente al esquema de Néstor, que ya era un esquema centralizado pero con toda una coalición detrás.
La principal diferenciación es en la economía y en la relación con los empresarios. El cristinismo es una versión radicalizada del kirchnerismo en política económica.
Luego, están los problemas de alineamientos internacionales. Yo creo que Néstor siempre jugó con ese equilibrio entre el chavismo y el lulismo, de llevarse bien y mal con Estados Unidos.
Acá quieren convertir todas las organizaciones en órganos facciosos. Buscan penetrarlas y disolverlas. Lo están haciendo con la UIA, la CGT y lo hacen también con la Iglesia.
Es parte de lo mismo: destruir las viejas corporaciones de la Argentina para reemplazarlas por el partido único de la revolución. Eso es chavismo puro, es lo que está llevando a una crisis cada vez más grande al Gobierno y hasta a enfrentar a los peronistas con los cristinistas.
El doble comando existía. Y, en ese doble comando, en los hechos claramente era Néstor el que tomaba las decisiones de Gobierno. Cristina intervenía como quien hace de sparring, el factor activo era Néstor claramente. Luego de la muerte de Néstor, ella recogió esta expectativa de “¿y ahora cómo va a hacer?”. Lo tomó y lo reformuló muy eficazmente.
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Néstor actuó personalmente, puso el cuerpo en una serie de decisiones en donde actuó esa capacidad presidencial. Cristina hizo básicamente lo mismo, con su estilo y característica más maternal, mucho más discursiva. Éste es el período que inicia el cristinismo. En ese momento, se inicia el ciclo que hoy está concluyendo. Es un ciclo mucho más corto que el de Kirchner, mucho más afectivo e ideológico, y basado fundamentalmente en una nueva oportunidad de lanzamiento presidencial.
Ese tipo de gobiernos necesitan de la popularidad presidencial, que finalmente es su único activo. Sin popularidad, eso no puede funcionar. Por eso es que creo que es un ciclo corto. No va a terminar ya, pero está concluyendo bastante rápidamente, comparando con el ciclo kirchnerista.
Es un fruto mucho más efímero que el de Néstor. Me da la impresión de que ya se está terminando porque tuvo las mismas bases institucionales y de recursos económicos y políticos que Néstor pero mucho más devaluadas por el paso del tiempo. Y porque sus otra bases simbólicas fueron mucho más personalistas que las de Néstor.
La pregunta que hay que hacerse es si Cristina va a terminar su mandato.
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Bergman "extraña" a Kirchner.
El legislador porteño del PRO Sergio Bergman dijo hoy que “los que criticábamos a Néstor Kirchner, en algún punto lo extrañamos, porque el pragmatismo que había construído hacía que no se le escapara ninguna tortuga”.
"Muchas veces se subestimó al kirchnerismo, que ya no existe más, porque lo que tenemos ahora es el cristinismo”. Añadió que “aquellos que inclusive criticábamos a él (por Néstor Kichner), hoy en algún punto lo extrañamos, porque el pragmatismo que el tenía para no desbancar el proyecto de poder y de caja que había construido hacía que no se le escapara ninguna tortuga”.
A modo de ejemplo, puntualizó que el ex presidente “jamás hubiera permitido que un (Hugo) Moyano se le vaya, porque fue un socio estratégico en la construcción de poder”. Pero “tampoco dispararía contra su pierna derecha, que es la provincia de Buenos Aires, que le dio un caudal de votos, ninguneándolo, aislándolo a su propio gobernador; y jamás hubiera ido en contra de lo que genera riquezas, que son de alguna manera los empresarios”.
Por esas razones, Bergman señaló que “acá estamos en un problema mucho más crítico. Una cosa es cuando él hablaba y nunca compraba el discurso que vendía, y el grado de radicalización que tenemos ahora en un límite casi de fundamentalismo, donde ella compra el discurso que vende”.
Era diferente. Bergman no es el primer opositor que recuerda bien a Néstor Kirchner. Ya lo había hecho el sindicalista Pablo Moyano cuando dijo que con él "era diferente". En sintonía fue su padre, Hugo, quien en febrero de este año se quejó de la relación con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y dijo: "Con Néstor nunca pasó lo que pasa ahora".
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Lanata: "Cristina inventa el mito de Kirchner para poder gobernar".
Ella, a lo mejor sea más animal político que Néstor. O entiende la política de otra manera. Néstor la entendía como un juego de alianzas; ella, no. Ella la entiende como algo más cerrado, mucho más de "orga". La mesa chica de ella es chica realmente y es cada vez menor:
- ¿Quién reemplazó a Néstor en el armado político del kirchnerismo?
