En este país no se respeta la libertad de prensa...
La libertad de prensa es uno de los pilares de la democracia. Basta hojear los periódicos de un país para saber si hay libertad o no. Si todos los periódicos están parapetados y responden a la línea oficial, la democracia ha desaparecido y la libertad no existe. No hay democracia sin voces críticas, independientes, que expresen puntos de vista diferentes de los del poder.
¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que el matrimonio Kirchner reconoció públicamente que lidera e impulsa la ofensiva política contra periodistas y medios de comunicación privados! Puesto en el contexto regional, esta ofensiva contra los periodistas que trabajan en medios privados es coincidente con actitudes y acciones que, desde el poder, se están realizando en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Es imposible en este país ver en los medios que el ex presidente Kirchner hasta el último momento él mismo se encargó de hacer evidente que era quien ejercía realmente el poder y no su esposa, la presidenta Cristina Kirchner. Ella ocupa ahora el centro de la escena y tiene la oportunidad de ejercer el poder por sí misma. Ni decir que el peronismo que nunca vio con simpatía al Kirchnerismo; y que si ella insiste en la línea fijada por su marido, no le será fácil gobernar. Que él dejó a su esposa con un gobierno sólido en lo económico, pero enfrentado con el sector productivo más importante del país que es el campo; en conflicto también con el sector industrial; en mala relación con la Corte Suprema, en conflicto con la Iglesia Católica; enredado en una surte de "guerra" contra los principales medios privados del país.
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¿En qué medio se puede leer que Kirchner, a quien algunos llamaban “El Furia”, dejó el problema de que ahora se gobierna desde el discurso? Sólo queda el recurso del discurso, sin la garantía, el respaldo de la acción. El resultado es –si aún no la parálisis total– la inercia de gestión. Sin jefatura, sin vigilancia estricta ni conducción. Condenados a la más virulenta inutilidad. El caso de Boudou, representa el emblema máximo de la desarticulación del Ministerio de Economía. Sin compararlo con la jerarquía que llegó a impulsarle Lavagna. Pero antes, con las precarias anotaciones en su cuadernito de almacenero, El Furia era el verdadero ministro. Hoy, en la inercia del naufragio, es la deriva. El kirchnerismo póstumo puede, felizmente, maquillar su oculta debilidad. Puede mantenerse, transitoriamente oculta, la asombrosa incapacidad para la gestión. O los que dure la insólita fantasía del kirchnerismo póstumo. Del modelo que, ante todo, no existe. Hoy Cristina se encuentra capacitada para pronunciar sólo dos discursos diarios. Preferiblemente, ante los funcionarios entusiasmados. Que compiten, entre sí, en la convicción para aplaudir los dos discursos diarios. Pero, hasta hoy, con la inercia del naufragio, con Fuerza Bruta y el vestidito negro, al kirchnerismo póstumo le alcanza.
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¿Por qué ningún medio se atreve a decir que todo giraba en torno de Néstor Kirchner, bajo su presidencia o cuando la jefatura del Estado la ejercía su esposa? Su estilo de gobierno convertía a los ministros en meros conserjes sin decisión propia. Desde que se aferró al poder, fue, al mismo tiempo, gobernador de cualquier provincia, intendente de cualquier municipio del conurbano, ministro de Economía, jefe de los servicios de inteligencia, ministro de Obras y de Defensa, canciller y productor de los programas televisivos que lo adulaban.
Fue, también, más que eso. Hasta marzo de este año, cuando cambió la relación de fuerzas parlamentaria, ejerció de hecho la titularidad del Poder Ejecutivo y del Legislativo, fue el jefe fáctico de los bloques oficialistas y titular de las dos cámaras del Congreso. De alguna manera, se hizo al mismo tiempo de la dirección de una porción no menor del Poder Judicial, Su objetivo no era la verdad, sino colocarla a ésta en la dirección en que estaba su sillón. "Mátenlo", era una palabra que usaba frecuentemente para ordenar los castigos públicos. La política es cruel y las prácticas políticas son crueles. Kirchner era un exponente cabal de esa estirpe. Los amigos se convertían en enemigos con la rapidez fulminante de un rayo. Sus afectos estaban reducidos al pequeño núcleo de su familia, Sabía aprovechar con maestría la debilidad del otro para caerle con la fuerza de un martillo. Ambivalente, como un príncipe del oportunismo, Kirchner nunca terminó de comprender al conjunto de la sociedad argentina. Nunca recibía a nadie cuando andaba en sus tiempos de broncas desmedidas. Se quedó definitivamente con Bonafini, con D’Elía, Moyano y Kunkel. Esas alianzas demostraron, más que cualquier cosa, no sólo su talante, sino su desconocimiento de la sensibilidad de la sociedad argentina. Esas figuras integran la lista de las personas más rechazas por una inmensa mayoría social. Compartía con ellos cierto gusto por la arbitrariedad. Al inventarse un pasado personal, debió también acomodar un presente que tampoco era suyo. Convirtió la revisión del pasado en un tema omnipresente, en una divisoria de aguas, en una herramienta para la construcción de su política cotidiana.
