24 de junio de 2013

Desestabilización: Las brujas no existen…

Esta afirmación hecha en pleno siglo XXI pecaría de obvia y redundante, sin embargo si tomamos el viejo dicho popular, lo aplicamos a la política y lo contextualizamos con una determinada mirada a nuestra sociedad podremos encontrarle un significado nuevo en relación a esta dolencia actual denominada "desestabilización". Veamos a dónde nos lleva esto.


Panorama

Para comenzar, expongamos primero una posible mirada hacia la sociedad desde la que podemos llamar la “teoría de los tres tercios”, que no es más que una derivación o reelaboración de lo expresado en una columna del antropólogo Alejandro Grimson, decano del IDAES de la UNSaM, llamada Hay tres Argentinas.
En la misma, Grimson se propone superar la dicotomía de analizar la sociedad argentina actual en dos bloques (oficialismo-oposición) para observarla como dividida en tres bloques distintos, de tamaños diversos y variables. Grimson identifica a cada una diciendo que: “la que está decidida a apoyar al Gobierno, la que está decidida a oponerse y un país dubitativo e indeciso, muy heterogéneo, que en ciertas circunstancias es mayoritariamente seducido por el Gobierno (elecciones de 2011) y en otras ocasiones toma distancia de él (elecciones de 2009). Este país murmulla. Aunque este país constituye en términos electorales aproximadamente un tercio del total, la paradoja es que una parte sustancial del debate político se despliega con voces que parecen más dirigidas a los convencidos que a los indecisos”.
Tomemos esta división en la sociedad apoyándonos también en lo expresado por el analista Manuel Mora y Araujo, quien coincide en una división tripartita de la sociedad pero lo hace desde el punto de vista del electorado:
“En la política hay una división tripartita. Hay un tercio que es opositor al Gobierno y está más bien en los sectores medio-altos y más competitivos. El tercio más favorable al Gobierno lo componen los sectores más bajos, pero también de clase media. Pero hay un tercio en el medio que no es lo uno ni lo otro. Es un tercio que existe en cualquier lugar del mundo, pero pareciera que aquí la clase política no lo puede visualizar ni lo reconoce. Nadie habla para esa gente. (…) El voto kirchnerista siempre tuvo componentes de clase media.
(…) al Gobierno, sólo con los sectores bajos, no le alcanzaría para tener todos los votos que tiene. Los sectores medios son volátiles, y muy influidos por cuestiones como la inflación o una economía con problemas. En contextos así, pierde confianza y se enoja fácil en el Gobierno”.

Es en este escenario de división de la sociedad en tercios nos proponemos analizar la situación actual de esta especie de dolencia de nuestra democracia (que provocó sus intermitencias institucionales desde sus orígenes de princípios del siglo XX), y en ella las posibles acciones protagonizadas por la oposición para lograr su cometido, pero principalmente de la oposición político-mediática, corporativa, que utiliza no sólo medios democráticos para defender sus intereses. Y es por eso que proponemos analizar los habituakes métodos de presión política que tiene ese bloque corporativo opositor a su disposición.