- Nadie. Ahora hay un modelo más cerrado. Con una cosa rara también, porque uno podía suponer que alianzas espurias hechas por Néstor iban a terminar, pero Cristina finalmente las mantuvo. Nunca se peleó. Era curioso: cuando ella estaba por asumir, había un discurso que no era oficial porque no podía ser oficial, pero que venía del Gobierno, que era "Ahora se acaba el curro. Viene Cristina y se acaba el afano. Cristina no acepta quilombos". No se fue nadie. El tipo que hacía negocios con Néstor hizo negocios con Cristina. Les habrá sonreído menos, se habrán encontrado menos, pero los negocios siguiendo estando. En ese sentido, a mí me parece que también hay mucho de show off ahí.
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Las diferencias entre Néstor y Cristina al responder a estudiantes de EE.UU.
Con dos estilos contrapuestos, ambos mandatarios enfrentaron de manera distinta las consultas de alumnos norteamericanos.
Pero, tal vez originado por el carácter confrontativo hacia los estudiantes que la primera mandataria ejerció, gran parte de la opinión pública se centró en su forma de responder, como eje de posteriores análisis.
A principios de octubre de 2010, el entonces secretario general de la UNASUR y ex presidente Néstor Kirchner también tuvo la oportunidad asistir a una universidad estadounidense, The New School, y pudo responder a las preguntas formuladas por los estudiantes de esa casa de estudios neoyorquina.
En este caso, el ex Presidente afrontó con mayor aplomo y serenidad las dudas del alumnado.
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Tragicomedia de errores.
Sin él. La Presidenta exhibe falta de gestión a dos años de la muerte de Kirchner. El Modelo cambió.
Si Néstor viviera, ¿sería cristinista? Es poco probable. Hombre astuto, de instintos pragmáticos, si aún estuviera entre nosotros el ex presidente se sentiría dolorosamente sorprendido por el espectáculo rarísimo que está brindando su esposa, ya que Cristina parece desbordada por una variedad de problemas imprevistos, algunos muy graves y otros meramente anecdóticos, que tienen su origen en su propia falta de interés en los molestos detalles administrativos. Por cierto, Néstor hubiera tratado de impedirle cometer la sarta de errores no forzados que la están convirtiendo en el hazmerreír de quienes nunca la han querido y que están privándola de la imagen positiva que le permitió triunfar por un margen absurdamente amplio en las elecciones presidenciales del año pasado.
Para alarma incluso de los críticos más cáusticos del “proyecto”, “modelo” o lo que fuera de Cristina, pocos días transcurren sin que se produzca un nuevo episodio inverosímil que sirve para llamar la atención a las deficiencias manifiestas de su forma autocrática, ensimismada, de gobernar el país.
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Ahora repasemos las opiniones de esos mismos medios sobre el ex presidente en la era AC:

Cómo era considerado el Néstor Kirchner AC:



Hay que ayudar y proteger al Presidente.
Hay que ayudar a Kirchner, protegerlo de su propia omnipotencia y prepotencia. Infló el conflicto con su autismo caprichoso; lo convirtió en una batalla de trascendencia y, finalmente, logró todo lo contrario de lo que buscaba.
Pero hay que ayudar a Kirchner, para que comprenda que la rebelión de los ciudadanos fue directamente contra sus modales y algunas de sus concepciones. Poner la discusión en términos de todo o nada como le gusta hacer le significó al Presidente una caída mucho más importante que la de Misiones.
Kirchner se coloca en una postura tan rígida, tan de "yo soy el dueño de la verdad", que cuando la realidad lo pone en su lugar, el deterioro de su imagen es mayor.
A Kirchner no lo detuvo ni el sentido común, y por eso fue motivo de chanza para los humoristas. Eso es lo peligroso. Por eso hay que proteger esa sagrada institución llamada investidura presidencial.
Enroscado en su ira, tardó demasiado en reaccionar. Y siguió excediéndose con su viejo manual de patrón de estancia. Y como si esto fuera poco, ya desbordando todos los límites racionales,
Para huir del plano inclinado, Kirchner debe extirpar de sus conductas la mentira y la persecución. Debe reconvertir su liderazgo tirando el lastre de su obsesión hegemónica y su bulimia de poder. Debe abrirse al diálogo con opositores y periodistas para no enterarse tan tarde de cuáles son los verdaderos humores sociales.
