Era tiempo ya para una innovación en el universo de los medios de comunicación. Era tiempo ya para la aparición de un nuevo periódico revolucionario. Para el nacimiento de una herramienta que informase y expresase al pueblo, en línea con los nuevos tiempos que lo contienen. Que rivalizara con los medios existentes, con el llamado "cuarto poder", que separase la paja del trigo, y que de este debate amplio alumbrase a la Patria la luz de la verdad, imprescindible para que la libertad plena se derrame en el pueblo todo.
“Ahora el cuarto poder existe, y yo diría que es el primero, sólo que no tiene nada que ver con la libertad de prensa y sí mucho con la libertad de empresa.
Hace mucho que el cuarto poder no está constituido por aquel súbdito español, y por añadidura republicano, que co¬noció mi infancia atravesando la plaza del pueblo con rumbo a la comisaría, gritando sus protestas bajo los empujones del sargento Cárdenas. No sólo ha cambiado el cuarto poder, sino que también muchos periodistas republicanos españoles que andan por ahí conchabados y por encargo de sus patrones son empujadores de sargentos Cárdenas, o se encargan de hacer bulla en otro lado para facilitarle la tarea.
El cuarto poder está constituido en la actualidad por las grandes empresas periodísticas que son, primero empresas, y después prensa. Se trata de un negocio como cualquier otro que para sostenerse debe ganar dinero vendiendo diarios y recibiendo avisos. Pero el negocio no consiste en la venta del ejemplar, que generalmente da pérdida: consiste en la publicidad. Así, el diario es un medio y no un fin, y la llamada "libertad de prensa", una manifestación de la libertad de empresa a que aquélla se subordina, porque la prensa es libre sólo en la medida que sirva a la empresa y no contraríe sus intereses.
Ahora en su calidad de primer poder, es el único que no es afectado por los golpes de estado. Porque además de ser de primera internacional y S.I.P. mediante, y también sin ella, es el que termina por disciplinar los otros poderes conforme a las exigencias de la libertad de prensa.” (1)
“Cuando yo era muchacho los diarios llegaban al pueblo con el tren de las 14 y 35. Los vecinos de pro terminaban a esa hora su siesta y se apoltronaban en la hamaca o en el sillón de mimbre a esperar —con el ojo puesto en la puerta de calle— la llegada del repartidor, atentos a que los hijos no les "madrugaran" el ejemplar.
Los dos diarios se leían minuciosamente, de punta a punta, con editorial y todo, y desde ese momento los vecinos respetables se consideraban en situación de adoctrinar a su vez.
A la caída de la tarde bastaba aproximarse a las ruedas para oír "Dice La Nación", "Dice La Prensa". Y las opiniones caían como sentencias.
Ahora sucede todo lo contrario. Y cuando alguno expresa una opinión se apresura a defenderse si el interlocutor le arguye: "Pero eso lo dice La Nación..." o "Lo dice La Prensa...", y para defenderse se remite a fuentes privadas e insospechables, como la prima de una mucama de un general. Fuentes que no están mejor informadas pero que no contienen doctrina, salvo cuando el mucamo es "gaita".(2)
Es por eso que este humilde servidor público reitera: era tiempo ya para la aparición de un nuevo medio revolucionario. Era tiempo para una innovación en el universo de los medios. Para que aparezca un medio que informase y expresase al pueblo, en línea con los nuevos tiempos que lo contiene. Era tiempo para una innovación en el universo de los medios, para que el gobierno produzca un cambio revolucionario en la comunicación de sus funcionarios y el pueblo. Era tiempo ya para la aparición de un nuevo periódico, y finalmente apareció ese nuevo medio de comunicaciónese aquel 7 de junio:
“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos.
¿Por qué se han de ocultar a las provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo el nuevo sistema. (...) ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que manifiesten el sucesivo estado de la Península? ¿Por qué se ha de envolver la administración de la Junta, en un caos impenetrable a todos los que no tuvieron parte en su formación?
Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a luz un nuevo periódico semanal, con el título de Gaceta de Buenos Aires, el cual sin tocar los objetos que tan dignamente se desempeñan en el Semanario del Comercio, anuncie al público las noticias exteriores e interiores que deban mirarse con algún interés.
En él se manifestarán igualmente las discusiones oficiales de la Junta con los demás jefes y gobiernos, el estado de la Real Hacienda y medidas económicas, para su mejora; y una franca comunicación de los motivos que influyan en sus principales providencias, abrirá la puerta a las advertencias que desee dar cualquiera que pueda contribuir con sus luces a la seguridad del acierto.
El pueblo recibirá esta medida como una demostración sincera del aprecio que hace la Junta de su confianza; y de que no anima otro espíritu sus providencias que el deseo de asegurar la felicidad de estas provincias” (3)
El 7 de Junio como Día del Periodista fue establecido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas celebrado en Córdoba, en recuerdo del primer medio de prensa con ideas patrióticas. El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno fundó la "Gazeta de Buenos Ayres", primer periódico de la etapa independentista argentina y órgano de comunicación de los ideales revolucionarios. Sus primeros redactores fueron Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli. Ese medio fundante es fuente de inspiración permanente de este blog basurero, por lo que hoy celebramos otro aniversario de su fundación.
Y por eso, este humilde basurero les desea felicidades a todos los periodistas en su día.
(1) Zoncera N° 37 del Manual de Zonceras Argentinas, de Arturo Jauretche.
(2) Zoncera N° 38 del Manual de Zonceras Argentinas, de Arturo Jauretche.
(3) Gaceta de Buenos Ayres del 07 de Junio de 1810. Por Mariano Moreno.