Pero no aceptó ninguna de las dos derrotas políticas que sufrió. Era un político que no había conocido la derrota y decidió, con envidiable voluntarismo, que no la conocería. Los culpables no eran sus políticas erradas o los argentinos que votaron por opositores, sino los medios independientes que se habían volcado hacia sus adversarios sociales y políticos. Emprendió una batalla para él decisiva contra esos medios y contra los periodistas independientes. No se tomó un día de descanso en esa guerra, como él mismo la llamaba, ni concedió tregua alguna. En esos menesteres bélicos lo encontró el estupor de la muerte. Una vida sin poder no era vida para Néstor Kirchner. Por eso, quizás, su vida y su poder se apagaron dramáticamente enlazados. El final del poder era, para Kirchner, el final de la vida. O de una forma de vivir tal como él la concibió.
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¿Quién se atreve a publicar que Cristina Fernández de Kirchner no suele repetir un atuendo desde que asumió como Presidenta? En este periodo, y ya como primera dama, ha mostrado su amor por los diseños exclusivos y las carteras de creadores europeos. Que en cada acto, la presidenta usa 50 mil dólares en alhajas. En el acto que realizó en Plaza de Mayo, en el que lanzó una durísima crítica al campo e instó a los ruralistas a levantar los cortes de ruta, la Presidenta lucía joyas por un valor similar a una camioneta 4x4: llevaba un Rolex President que ronda los 20 mil dólares, en su mano izquierda un anillo de oro blanco y oro amarillo de 18 quilates, al que llaman solitario con brillante, y la derecha, uno con zafiro de oro y platino, traídos de exclusivas casas del exterior, valuados en 10 mil dólares cada uno. El par de aros también fue tasado en 10 mil dólares.
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¡Si hasta se sospecha que ni siquiera sea abogada! Nadie se enteró a través de los medios que el periodista Guillermo Cherasny abrió nuevas instancias a las dudas ya existentes: “hace tres meses que intentamos infructuosamente pedir el título de abogada de la primera dama y nos dicen que el expediente fue pedido por la presidencia en junio de 2004. Humildemente preguntamos en qué año se recibió en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de La Plata la señora Cristina Fernández", aseguró Cherasny en un artículo periodístico de su autoría publicado recientemente.
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Para el matrimonio presidencial, en cambio, la noticia es una trinchera desde donde disparan opositores de todo tipo y por eso pretenden achicar, contener, limitar y perseguir hasta asfixiar a los periodistas que se niegan a la obsecuencia. A veces desatan verdaderas cacerías de opiniones distintas aunque sea por minucias. Y eso que ningún gobierno desde 1983 tuvo tanto poder político y tanto apoyo mediático. Eso quiere decir una sola cosa: estamos en problemas.
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¿Quién se atreve a publicar que no se necesita ser un destacado académico para saber cuándo hay libertad y cuándo no la hay? A eso una persona analfabeta lo siente perfectamente en su vida corriente, sin necesidad de grandes enseñanzas de tipo retórico o ideológico. Lo mismo, cualquier ciudadano que lee los periódicos sabe si están diciendo la verdad o si no son más que voceros de quienes detentan el poder.
¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que en la cultura política argentina hay poca predisposición a compartir el poder y éste es el centro del problema! El kirchnerismo es una versión extrema de esta característica de la cultura política argentina: o se tiene todo el poder o no se puede gobernar. Ello lleva a una política del todo o nada, como está sucediendo ahora. Se ha creado una cultura de acuerdo a la cual, si el Ejecutivo no controla el Congreso y la Justicia, no se puede gobernar.
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El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos a decir que durante los años de gobierno el kirchnerismo ha ejercido el poder con notoria prevalencia del Ejecutivo, con lo que se generó una suerte de hiperpresidencialismo a costa de los otros dos poderes: el Legislativo y el Judicial. Pero más allá del contexto político, la actitud de Cristina Kirchner sobre el Banco Central en este momento, implica para la Argentina una nueva violación de las reglas de juego, en momentos en que el país puede reactivar su economía y tiene por delante el canje de la deuda en default. Además, nuevamente, los Kirchner por acumular poder, sacrifican institucionalidad como lo ha venido haciendo.
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¿Quién se atreve a publicar que la Argentina camina derecho hacia el autoritarismo, perversión política de la que creyó haber salido para siempre hace casi 28 años? El bloqueo total al diario Clarín, y el bloqueo parcial a La Nación, que vio seriamente demorada la distribución de sus diarios, quedarán registrados dentro de la madrugada más regresiva de la nueva democracia argentina. Constituyen, al mismo tiempo, un gravísimo precedente, porque quedó demostrado que un pequeño grupo de personas violentas y vandálicas, protegidas por un Estado autoritario, puede quebrar la natural y cotidiana relación entre los diarios y sus lectores. ¿Cuándo será el próximo bloqueo? ¿Cuánto tiempo durará en un país donde la policía es sólo un testigo privilegiado, inmóvil e impotente, de las peores violaciones de las leyes? Lo que sucedió fue la más grave agresión contra el periodismo libre desde 1983, dispuesta por la cima de un poder político sin medidas ni límites. Hasta ahora, el ombliguismo opositor y el autoritarismo oficialista están dejando al país sin el indispensable oxígeno de la libertad.