Y eso no significa derechizarse ni ceder a las corporaciones: Martín Sabatella, en Morón, y Hermes Binner, en Rosario, entre otros, demostraron que se puede gobernar con eficiencia y autoridad sin dejar ningún principio en la puerta de la Casa de Gobierno y que no hace falta aliarse con el Diablo ni utilizar herramientas policíacas para controlar la opinión publica.
Hay que ayudar a Kirchner. Sólo hace falta que reconozca que necesita ayuda, y que permita que lo ayuden.
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Ni Menem había llegado a tanto.
¿hasta cuándo Néstor Kirchner seguirá acumulando poder? ¿El blindaje de Daniel Scioli resistirá la tormenta kirchnerista?
La decisión de gobernar de facto la provincia de Buenos Aires desde la Casa Rosada es el acontecimiento escandaloso que articula ambas inquietudes. El Presidente, en su afán de controlar todo y de que nadie lo controle a él, completó en estos días su obra en el distrito más grande del país:
Ni Carlos Menem había llegado a tanto. Kirchner no solamente es un presidente de alta imagen positiva. También es el ministro de Economía de la Nación, ayudado por Julio De Vido y Guillermo Moreno, lo que reduce a Felisa Miceli al lugar de una voluntariosa secretaria. También telegobierna Santa Cruz y convirtió al Poder Legislativo en un ministerio donde hace y deshace a gusto. Ahora conduce también la provincia de Buenos Aires.
Kirchner ha logrado que la República camine por la cornisa de sus instituciones. Para eso cuenta con una billetera generosa y un látigo implacable que aplica con pragmatismo y ferocidad, pero también con el pánico cómplice de muchos funcionarios y dirigentes de su partido que piensan igual que Gerardo Otero, pero que no tienen el coraje de decirlo.
El Gobierno toma decisiones cortoplacistas, en referencia al electoralismo apurado y desprolijo del anuncio del aumento docente para favorecer al todavía poco conocido Daniel Filmus.
¿Será consciente de que Kirchner va a imponerle su compañero de fórmula, su posible gabinete y la lista completa de diputados? ¿Analizará en la intimidad y frente a su conciencia que si gana deberá inclinarse ante los fondos nacionales que Kirchner tiene de sobra y él necesita como el agua? ¿Su coraza de teflón resistirá los vientos del desierto patagónico? ¿Su posible victoria será más vitamina o más límites para el poder de Kirchner?
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Enojo permanente.
Es poco probable que Néstor Kirchner haya leído alguna vez a León Trotsky, pero ¿no será que la palabra “permanente” usada por el estratega bolchevique lo fascinó en profundidad?
Era, en las ensoñaciones del inteligente y volátil líder comunista, el concepto que anudaba lo que veía como irrompible cadena de estallidos sociales que llevarían al proletariado ruso de reclamaciones democráticas burguesas a transformaciones directamente colectivistas.
El Presidente no aspira a tanto. No lo apasiona la revolución incesante. No debería, además, ser ése su proyecto, ni jamás lo fue. Pero en algo ama la permanencia el Presidente: sus enojos son omnipresentes y sus retos al periodismo son denominadores comunes insistentes en sus arengas.
El Presidente no es violento con el periodismo, ni en las palabras ni en los actos que produce. Su belicosidad se edifica de otra manera: al elegir adversarios mediáticos, aun cuando se esfuerza por lucir cordialidad paternal, gestualidad y conceptos antidemocráticos que subyacen en sus filípicas exhiben la permanencia de su bronca.
“Nos quieren escribir el país a través de su diario o de los medios. Se tienen que dar cuenta de que los argentinos ya hemos aprendido a desconfiar de ciertas cosas”.
El bueno y el malo, cachiporra impiadosa y –enseguida- café con un buen cigarrillo para conversar amablemente: “le quiero decir con todo respeto a este amigo periodista que respeto…”.
Lo que en un país serio, pero en serio, hubiese sido terso anuncio de prensa de la Presidencia, para Kirchner es episodio de dramatismo inaudito: “le pido a este amigo periodista que haga una fe de erratas, aunque sea chiquitita”.
Eso: a Kirchner le fascina boxear al periodismo, y cada vez que puede no pierde la ocasión.
Permanente perfil de despecho: un Presidente enojado, sobre todo con los partidos políticos y con el periodismo.
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Las dos almas de Néstor Kirchner.
