Desde las 18:00 hs., cuando se cerró el comicio, hasta pasadas las 19:00 hs., cuando se conocieron los primeros resultados, el rostro del PRO fue virando del amarillo al blanco pálido. Recién al confirmarse su triunfo por escaso margen el color piel volvió al rostro de los macristas y el amarillo al logo de Propuesta Republicana (el verdadero nombre de la derecha porteña).
Y la medida de ese tremendo golpe al orgullo macrista lo simboliza el cambio de discurso, el "darse vuelta como una media" (Aníbal dixit) en plena campaña, el cambio de estrategia electoral que mostró su intervención de ayer al mostrarse casi un candidato filokirchnerista. Si un político adopta el discurso político de su rival en la celebración del triunfo electoral de su partido significa que estamos ante una victoria pírrica y, muy probablemente, la asunción de la inevitabilidad de la derrota final de octubre.
Pero para ilustrar lo dicho, repasemos lo que se dijo de este tema:
El PRO perdió en nueve de las 15 comunas.
Lousteau venció a Larreta en la mayoría de los distritos aunque la diferencia para el macrismo estuvo en los barrios del norte.
Aquella diferencia vaticinada en diez puntos desapareció al ver los datos oficiales que dieron cerca de tres puntos. La fórmula Martín Lousteau-Fernando Sánchez de ECO ganó en nueve de las quince comunas porteñas.
En la anterior elección el candidato oficialista ganó en la mayoría de ellas, pero esta vez se revirtió la tendencia y la diferencia final que favoreció al PRO solo estuvo entre: Recoleta (Comuna 2), Núñez, Colegiales y Belgrano (Comuna 13) y Palermo (Comuna 14) donde el bloque liderado por Larreta hizo la diferencia final.
Martín Lousteau ganó en las Comunas 3, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y 15, aunque en todas hizo diferencias mínimas que no le permitieron marcar una diferencia mayor. La distancia más grande la logró en la 15, que corresponde a los barrios de Chacarita, Villa Crespo, La Paternal, Villa Ortúzar, Agronomía y Parque Chás donde obtuvo 59.497 votos, lo que significa un 54,44 por ciento en relación a los 49.788 sufragios y 45,56 por ciento con respecto a la fórmula Rodríguez Larreta-Santilli.
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El discurso kirchnerista de Macri
"Esta nueva muestra de confianza, este proyecto de cambio se extiende a toda la Argentina. Es un apoyo enorme para nosotros", sostuvo el jefe de Gobierno porteño.
"Siempre uno va a encontrar aciertos hasta en el peor de los Gobiernos. Este Gobierno ha tenido aciertos. Además, es un acierto que tengamos una jubilación digna", afirmó.
"Esta nueva muestra de confianza, este proyecto de cambio se extiende a toda la Argentina. Es un apoyo enorme para nosotros.
"Hay cosas con las que no podemos volver atrás: la Asignación Universal por Hijo no es un regalo, es un derecho. Va a ser la prioridad uno de nuestro gobierno terminar con la pobreza en nuestra Argentina.
Luego se refirió a las privatizaciones, la reestatización de YPF y Aerolíneas Argentinas. "Dicen que hay dos alternativas: privatizar mal como los 90 o administrar pésimo como en el 2000, y eso es falso. Aerolíneas Argentinas seguirá siendo estatal pero bien administrada. YPF seguirá siendo estatal. Las jubilaciones seguirán en manos de la Anses pero no serán una herramienta partidaria. Todos merecen una jubilación digna", sostuvo el empresario antes del cierre en el búnker del PRO donde luego dio una conferencia de prensa.
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La estrategia de Macri viró hacia intentar ahuyentar las preocupaciones que produce un eventual gobierno suyo: ratificó una serie de directrices del kirchnerismo a las que el PRO se opuso sistemáticamente en el Congreso.
- “Durante décadas hemos vivido entre Gobiernos irresponsables y ajustes económicos. Nos dicen que las alternativas son privatizar mal como en los noventa o administrar mal como en los 2000. Y eso es falso.”
- “YPF seguirá manejada por el Estado. La YPF que ellos privatizaron y que ahora confiscaron violando la Constitución va a liderar la recuperación de la soberanía energética, para que terminen los cortes de luz.”
- “Hay que reconocer que en estos años en algunas cosas se ha avanzado: la AUH no es un regalo que alguien nos pueda sacar. Vamos a trabajar para que el Congreso la apruebe”, prometió, aunque -en rigor- ya tiene fuerza de ley.