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Sólo aquí podemos enterarnos que el conflicto entre el Gobierno y las empresas líderes -hoy corporizado en la pelea contra Siderar-Techint- por la participación de la Anses en sus directorios no debe hacer perder de vista un dato: el ataque lo inició el Poder Ejecutivo. El dato parece obvio, pero es revelador de un caldo de cultivo que se vive en un país donde no parece haber ningún límite:
En otras palabras, el DNU de Cristina Kirchner revela un acto sorpresivo, dictado a sabiendas de que no será controlado por el Congreso. Pero también muestra la permanente intención de avanzar sobre sectores estratégicos de la prensa, los servicios y la producción, en medio de una situación de debilidad institucional y de falta de reflejos de la oposición para frenar la embestida oficial.
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Por este atajo, el Gobierno busca convertir empresas privadas, que se rigen por el derecho privado societario -como continuará ocurriendo-, en empresas encadenadas al Estado y sobre las cuales el Poder Ejecutivo, a través de sus directores, tendrá una muy fuerte injerencia en la toma de decisiones.
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¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que pocas veces como en los últimos días el Gobierno quedó tan al desnudo! El bloqueo a las plantas de Clarín y La Nacion probó, por un lado, que hay gente dispuesta a enmascarar bajo protestas laborales una clara estrategia política de ataque a los medios y, por el otro, que el Gobierno no tiene interés alguno en respetar las leyes ni los fallos judiciales.
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¿En qué medio se puede leer que el gobierno quiere controlar a la prensa, dominar a los jueces y debilitar a los partidos políticos? Con esos tres mecanismos, el Gobierno busca ejercer el poder sin límites. Todo poder tiende, por naturaleza, a su propio desborde y a evitar los controles. Pero en el ámbito judicial hay quienes sostienen que la gestión kirchnerista parece ir más allá: buscaría directamente desarticular esas instituciones. El kirchnerismo, desde hace ocho años -igual que algunos otros países de la región-, hace lo posible para dominar a los medios. En efecto, el Poder Ejecutivo distribuye arbitrariamente la publicidad oficial y acosa al Grupo Clarín y a La Nacion; persigue a Papel Prensa, que produce insumo para 170 periódicos, y sancionó la ley de medios para acorralar a los canales y las radios independientes.
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¿Qué medio se atrevería a decir que no se pueda creer que un ex presidente diga tantas pelotudeces? Que hay que tratarlo de eso, de pelotudo; se quedó leyendo el diario de la década del '70.
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¿En qué medio se puede leer que el plan para atraer el voto de la clase media y media baja recurre a una técnica antigua que ahora adquiere impúdica virulencia. Supera las maldades del fraude, porque ni siquiera muestra su objetivo perverso? Considera a los electores como unos imbéciles que se domestican con pequeños regalos, de los cuales los subsidios constituyen el paradigma por excelencia. Vuelven a tener fuerza los espejitos de colores, que se han estado usando, y ahora se los usará con más intensidad. No ha sido suficiente el clientelismo que han cultivado hasta hoy, sino que esperan multiplicarlo de forma geométrica. Habrá dinero para muchos que -se espera- vendan su alma cuando lleguen las elecciones. Los obsequios interesados se disfrazan con mentiras como "mejor distribución del ingreso" y otras verdades a medias. Sólo apuntan a enceguecer, anestesiar, engañar. Cuando pretenden hacernos creer que se despliega una política de inclusión y progreso, no se enrojecen. No existe tal propósito, porque ni siquiera se esfuerzan en demostrar que tienen una visión estratégica. Las incesantes iniciativas no responden a un plan serio, bien elaborado, sino a ocurrencias que sólo buscan retener los instrumentos del poder. A este reparto de computadoras se añadirán créditos para comprar viviendas y autos. En el conurbano -cuyos votos no hay que perder- se entregan de forma gratuita 750.000 decodificadores de TV digital cuanto antes, para que no se pierdan el Mundial de fútbol. Este plan llegará a más de un millón hasta fin de año. Pero, tras muchos años de embustes, una porción de ese electorado aprendió que le conviene aceptar los regalos y, cuando llegue al cuarto oscuro, votar por el que mejor le parezca.