Pero entre el cinismo de las cúpulas pejotistas y el entusiasmo de la militancia, volvieron a aparecer las contradicciones de un frente que no puede disimular sus propias grietas
Lo que diferencia al enmarañado "kirchnerismo" de las peleas de la oposición es que sus enemistades son más silenciosas porque Kirchner mantiene todavía un enorme poder de chantaje económico. Kirchner defiende el dibujo presupuestario de su esposa y el fondo de desendeudamiento con tanto ardor porque sabe que, de perder en esos asuntos, llegó su hora. Kirchner y el personal político justicialista están unidos por una red de reciprocidad: te doy para que me des; si no me das, dejo de darte. Falta saber qué sucederá, avanzado el 2010, cuando ese personal político comience a pensar: si no me das, actuaré en consecuencia.
En realidad, Kirchner está obligado a creer que tiene mucho tiempo por delante. "Estamos decididos a gobernar la Patria hasta el 2020 porque tenemos toda la fuerza y este proyecto no se basa en individualidades".
Prometió, por segunda vez en dos jornadas, que se quedarían hasta 2020, pero ni un día más, porque, en los años que faltan, tendrá lugar el "trasvasamiento generacional", fórmula legendaria bien en el espíritu del 11 de marzo, dado que lo mismo decía Perón (y terminó eligiendo a Isabel Martínez como sucesora).
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La voluntad y el poder, según Kirchner.
Néstor Kirchner era apasionado y también resultaba apasionante. Obsesivo, desconfiado y paranoico, vivía las 24 horas del día haciendo política y pensando en el poder. Además, era un peronista clásico. Del tipo de los que piensan que para llegar a lo máximo en la Argentina se necesita mucho dinero y un estómago de acero.
Muchos periodistas, intelectuales y artistas que tuvieron el privilegio de conocerlo no pudieron evitar caer en las redes de su poderosa capacidad de seducción. Era tan grande su magnetismo político, y tanto lo que parecía poner en juego cada vez que suministraba una información o presentaba una idea, que resultaba muy difícil ponerle límites.
Kirchner comprendió desde el principio que para mantener el poder con el estilo que le gustaba ejercer debía trazar una línea entre los incondicionales y los que no podía condicionar.
Algunos analistas consideran, con ironía, que el último gran servicio que le hizo Kirchner a su compañera fue haberse muerto.
Es que ni el más mínimo dato que pudiera afectar su sistema de poder le era ajeno. Hacía todo lo que tenía a su alcance para neutralizarlo o volcarlo a su favor. Poseía la voluntad, el poder y el dinero. Y los usaba sin límites. Lo mismo hace ahora, con más sutileza y mejores modales, la presidenta que acaba de ganar de manera apabullante.
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El sistema funciona así. A Néstor Kirchner se le cae una idea o una opinión en las reuniones cada vez más reducidas de Olivos, y ese concepto dispara la primera ficha del dominó mediático alimentado desde el oficialismo.
“Los periodistas me hacen reír. Ellos escrachan a todo el mundo, pero cuando aparecen en un afichito saltan todos”. Esa será la idea fuerza que recorrerá esta semana el espinel de los medios amigos y figuras públicas supuestamente progresistas: “Los periodistas se creían intocables”.
¿Progresismo? Operaciones sucias hubo siempre en el kirchnerismo.
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Evidentemente, esta diferencia temporal de las opiniones sobre el Néstor Kirchner AC y el Néstor Kirchner DC (estamos hablando de la misma persona, vale aclarar) no se debe a problemas de memoria, confusión de presidentes homónimos o errores de edición, sino claramente a una intencionalidad -una "astuta· (?) deducción de este Basurero- política de criticar, esmerilar y denigrar a la presidenta comparándola con su marido muerto y muy bien reconocido como presidente, como muestran todas las encuestas. Pero más allá de las intenciones editoriales de los autores de estas notas, siempre es útil releer noticias las viejas recicladas en estas rondas por la basura mediática que hace este humilde servidor público, no tanto para analizar los comportamientos individuales pasados de los autores y los medios, sino para estar precavidos de las opiniones del presente y del futuro de los mismos. Porque, como dice siempre este Basurero Nacional: "Soy el que recorre los medios recogiendo la cacona que muchos "expertos", algunos aventurados y demasiados vivos van dejando a su paso para que todos consumamos, y así vayamos construyendo nuestro "sentido común" nacional con esas "verdades" aceptadas sin dudar, sin siquiera osar ponerlas a prueba. Pero eso es lo que tratamos aquí, de dudar..."


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