En nuestra nota del 11 de setiembre anunciábamos que ya se había pergeñado el golpe blando contra el probable gobierno de Scioli, debido a que el establishment (o Círculo Rojo) asumía su imposibilidad de desplazar al kirchnerismo del gobierno legalmente. Desde entonces, las suspicacias o "denuncias" que alimentaban esas sospechas sólo han aumentado.
Para ilustrar esto, repasemos algunos hechos, empezando con lo que afirmábamos en aquellos días:
El golpe contra Scioli-Zannini ya empezó...
Luego de la primera vuelta de los comicios presidenciales en 2003, cuando Carlos Menem obtuvo el primer puesto con el 24% de los votos, seguido de Néstor Kirchner con el 22%, todas las encuestas daban ganador a Kirchner por un 60% a 40% o, pero aún, por un 70% a 30%. Pero días después, las presiones del establishment lograron que Menem desista de presentarse a la segunda vuelta, dejando así al próximo presidente con una debilidad de origen -por su escaso porcentaje de apoyo popular explícito- para afrontar el pesado legado del neoliberalismo menemista-aliancista. Y ése fue el comienzo del intento de golpe del poder real y permanente al nuevo gobierno (un golpe de un nuevo tipo, no violento, sin afectar a todas las instituciones sino apuntando directamente a la legitimidad del gobierno, para condicionar su rumbo o hacerlo caer antes de cumplir su mandato); algo de lo que ya fueron víctimas tanto Alfonsín como De La Rúa al final de sus respectivos mandatos, después de perder legitimidad en los comicios.
Esa intentona destituyente se concretó con las exigencias que su principal vocero de entonces (el editorialista del diario La Nación, Claudio Escribano) le presentó al futuro presidente en un encuentro privado, revelado entonces por Horacio Verbitsky en su nota "Los cinco puntos". Las condiciones exigidas por el establishment a través de Escribano eran: "alineamiento automático con Estados Unidos, encuentro con el embajador y los empresarios, condena a Cuba, reivindicación de la guerra sucia y medidas excepcionales de seguridad".
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Luego de esto, siguieron las denuncias anticipadas de fraude de la pitonisa fracasada Elisa Carrió, los resquemores que repiquetean hasta al hartazgo en los medios de difusión hegemónicos y en boca de políticos cuyo representación electoral es mucho menor que el rating que suelen brindarle los canales de TV y las radios, y el intento ridículo de que se computen los votos en blanco como votos positivos. Repasemos ahora la nota de este domingo de Horacio Verbitsky, que corrobora lo antedicho:
La posibilidad de una segunda vuelta se definirá en los comicios de hoy por pocas décimas o a lo sumo por un par de puntos de diferencia. Ante esa certidumbre, la oposición se apresta a denunciar fraude y condicionar así el proceso político, ya sea para mejorar sus chances en noviembre o para condicionar al eventual gobierno de Scioli desde antes de su comienzo. El espejo de Brasil muestra las alternativas que se abren para el candidato del Frente para la Victoria en la Argentina.
Si la elección presidencial se definiera hoy, Daniel Scioli sería el presidente con menor cantidad de votos de la democracia argentina fundada en 1983, salvo Néstor Kirchner en el anómalo 2003.
Sobre esta base la oposición está montando un juego peligroso, que tiende a la deslegitimación del sistema político y las elecciones democráticas. Su motivación no es que Scioli sea un mal candidato, lo que debería alegrarlos, sino que no son muy optimistas sobre la posibilidad de vencerlo, debido a la fidelidad del voto popular al Frente para la Victoria luego de doce años, y en el peor de los casos intentan condicionar su eventual gobierno, en términos parecidos a lo que ocurre hoy en Brasil. La Cámara Nacional Electoral convocó con las mejores intenciones a todos los partidos y les recomendó prudencia en el manejo de la información sobre el escrutinio provisorio porque las definiciones pueden depender de pocas décimas de un punto.
Diez puntos no es una ventaja pequeña: supera la que definió las últimas elecciones en Brasil, Canadá, Estados Unidos, Francia, Perú, Portugal y Venezuela, por ejemplo. En la Argentina fue de 11,6 en favor de Alfonsín en 1983 y de 10,1 por ciento en 1999 para De la Rúa. Esto permitiría afirmar que la victoria de Scioli sería por un amplio margen. Pero el requisito constitucional exige por lo menos 40 por ciento de los votos y 10 puntos de diferencia sobre la segunda fórmula. La Borra considera el máximo puntaje, el mínimo y el promedio que cada una de las 50 encuestas asigna a cada candidato y toma para su pronóstico ese promedio. Su conclusión es que Scioli pasaría del 40 y Macrì no alcanzaría el 30 por ciento.