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¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que el cimbronazo producido por el fallecimiento de Néstor Kirchner aún no puede medirse en su total magnitud por algo más decisivo que la proximidad del hecho: las incontables riendas que manejaba sólo él, con total discreción! Ni su esposa ni ninguno de sus más íntimos colaboradores podían mantener un registro completo de las órdenes, acuerdos, promesas, castigos, inversiones y negocios que él realizaba en forma personal, de modo incansable, casi siempre a viva voz. Los enredos que se podían generar por la abundancia y cruce de cables electrificados los resolvía como Alejandro al nudo gordiano: con un golpe de hacha. Mediante esa conducta había llegado al umbral de rey absoluto. No podía sentarse en el trono aún, pero rondaba cerca. Por un lado, haber alcanzado una riqueza impresionante mientras ejercía funciones públicas. Por el otro, haber generado un acercamiento entre todas las manifestaciones de la oposición. Se escuchaban voces que le reconocían el mérito de haber sugerido hasta el Programa de la oposición, que consistía en hacer frente a la emergencia nacional que generaba su política de odio, realizando lo contrario. En otras palabras, luchar contra Néstor Kirchner (o su representante) no ofrecía dificultades. Ese hombre exhibía muchos flancos vulnerables, además. Era el autor indiscutible del clima que exaltaba la confrontación perpetua, entre otros males. Unía sus fibrosas e incendiarias características psicológicas con el fondo autoritario de gran parte de la sociedad argentina. Pero la mayoría de la sociedad ya comenzaba a sentirse harta de tanta crispación. Rivalizar con Cristina sola no es lo mismo que haberlo hecho con un Néstor Kirchner en forma, pero agujereado de vulnerabilidades. La viudez otorga a Cristina una imantación emocional que no poseía Néstor. No alcanzará con denunciar los abusos de Néstor Kirchner, porque está muerto y su figura tiende a ser perdonada e idealizada. El trabajo deberá concentrarse en la tarea de abrir las mentes, oxigenar el pensamiento y convencer sobre una prosperidad posible. Tras la elaboración del duelo, la Presidenta empezará a ser evaluada por su desempeño, no por su soledad o su dolor. Así como no era complicado trazar un perfil psicológico elemental de Néstor, tampoco será difícil el de Cristina en esta nueva etapa. Cuando ejercía como senadora por Santa Cruz y su marido ni se mencionaba para un cargo nacional, ya se la había bautizado como "Muñeca Brava". Pese a integrar el bloque menemista, dejaba deslizar algunas diferencias. Adquirió cierta notoriedad por su esmero en la belleza física y una creciente elocuencia cargada de agresividad. Aparecía como una figura temperamental y atractiva. Luego, cuando su marido fue presidente, en el Senado humilló en la cara al vicepresidente Scioli hasta hacerlo llorar. Demostró que, cuando quiere, puede ser muy impiadosa. Estos rasgos no han cambiado ni cambiarán. En ese sentido, hay fuertes semejanzas con el difunto. Sin embargo, Néstor era más pragmático y calculador, el verdadero ministro de todos los ministerios. Su proclividad tiránica no le quitaba perspectiva sobre la conveniencia u oportunidad de las maniobras. Cristina, en cambio, es más "femenina", en el sentido de que a fines del siglo XIX se caracterizaba erróneamente a las mujeres. Los círculos que la rodean sufrirán modificaciones en su significado e importancia por los méritos o desméritos que ella defina desde su emotividad y pasión, porque ya no lo tiene a Néstor para consultar. Aunque se parece en mucho a su difunto marido, no es su difunto marido. Por eso, quienes prefieren una alternancia en el poder tienen por delante un panorama más complejo. El oficialismo dejó de ser preciso y rocoso. Aunque contra Néstor era más fácil, ahora habrá reacomodamientos, fracturas, nuevas alianzas, ascensos y descensos, traiciones, resentimiento, deseos imposibles. Será un mapa más móvil e inestable que en los tiempos de la autocracia personal.
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Es imposible en este país ver en los medios que hoy brotan diversas protestas no institucionalizadas como los cortes de rutas, las ocupaciones de tierras públicas o privadas, las manifestaciones masivas no autorizadas, las "huelgas salvajes", los "escraches", los saqueos o los "cacerolazos". Estas y otras expresiones similares de protesta pertenecen al campo inquietante de la acción directa. La proliferación de las acciones directas es un signo inequívoco de conflictividad política o social, porque indica que las rutas "normales" de la acción indirecta han sido inutilizadas. Lo que está pasando en Egipto es una demostración rotunda del alcance de las acciones directas. Estas, que nunca son "legales", pueden ser "legítimas" contra una dictadura aunque nunca podrían serlo en una democracia. Por eso debería preocuparnos que la mayoría de los presidentes constitucionales que precedieron a los Kirchner hayan renunciado como víctimas de la acción directa. En esta lista de heridas institucionales se incriben los abruptos finales de los presidentes Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde, quienes renunciaron o acortaron sus mandatos en medio de convulsiones callejeras, quedando la salida ordenada de Carlos Menem en 1999 como la única excepción que confirma la regla. Y fue así como el kirchnerismo, una vez en el poder, aparte de desmantelar a las Fuerzas Armadas, cuando desplegó a la policía frente a los piquetes, los cortes de rutas y las ocupaciones de tierras o edificios, lo hizo más para proteger a los revoltosos que a los transeúntes. Esta novedosa estrategia partía de la presunción de que los revoltosos no serían adversarios sino aliados del Gobierno. ¿Qué pasaría, en cambio, cuando los revoltosos se movilizaran ya no "a favor" sino "en contra" del Gobierno? Raúl Castells lo puede decir por su propia experiencia: que serían, eventualmente, encarcelados. ¿Qué pasaría empero si una parte importante de los protestatarios se mostrara finalmente inmune a la seducción? ¿Qué ocurriría si la maniobra de Kirchner se volviera un día, como un bumerán, contra aquel que la había lanzado? El hecho es que, en tanto Cristina ha perdido en parte el apoyo emocional que siguió a la muerte de su esposo.
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Es imposible en este país ver en los medios que los residuos dictatoriales subsisten en el seno del círculo íntimo que aún rodea a Cristina. Pero también subsiste a su lado la vocación democrática que alientan no sólo las fuerzas de la oposición, sino también el kirchnerismo blando de Daniel Scioli¿intentará prolongar la Presidenta la línea chavista de su antecesor, ya sin la fuerza que juntos tenían? ¿O se resignará, al fin, frente a la vocación democrática de la mayoría de los argentinos?