Por último, Macri atacó sin mencionar al oficialismo cuando dijo: “No me cabe esa idea de que los argentinos somos corruptos y mentirosos.” Con Larreta, luego, se dedicaron a minimizar el mal trago de la escasa diferencia con Lousteau en un día en que la Ciudad no les sonrió como esperaban.
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Alguien tendría que aclararle a quien pretende ser presidente de la nación que una cosa es confiscar (pasar al estado sin pagar) y otra expropiar (comprar forzosamente por parte del estado y abonando un precio justo) una empresa.
Un párrafo aparte merecen las culpables en parte de la ilusión desbordada que invadió al PRO en las semanas previas: las encuestadoras.
El papelón de las encuestadoras en la elección.
Las consultoras proyectaban una diferencia de unos diez puntos en favor de Larreta, el escrutinio muestra que Lousteau quedó a casi 3 por ciento.
En una nota publicada (...) en La Nación, el diario consultó a Federico Aurelio quien le atribuía a Horacio Rodríguez Larreta una cifra cercana al 55 por ciento y una diferencia de diez puntos con Martín Lousteau.
En la misma nota, un consultor de Poliarquía afirmaba que “salvo que haya una diferencia muy abultada a favor de Rodríguez Larreta (de más de 10 o 15 puntos) o excesivamente acotada (de cinco puntos o menos).
El viernes pasado, Clarín publicó una encuesta exclusiva de Management & Fit que le daba “una intención de voto al jefe de gabinete de Macri de 54,7 por ciento y a Lousteau, un 45,3%, es decir, más de 9 puntos”.
Dos días antes, habían citado una medición de González y Valladares que le atribuía a Larreta una intención de voto de 48,7 por ciento ante el 39,5 de Lousteau. Más acertados en la medición del voto en blanco, proyectaban 6,8 puntos.
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Lo que señalamos antes queda ratificado por la reacción de los voceros de la derecha que apoyaron (¿construyeron?) al macrismo desde siempre:
El ciclo histórico en que le toca actuar, signado por el tenaz y profundo vacío de representación de los sectores no peronistas, lo obliga (al PRO) a encarar una reconstrucción de la política a través de la política.
El problema anterior impone a Macri un desafío discursivo. La consigna principal que "el Ekeko", como llaman con cariño a Durán Barba los dirigentes de Pro, imparte a sus discípulos: "No hay que definirse acerca de nada" comenzó a fracasar en el lugar menos pensado: la Capital. Lousteau obtuvo un resultado sorprendente con una campaña conceptual. Por otra parte, si Macri no identifica su pretensión de ser "el cambio" con algunos contenidos, corre el riesgo de que sus competidores agiten en el electorado el miedo a lo desconocido. Es lo que hace Scioli cada vez que dice: "Qué sé yo qué querrán cambiar...". Macri debe superar un peligro grave para cualquier político: que su identidad sea definida por sus rivales.
El sucesor de Macri elaboró un proyecto para el área de cultura, con la idea de descentralizar la oferta a los barrios. Y lanzará un plan para la urbanización de villas de emergencia, a cargo de Carlos Pedrini. Su iniciativa más ambiciosa es un programa de seguridad, detallado en un trabajo de 500 páginas. No está claro si Guillermo Montenegro será el encargado de operarlo.
Además de diferenciarse de Macri con algunos programas, Larreta aspira a dar otro tono a su gobierno. Enfatizará la gestión social, sanitaria y educativa. En otras palabras, se correrá hacia la izquierda, obediente al mandato desarrollista de su padre, el inolvidable Horacio.
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La fiesta que arruinaron los amigos.
El fenomenal yerro de todas las encuestas venía con un análisis también unánime: si Rodríguez Larreta aventajaba a Lousteau por sólo cinco puntos era un completo fracaso, si lo hacía por diez era bastante bueno y si lo hacía por veinte era un triunfo total que comunicaba la robustez de Macri como jefe de la escuadra opositora. La diferencia fue finalmente de tres puntos, y el exiguo resultado obliga al macrismo a redoblar ahora sus esfuerzos para salir de este inesperado pantano, y a barajar y dar de nuevo con sus socios, que acusan falta de afecto y atención.
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Como vemos, este triunfo a lo Pirro del PRO, más claramente de la derecha conservadora o neoliberal, demuestra que la realidad electoral le impone un giro discursivo, un acercamiento al relato oficialista que durante años denigraron y utilizaron para hacer campaña opositora. Este humilde servidor público se atreve a advertir que los tiempos cambian y ahora vendrán caras extrañas al barrio de lo nacional y popular, pero el pueblo deberá reconocer y diferenciarlos de los que siempre transitaron por esa vereda que se verá en las próximas semanas superpoblada, por lo menos hasta octubre próximo.