Hay una polémica casi
unánime durante estos años en relación al método de medición de la
inflación. En cualquier calle, bar, oficina, taller, fábrica, programa de radio o
televisión puede escucharse algo parecido a: No nos mientan más con la inflación. Basta del relato sobre la
inflación y el método para medirla. No nos mientan más con el verso sobre el
IPC (Índice de Precios al Consumidor), la medición de la inflación y su autenticidad.
Dejen de utilizar el IPC para mentir políticamente…
A modo de síntesis, sólo
repasaremos algunos de estos argumentos opositores al IPC oficial:
Una inflación aceptable fue la que dominó el período 2003-2006. El
Indice de Precios al Consumidor (IPC), que es la medida utilizada para calcular
la inflación de un período a través de la variación en el precio de una canasta
de alimentos seleccionada, fue en promedio del 8%. La confiabilidad del
Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) todavía no había sido
puesta a prueba.
. Pero en aquel verano de 2006, los precios comenzaron a acelerarse.
Era el principio de un período caracterizado por lo que se conoce como
"inflación de demanda". Simple: la oferta de bienes y servicios era
insuficiente para satisfacer la demanda y el desequilibrio impulsó la suba de
precios. Aumentar la oferta no era sencillo. El fuerte crecimiento del consumo
durante los años previos había colocado a las empresas muy cerca del límite de
su capacidad instalada.
. El alza de precios empezó a hacerse visible y la negación fue la
política elegida para evitar que a la "inflación de demanda" se
sumara "la inflación por expectativas": si todos creen que los
precios van a subir, tomarán decisiones que harán que, finalmente, los precios
suban.
El INDEC comenzó entonces a publicar datos subestimados de acuerdo con
un "cambio metodológico" y dejó de ser, a partir de 2007, una fuente
creíble.
(…) la subestimación de la inflación tuvo otro objetivo: reducir el
pago de intereses de los bonos ajustables por CER, una medida técnica que
también refleja la inflación. Muchos creen que el ahorro estimado (30 mil
millones de dólares) no compensa el clima negativo que quedó instalado…
Ahora bien, ¿es verdad
que somos la vergüenza mundial por la manera de estimar el aumento de los precios?
¿Somos un rara avis en materia de
medición del IPC? Por supuesto, de acuerdo al relato opositor a ultranza somos
casi los delincuentes estadísticos más burdos del planeta, y nos proponemos
engañar no sólo a nosotros mismos sino a los inocentes ciudadanos del mundo, a
los honestos empresarios internacionales de las multinacionales y, además, a
los pulcros y estudiosos funcionarios del FMI y el Banco Mundial, quienes leen
absortos lo que dicen los periodistas argentinos sobre el INDEC.
Pero, ¿es tan
así? Como dudar es la especialidad de la casa, en los mismos medios este
humilde Basurero encontró este esclarecedor artículo sobre el IPC y las trampas
y triquiñuelas que se utilizan para menguar o suavizar sus valores. ¿En el
INDEC? preguntará el atento lector. Veamos unos tramos de la misma y lo sabremos:
Debate sobre el IPC
“¿Han cambiado la manera en que se mide la inflación? El IPC reportado
excluye alimentos y energía. Si se quitan esas cosas, se está excluyendo
precisamente lo que encarece todo lo demás. ¿Cuál es entonces la verdadera tasa
de inflación si se añaden ambos elementos y la influencia que ejercen sobre
todo lo demás?” Mensaje de un televidente norteamericano leído en un programa
emitido por un canal de Washington.
La polémica instalada alrededor del índice de precios oficial está lejos de ser una exclusividad argentina.
La polémica instalada alrededor del índice de precios oficial está lejos de ser una exclusividad argentina.
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) chileno interrumpió
recientemente la difusión de los valores considerados para el cálculo del
Indice de Precios al Consumidor. La medida coincidió con la publicación de un
informe privado que denunciaba la subestimación en la variación de precios de
ciertos rubros (vestuario, electrónica). El INE fue acusado también de
manipular las cifras del Censo 2012. Esto motivó una crisis interna en el organismo
chileno ya que once –de catorce– jefes técnicos operativos y de infraestructura
estadística publicaron una carta denunciando el accionar del director del
Instituto.
La principal potencia económica tampoco es ajena a esas discusiones.
La mayoría de los ciudadanos norteamericanos descree del índice oficial de
inflación. Entiende que su “realidad” no concuerda con los datos publicados por
el instituto de estadísticas públicas. El IPC también recibe críticas desde
círculos académicos. El economista John Williams sostiene que “con el paso del
tiempo los datos están cada vez más distantes de lo que la gente observa día a
día, pero el gobierno no para de cambiar las metodologías para poder construir
un sesgo alcista sobre los datos del PIB (la medida económica más amplia) o el
empleo, pero también para poder construir otro bajista para el IPC, que es la
medida más ampliamente conocida sobre la inflación”.
Las objeciones de Williams están centradas en las modificaciones
metodológicas implementadas durante la presidencia de Bill Clinton. Esa reforma
determinó que la canasta fija de bienes y servicios, entre otras importantes
correcciones (ajustes estacionales, alteraciones de las ponderaciones), fuera
reemplazada por una móvil. La conformación de esa nueva canasta presupone que,
ante un incremento de precios, los consumidores reducen su estándar de vida
adquiriendo productos de inferior calidad (y más baratos). Williams sostiene
que el IPC crecería, aplicando la antigua metodología, en torno al 8 por ciento
anual.
(…) esa deficiente medición incidiría en el cálculo del PIB. El
economista sostiene que “la recuperación oficial simplemente es una ilusión
estadística creada por el gobierno mediante la utilización de una inflación
subestimada al desvalorizar el PIB”. El ex editor del Wall Street Journal Paul
Craig Roberts agrega en “las mediciones amañadas subestiman la inflación. La
recuperación económica virtual de los Estados Unidos” que “los ingresos medios
de un núcleo familiar a finales de 2011 han vuelto al nivel que tenían en
1967-68... Williams ha desvalorizado los ingresos domésticos para llegar a su
valor real utilizando la medida oficial de inflación, que subestima
sustancialmente la inflación. Si Williams hubiera utilizado la metodología
oficial del gobierno de 1990 o 1980 para calcular el índice de precios al
consumo, los ingresos medios reales de los núcleos familiares serían menores.”
Como vemos, en "países ejemplo" como EE.UU. y Chile, los que se cita habitualmente para descalificar al nuestro con las comparaciones en materia económica (habitualmente caprichosas), el índice IPC oficial de medición de la inflación y el instituto oficial que lo mide están tan desprestigiados como en Argentina. Pero eso, por supuesto, los medios hegemónicos y la mayoría de los economistas mediáticos lo ocultan.
Por eso, este humilde
servidor público repite la supuesta queja popular sobre el tema de la inflación
y el INDEC, la que ahora cobra un sentido distinto:
No nos mientan más con la inflación. Basta del relato sobre la
inflación y el método para medirla. No nos mientan más con el verso sobre el
IPC (Índice de Precios al Consumidor), la medición de la inflación y su
autenticidad. Dejen de utilizar el IPC para mentir políticamente…