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El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos a decir que una diputada tildó a Kirchner de neurótico y neofascista". Que dijo que "Néstor Kirchner sólo confía en Néstor Kirchner. Dijo 'yo soy el que soy', y la única vez en la historia en la que escuché eso fue cuando Dios se lo dijo a Moisés. Cuando un hombre quiere ponerse en ese lugar —y eso hace cuando no va al tedeum—, es altamente peligroso, porque habla de una neurosis bastante grave". Que comparó al ex Presidente con el dictador italiano Benito Mussolini. "Mussolini tuvo apoyo popular. El problema es que después todos los que lo apoyan son víctimas. Del fascismo uno sale cuando se da cuenta antes. Después no importa, ya es tarde", dijo. Que aclaró que "Es un pequeño Roca neofascista de final de régimen, que puede ser sumamente peligroso".
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Nadie se enteró a través de los medios que, después de haber acusado de "fascista" al Gobierno, Carrió redobló su apuesta y advirtió que "la violencia política está creciendo". "Son capaces de hacer cualquier cosa, lo hicieron en otros años, así que son capaces de hacerlo", sostuvo Carrió, mientras advirtió que existen "claros síntomas de persecución a la oposición. "Ellos, cuando disputan poder, disputan con todas las armas: la difamación, la persecución." Que hay una "crisis de gobernabilidad en vastos sectores del país" y que el clima político "está muy enrarecido". "Hay reclamos salariales en todo el país, las provincias están estallando, mientras que hay gobernadores con mucho dinero para campañas políticas", cuestionó.
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¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que estamos todos los argentinos mirando lo que van a hacer los senadores! Esperemos que no nos defrauden y le pongan un freno a este avasallamiento de la libertad de expresión y el pluralismo. Está cada vez más claro que lo que hace este Gobierno es llevarse por delante a todo el mundo y ser el Gobierno más fascista que hemos tenido en años", porque Néstor Kirchner quiere volver a ser presidente. Se quiere quedar por 40 años", apuntó.
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El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a los medios preguntarse ¿Fin de la autocracia? ¿Murió con Néstor Kirchner la necesidad de concebir el ejercicio de la política como beligerancia perpetua? ¿Enviudar significó también poner fin al ostracismo del sentido común? ¿Ante quién estamos? ¿Ante una presidenta liberada de una tutela despótica? ¿Ante una voz postergada que recupera protagonismo y se abre al diálogo con sus adversarios? Aferrada desde siempre al populismo, Cristina Kirchner optó por la inoperancia y puso al desnudo, otra vez, su afición a la demagogia. fue indiferente al auge del narcotráfico y alentó la justicia por mano propia al favorecer la acción directa donde debía imperar el Estado.. Abundan los muertos sembrados por la violencia. Resalta la ausencia de la ley en la tramitación de los conflictos socialesLas dos últimas administraciones -la de Néstor Kirchner y la actual- no han contribuido a profundizar el tránsito desde el autoritarismo a la democracia representativa. Todo lo contrario. Reforzaron los mecanismos de intolerancia al disenso, despreciaron los partidos, se burlaron del federalismo, instrumentaron sin pausa la pobreza, respaldaron el sindicalismo extorsivo, manipularon las investiduras y la tarea parlamentaria. La patria piquetera y las banderas de la llamada democracia directa no tienen otro auspiciante que el Gobierno; un gobierno al que, por cierto, no amenaza un presunto acoso golpista sino el océano de contradicciones y oscuros intereses en que vive sumergido, la desconfianza que generan sus errores renegados y la falta de probidad que evidencia para desempeñar sus funciones en consonancia con un marco institucional bien afianzado. Un oficialismo ciegamente aferrado a su incompetencia frente al drama social y una oposición todavía desarticulada que está lejos de haber revitalizado el papel de los partidos, ponen de manifiesto la fragilidad en que se encuentra la República. Durante siete años, con su implacable intransigencia, el kirchnerismo contribuyó a que la inseguridad prosperara. La nutrió, la justificó y miró sin ver sus consecuencias, por no decir que lo hizo con soberbia. El año finaliza dejando a la vista esta gravísima confluencia entre la multiplicación de expresiones de la acción directa y la volatilización del Estado que retrasa dramáticamente el proceso de reconstrucción de nuestras instituciones. La República, sin ellas, linda con lo espectral.
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Ojalá pudiéramos leer libremente que tras la desaparición de Kirchner, el discurso oficialista ha ingresado en la fase más audaz que se le conociera. En el afán por encumbrar al ex presidente en un imaginario panteón nacional, ahora se entrega con denuedo a la creación de un mito. De allí que la construcción del mito de Kirchner termine siendo, con prescindencia del éxito final por levantarlo, otra expresión de autoritarismo e irracionalidad en el ejercicio del poder.