Este es el sustrato objetivo sobre el que se montan los talibanes de la oposición. Los antecedentes políticos previos no son alentadores. Cuando el escrutinio provisorio en las elecciones para gobernador de Tucumán le daba 14 puntos de desventaja, Cambiemos denunció fraude, cosa que ya había hecho el macrismo en las más ajustadas por la gobernación de Santa Fe. Pero además, el martes la alianza denunció que se está preparando un fraude para hoy. Cuando Elisa Carrió dijo que la trampa será de uno o dos puntos para asegurar la victoria de Scioli, su entrevistador en la radio Vorterix le inquirió qué pruebas tenía. La diputada de la Avenida Santa Fe dijo que Indra no permitiría que el presidente de la Junta Electoral correntina, Gustavo Sánchez Mariño, accediera a la carga de telegramas y la revisión del sistema informático. Indra lo desmintió de inmediato: “El juez electoral nunca nos contactó”, dijo la vocera de la empresa española.
Cambiemos también obtuvo autorización de la justicia electoral para trasladar miles de fiscales de otros distritos a la provincia de Buenos Aires. Como esos fiscales sólo pueden votar allí donde están empadronados, este operativo puede implicar la pérdida de sus votos para el candidato opositor. El propio Macrì fundamentó la conveniencia de este curioso trueque al afirmar que “habrá gente organizada [se supone que del Frente para la Victoria] que usará tácticas fraudulentas para obtener ventajas”. Es decir que la idea de un falseamiento intencional y sistemático de los datos reales fue instalada en forma explícita por la dirigencia de Cambiemos.
(...) esa Alianza no distribuyó todas las boletas necesarias, nada menos que en la provincia de Buenos Aires, donde votan casi cuatro de cada diez electores del país. Quien manifestó su asombro por esta extravagancia fue el Director Nacional Electoral, Alejandro Tullio. Designado en ese cargo en 2001 por De la Rúa, Tullio hizo toda su militancia política en el radicalismo, donde llegó a ser uno de los hombres más próximos al ex presidente Raúl Alfonsín. Recién se desafilió en 2009. Los apoderados de Cambiemos dijeron que habían tenido problemas logísticos con las imprentas, pero cuando Tullio hizo pública su preocupación cambiaron el argumento y respondieron que desconfiaban del Correo Argentino, que perdía las boletas, por lo cual los fiscales las llevarían a los lugares de votación.
En 2007, Carrió proclamó que el gobierno de CFK nacía con una legitimidad segmentada, porque según ella se le había opuesto el 70 por ciento de las clases medias de los centros urbanos, la gente como uno. Pocos meses después comenzó la ofensiva destituyente encabezada por la Sociedad Rural. Si esta operación fue posible cuando Cristina duplicó los votos de la segunda minoría, ¿qué no podría ocurrir en una elección que se definiera por unas décimas o a lo sumo por un par de puntos, como con alta probabilidad ocurrirá hoy?
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Como hemos visto, la operación antidemocrática para quitarle legitimidad a un probable cuarto gobierno kirchnerista está en plena actividad. No obstante, nunca está todo dicho en este tipo de operaciones que intentan forzar o anular la voluntad popular, si es que hay un pueblo activo para contrarrestar cualquier intento de desautorización del voto soberano y desestabilización de un gobierno democrático y legítimo. En los días y meses próximos se verán las movidas de este ajedrez político que trasciende el ámbito nacional, y quizás entonces recurriremos a otra nota sobre este tema para aclarar o delinear el panorama.
Esperemos (propiciemos) que no sea necesario recurrir a otros instrumentos legítimos y legales o tácticas de movilización política para evitar estas amenazas contra la soberanía popular. Por ahora, creemos que no es necesario más que este tipo de notas para sortear cualquier peligro que pueda surgir en estos días. Por lo tanto, conciudadanos, votemos en paz, independientemente de a quién sea.
Otras notas sobre este tema de Basurero Nacional:
El fraude del "fraude" que denuncian quienes inventaron el fraude: la derecha argentina.
Tucumán 2015: el pueblo no sabe votar.
Misión Imposible: Aislar a Scioli de los Fernández (Cristina y Aníbal)...
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