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¿Quién se atreve a publicar que es terrible que se vote la ley para la extracción compulsiva de ADN en la búsqueda de identidad? Esa ley no está dirigida a proteger los derechos humanos sino que está dirigida, y tiene nombre y apellido, a los hijos de la señora (Ernestina) Herrera de Noble. Quiero denunciar al matrimonio. Esto es fascismo puro. El principio de la integridad y de la autonomía personal están por encima. Es una ley de persecución. Están violando los derechos humanos para una venganza personal". Que los chicos de Herrera de Noble son víctimas de las negociaciones del poder desde hace quince años pero esto es más grave porque la venganza fascista carece de límites en el país. No le queda legitimidad, sólo le queda capacidad de daño". Y que la ley de medios es "La ley es contra Clarín, seguirá con La Nación y luego Kirchner irá contra sus propios medios, como Stalin". Es decir que estamos en un estado policial. Persiguen y extorsionan, como Ceausescu".
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¡Qué bueno sería leer en algún medio argentino que la obsesión del kirchnerismo con los medios que no le son adictos descubre un pensamiento absolutista acerca de lo que es el periodismo! Los K suponen que la función de los medios es manipular a la opinión pública. Arrearla como si se tratara de un rebaño. Para eso han montado un sistema estatal y paraestatal de medios. Por ese mismo motivo, avanzan sobre las empresas que manifiestan una opinión distinta.
Existe en la raíz de ese pensamiento una subestimación profunda de la autonomía de la opinión pública para decidir . Los K imaginan a ciudadanos en estado de cautiverio. Ignoran lo que ocurre todos los días con la comunicación: lectores que pierden y ganan los diarios, oyentes que migran de un lado a otro en la radio, espectadores que mutan los canales de televisión. También las críticas duras de lectores, oyentes o espectadores hacia los medios que consumen. No se trata de desconocer el impacto y la influencia de los medios.
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Nadie se atrevió en los medios a denunciar que, despejado en parte el espeso manto del duelo, la muerte de Néstor Kirchner permite aproximar una conclusión: la matriz del conflicto político e institucional de la Argentina sigue intacto , como en aquellos días infaustos de la crisis del 2001.
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El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos a decir que ante el Grupo de los 20 la presidenta Cristina Kirchner estaba sola ante el foro mayor del mundo. Tal vez apenas acompañada por un traductor-embajador y la sombra diezmada de una Cancillería usurpada por aficionados sin la profesionalidad ni la autoridad del cuerpo de carrera postergado por los K. Que tuvo una oportunidad de no dar consejos desde el lugar de insignificancia económica que hoy alcanzamos con una disparatada política de resentimiento y de autodestrucción institucional y económica. Las ideas que pudo haber escuchado en los cafés de estudiantes en La Plata en los años de ilusión son ideologías muertas y enterradas, más allá de los legítimos sueños de justicia social. Ojala nunca repita la mañana de agresividad de su consorte Néstor Kirchner.
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¿Quién se atreve a publicar que en su desesperación por el poder como objetivo fundamental y único, sin distracciones hacia el bien común, K como un jabalí herido pero ciego, siguió actuando, tal vez con más inconciencia que descaro? Que desde este diciembre se acelera la demorada agonía política de los Kirchner. Verán desaparecer a la clientela y a los obsecuentes. Intentarán afirmar los últimos pasos económicos de la retirada. Está por verse cómo juega el resentimiento K con su armada Brancaleone de piqueteros y camiones como modesta brigada motorizada de choque. ¿Jugará K cartas de desorden? ¿Pensará en ganar por intimidación? Con su poder de comisario (de pueblo) K creó un régimen arbitrario, pero no hay nada peor que el don del poder en manos del torpe: impuso como candidata a su mujer, sin dejarla volar, ser, o asumir su capacidad anulada por sometimiento. Su odio y desconocimiento del "campo" lo llevó a quererlo poner de rodillas, Se creó un justicialismo de aduladores. Mucho poder, pero sin Patria ni Nación. Poder sin pueblo ni amor al pueblo. Poder personal, ciego, innoble. Aquel 3 de diciembre fue el comienzo del fin de una larga patanería. El pura sangre fue liberado del carro de cartoneros que arrastraba y empieza a correr crines al viento.
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Es imposible en este país ver en los medios que con explicable angustia, una mayoría nacional esperó un duro castigo a Néstor Kirchner, el consorte ejecutivo. El cardumen obediente, refractario a todo diálogo democrático, queda modificado por un nuevo diseño del poder del Congreso. Kirchner ya no tiene el poder para ejercer su autocracia a expensas de los legítimos poderes del Estado. Hay una revitalización del republicanismo secuestrado durante estos años. La Presidenta no asumió como tal y es difícil imaginar que lo haga. Pasamos de un esquema de intolerable prepotencia a una zona no menos dañosa, de impotencia para enfrentar los graves y agudizados problemas nacionales. De un gobierno se puede esperar el error pero no el sabotaje originado en resentimiento o en ideologías pasadas. Todo es increíble, retorcido, difícil, en esta patria amarrada a la estupidez y la mediocridad.
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¿Quién se atreve a publicar que ha llegado la hora de que se deponga desde el poder tanta hostilidad, empezando por los ataques al periodismo? Que en la Argentina está en marcha "una estrategia gubernamental integral para lograr el control de los medios y golpear a la prensa independiente". Algunas voces representativas del delirio setentista que hundió al país en la violencia, y que aún tienen la osadía de pretender reivindicarlo hoy mismo, en plena democracia, hay empresarios que provocan vergüenza ajena por su pusilánime comportamiento frente al Gobierno. Millones y millones de pesos del erario mantienen a medios y programas audiovisuales de todo tipo para atender el insaciable espíritu narcisista del gobierno kirchnerista. Quienes deberían estar pidiendo perdón a la sociedad por haber dañado la primera prenda por la que corresponde velar desde el poder, que es la unión nacional, tienen el descaro de repartir a diestra y siniestra soeces descalificaciones contra quienes no temen enfrentar su irracionalidad políticaes sorprendente el menoscabo de la libertad de expresión, el clima de intolerancia y polarización promovido por el Gobierno, y su consecuencia, el debilitamiento del debate público. Ha llegado la hora de concertar todas las fuerzas capaces de reconstruir la patria de la que nos han privado, y en esa tarea las próximas elecciones serán una etapa más dentro de una misión histórica indeclinable.
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La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) manifestó su preocupación por el "debilitamiento" de la libertad de prensa en Argentina y exhortó al gobierno argentino para que se "garanticen, respeten y toleren las voces plurales y diversas de los distintos sectores sociales, medios de comunicación y periodistas, como condición esencial para el sostenimiento de la vida democrática". Por eso: ¿En qué medio se puede leer que la venganza personal fascista de este gobierno carece de límites?
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¿Quién se atreve a publicar que lo publicar peor del kirchnerismo es que quieren que nadie piense?
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Ojalá pudiéramos leer libremente que Daniel Scioli es fácil, que es un hombre sin carácter.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Nadie se enteró a través de los medios que Cristina se parece a Isabelita y Kirchner imitaba a Hitler.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a los medios a denunciar la voracidad de los Kirchner por el poder.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
¡Qué bueno sería ver en algún medio argentino denuncias de corrupción, narcotráfico del gobierno de los Kirchner y de Scioli!
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
¡Qué bueno sería ver en algún medio argentino denuncias sobre las huestes violentas del gobierno!
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos a decir que el gobierno no puede gobernar contra la dignidad.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos hablar de la justicia oficial, que es odio y venganza. Y que Cristina tiene menos ideas que las cabras.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
¿Sería posible publicar tapas de revistas críticas a los personajes del gobierno en Argentina?
¿Cristina Kirchner está bajo tratamiento psiquiátrico?
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El peligroso uso de los derechos humanos
Cristina: ¿por qué irrita tanto?
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La extraña ausencia de Cristina
Los Kirchner: Peleas de pareja
Qué descubrió la embajada sobre Cristina
Los peligrosos métodos de Kirchner: Fachoprogresismo
El obsceno uso de los artistas populares
Crisis del despoder K: El negocio de pegarle a Cristina
Cristina: el nuevo sexo del gobierno
San Néstor: la canonización de Kirchner
La doble vida de Aníbal Fernandez
Guillermo Moreno: Secretos de un poder impúdico
El tren fantasma del nuevo gobierno
Las cirugías secretas de Cristina
El mercader del sur: la codicia Kirchner
Pero, terminemos aquí con los ejemplos. Ya tenemos lo suficiente como para sacar concluciones sobre la existencia o no de libertad de prensa o expresión en Argentina. Y ahora veamos qué piensa al respecto la mundialmente respetada ONG internacional de periodistas Reporteros sin Fronteras
Como bien decía el finado Tácito hace siglos:
“Tiempos de rara felicidad, aquellos en los cuales se puede sentir lo que se desea y es lícito decirlo”.
Y, finalmente, y sólo para quienes necesitan más ejemplos todavía, aquí van algunos más:
Ni decir claramente que lo sensato sería, en consecuencia, aceptar que hace falta cambiar la forma de hacer política, dado el costo y la inviabilidad que implica seguir gobernando con una suerte de hiperpresidencialismo, que ha perdido consenso. La historia muestra que los líderes políticos cambian de ideología de acuerdo con intereses, conveniencias y circunstancias. Néstor Kirchner es un ejemplo extremo de ello. El momento exige moderación y el kirchnerismo está respondiendo con exasperación.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Es imposible en este país leer en los medios que el Poder Ejecutivo es esencialmente opaco, refractario a la transparencia. Por ahora, la Argentina transita la democracia electoral, pero no logra construir controles institucionales fuertes. Y el segundo problema: la renuncia del Poder Ejecutivo obliga a la Justicia a darle acogida a una demanda de un sector del Estado (la AGN lo es) contra otro sector del Estado (como lo es la Sigen). Si se mira de cerca la cuestión, se advierte que la situación es casi ridícula. Pero el poder opaco de una democracia débil sólo puede sobrevivir cuando fallan los controles.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Toda forma de restringir la libertad de expresión, o mediante coacciones económicas, o mediante acciones judiciales, todo lo que restringe esa diversidad de puntos de vista y de criterios y que trate de acallar fundamentalmente a las voces críticas... las formas pueden ser muy sutiles, muy disimuladas. El miedo a la censura o a las represalias del gobierno impide a todos a decir que Cristina Kirchner ensaya sobre la superficie de su gobierno un lifting que pretende devolverle al kirchnerismo un aspecto virginal. Sin embargo, por debajo de esa operación se profundiza un giro autoritario cuya voz de orden es el avance sobre los medios de comunicación independientes. La ausencia de Néstor Kirchner se advierte también en este cambio de estrategia. Lo que en él era impulso, tiende a convertirse en sistema; lo que era sinceridad brutal, en cinismo. Desde que la Presidenta se encuentra en ejercicio pleno de sus atribuciones, la presión oficial se ha tercerizado. La fantasía de que, controlando los flujos de información, se controla a la sociedad, está en el corazón de la izquierda autoritaria. En el kirchnerismo esa concepción llega a extremos de pensamiento mágico. Quienes hayan advertido que la larga dictadura de Hosni Mubarak, sostenida por todas las potencias de Occidente, no pudo resistir una oleada de mensajes de texto, advertirá que la fantasía oficial no sólo es perversa, sino también ridícula. El kirchnerismo tiene una fecundidad simbólica inigualable, sobre todo para exhibir contradicciones. Sus tentáculos se lanzan sobre los diarios con el mismo fervor con que, en Plaza de Mayo, otra parte de la feligresía oficial -o tal vez la misma- repudia el último gobierno de facto.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
¿Por qué nadie denuncia que ahora hasta esa misma Corte "parida por el kirchnerismo" (como se diría en el lenguaje desdeñoso que por desgracia aumenta día a día) es desactivada, saboteada e insultada por miembros del Ejecutivo y otros actores sociales? Como dije al principio, es una calamidad. Que provocará altos costos en muchos ámbitos. En efecto, cuando la ley no es reverenciada, el barco en el que navegamos pierde su timón. Todo empeora. Ahora mismo cualquier argentino pensante sufre la realidad de jueces que lucen coraje y ecuanimidad, y jueces que parecen mucamos del Ejecutivo.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Ojalá pudiéramos leer libremente que el premio Nobel Konrad Lorenz, que estudió la conducta comparada de los animales y de los seres humanos, cuenta que una vez encontró a un amigo pegándole a su perro. Cuando lo inquirió acerca de este extraño comportamiento, su amigo le dijo: "Es que estoy por darle un gran placer a mi perro, porque ¿te imaginás el alivio que va a sentir cuando deje de pegarle?". Esta anécdota podría aplicarse al clima de distensión política que hoy vivimos nada más que porque Néstor Kirchner ya no está agrediendo cada día a algún enemigo. La Presidenta deberá aceptar, al contrario, cambios profundos en su gobierno, si es que quiere perdurar con éxito en el poder hasta 2015 porque, si no lo hiciera, su segundo mandato podría tener un final similar al que padecieron Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa antes que ella. La confusión de la izquierda kirchnerista entre "orden público" –un orden severo, pero razonable, respetuoso de los derechos humanos de los protestatarios– y "represión salvaje" es la que nos ha traído a la situación actual, una situación que tenderá a agravarse mientras algunas decenas o centenares de personas continúen invadiendo las calles sin que nadie las contenga. Este proceso de disolución del Estado ha tenido como anexo la demonización de los dos órganos que en cualquier Estado bien equilibrado tienen a su cargo la protección del orden público: las Fuerzas Armadas y la policía. Sin una policía respetuosa, respetada y eficaz, y sin unas Fuerzas Armadas adecuadamente organizadas, no podría haber Estado. Esta es la carencia más profunda de la Argentina actual. Tampoco disponemos de una fórmula adecuada ante la insolencia creciente de la delincuencia, animada como está por la parálisis policial. Esta intolerancia hacia el otro, que desgraciadamente pobló nuestra historia, se acentuó todavía más bajo el turno de Néstor Kirchner. Toca ahora a su viuda reparar la herida. Tener Estado y ser nación: si ésta es la urgente tarea que aún nos falta.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
¿En qué medio se puede leer que se busca la reelección con un par de necesidades políticas objetivas: la consolidación de su candidatura para octubre; la captación de muchos votos que son renuentes pero imprescindibles para no colocarla en el albur de una segunda vuelta? El más inquietante de aquella colección de excesos pareció, tal vez, el que involucró a Vargas Llosa. Esos hombres incurrieron en un intento de censura y desnudaron criterios de construcción de pensamiento más acorde con el stalinismo o las pasadas dictaduras latinoamericanas que con un espíritu honestamente democrático. Todas aquellas omisiones no reflejarían en Cristina un cambio sincero, ni una vuelta de hoja en la historia del pasado reciente.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?
Ojalá pudiéramos leer libremente que la Argentina, perpleja y asombrada , ha asistido a los episodios de violencia colectiva más estremecedores de la era kirchnerista. Cualquier diagnóstico módico podría hablar de un tejido social en estado de descomposición. Todo fue más grave aún que ese cuadro de infierno. La violencia y el descontrol, con cuatro muertos, ocurrió mientras la Nación careció de ejes y de referencias políticas, con un Estado inoperante y ausente. Valdría detenerse un poco en esos días de salvajismo. ¿Hicieron algo los Kirchner para modificar esa recurrente inoperancia policial mientras resolvían su repligue? En circunstancias como las actuales, con un trasfondo de muertes, violencia y desamaparo social, los gobernantes parecen quedar en soledad, extraviados, con sus limitaciones y sus sombras.
¿Sería posible publicar o difundir estas críticas en los medios locales?