Diagnóstico

Cuando hablamos de bloque corporativo opositor, hablamos de corporaciones económicas, medios hegemónicos y figuras políticas minoritarias que ya han renunciado al juego político electoral democrático para llegar al poder (o el tamaño de su ego les impide hacerlo) y cumplen funciones testimoniales o desestabilizadoras subalternas al servicio de dicho bloque. El objetivo final es, seamos claros, la caída del gobierno o proyecto kirchnerista, ya sea derrotándolo en las elecciones a cualquier costo y mediante cualquier tipo de frente opositor, o provocando la renuncia presidencial con cualquier método. Para eso, cualquier receta es bienvenida, y no se renuncia en principio a ningún método para describir al gobierno con cualquier sanbenito: inútil, ineficaz, ignorante, corrupto, caprichoso, aislado de la sociedad o monstruo autoritario.
Pero la mejor manera de crear ese monstruo autoritario es convocando a monstruos anteriores bien conocidos, fijados en la conciencia colectiva de la sociedad, ya sea, por ejemplo, los más difundidos: el nazismo o el estalinismo, el castrismo o el más cercano en el tiempo, el chavismo. Para desprestigiar al gobierno hay que ensuciarlo, erosionar el origen del poder democrático que le da legitimidad, asociando la adhesión a su proyecto a la dádiva, a la corrupción generalizada de los receptores de sus beneficios o apelar a la precariedad y próximo final de dichos beneficios. Esto no es nada nuevo, y su constante repiqueteo en los medios masivos ya lo ha naturalizado en la "opinión pública".
Para deslegitimar al gobierno hay que enchastrarlo con una catarata de altisonantes denuncias de corrupción (sin necesidad de probarlas fehacientemente, judicialmente), tapar una denuncia mediática con la siguiente para que sedimenten antes de que sean aclaradas o no, descalificar cualquier medida de gobierno (aún antes de ser conocida en detalle) sin justificar el por qué. El objetivo oculto es forjar un sujeto execrable, un monstruo temible, corrupto y dañino para la sociedad, un objeto político que a corto o mediano plazo pueda ser inmolado sin remordimientos, sin importar los medios (democráticos o no, pacíficos o no), porque ante un perro rabioso no importan prejuicios o preceptos morales, sólo basta el sacrificio.
Para quienes esto pueda sonar exagerado, sólo deben recurrir a la historia argentina, por ejemplo a los años previos a 1930, a 1955, a 1966, etc. para hallar la construcción de imposturas similares: lo que hoy en día se llama "relato" ficcional. Allí se verá que luego de la "construcción" del monstruo autoritario sigue su expulsión de facto del gobierno mediante el uso de la fuerza, más o menos violenta dependiendo de la resistencia o del contexto histórico particular de cada momento.
No es necesario aclarar en pleno siglo XXI que a estos "monstruos" los sucedieron verdaderas dictaduras más o menos cívico-militares dependiendo del caso. Lo mismo puede comprobarse repasando la historia de los países del "tercer mundo".
Sin embargo, aquellos golpes militares del siglo pasado dieron paso en este siglo a los llamados “golpes blandos” (ver aquí) y allí el esquema de demonización se ve claramente, la fórmula se revela similar.
En nuestro caso, el modelo de “caída” del gobierno responde al modelo delarruista de profundización del deterioro económico-social y represión de la protesta (80% "mérito" propio, 20% contribución del peronismo duhaldista) o al modelo duhaldista de crecimiento geométrico de la pobreza y represión a la protesta. Pero esos modelos fallaron en el alzamiento de la patronal agroexportadora con apoyo mediático de 2008, aunque hoy se intenta recrear aquel mismo clima de época artificialmente, como intentamos exponer aquí.
El éxito o no de esta intentona destituyente de la oposición antikirchnerista fundamentalista (mayormente político-mediática) dependerá de la templanza e inteligencia del gobierno y, principalmente, de la claridad de los kirchneristas y los no kirchneristas para separar la paja del trigo, y aceptar las reglas de juego democráticas de selección de autoridades.
Hoy en día vemos que cualquier medio para deslegitimar al gobierno es bienvenido: el repiqueteo d denuncias creíbles pero también la reiteración de mentiras sistemática (sutil u obscena, da lo mismo) hasta que la sedimentación de ellas desfigure el clima favorable al oficialismo; la incitación a la desazón, a la desilusión, a la bronca contra el gobierno y sus adherentes; la desacreditación internacional del gobierno, el torpedeo de cualquier medida de gobierno, etc.
El fin es preparar el terreno para una derrota electoral catastrófica que deje al gobierno impedido de culminar su mandato con sus banderas en alto, o preparar el terreno para que cualquier conflicto detone una ola de violencia que obligue al gobierno a reprimirla y se desate un polvorín que nadie sabe en qué termina.

En cuanto al método o receta utilizado, acordamos con Edgardo Mocca cuando puntualiza en

El signo de la escena política argentina lo da la intensidad de la presión de los sectores económica, social y mediáticamente dominantes para arrinconar políticamente al Gobierno. Claramente, los dominios en los que se mueve el operativo son los de la economía, el clima social y la calle.
La presión sobre el valor del dólar a través de los circuitos ilegales de su transacción tiene un objetivo a esta altura muy evidente para quien quiera apreciar los hechos con una mínima honradez: el de forzar una macro-devaluación con inevitables efectos de brusca redistribución regresiva del ingreso, desorganización económica y crítica sensación social. ¿Quién de nosotros no ha visto escenas de este tipo en nuestro país? La pretensión de mostrar una situación de esa naturaleza -la de este intento y la de todos los anteriores, exitosos y fracasados- como un fenómeno “natural” de la economía, sin actores, sin coordinación es insostenible, salvo que la ignorancia de la historia sea aceptada como argumento. Es decir, estas movidas no son ni espontáneas ni difusas. Son jugadas económicas cuyo sentido no se agota en la economía: los que la impulsan y la coordinan tienen objetivos políticos muy claros y definidos.
Paralelamente a la extorsión económica se desarrollan las “investigaciones” sobre casos de supuesta corrupción estatal.
Es decir que hay que esperar para saber cuánto hay de cierto en cada una de las “certezas” que el periodista transmite semanalmente a la población.
(…) la inmensa mayoría de todo lo que se ha venido “informando” ya se conocía hace varios años; no hay casi nada de nuevo en los nuevos testimonios de las denuncias. Es decir, que todo el contenido del paquete ya estaba a disposición de quien quisiera usarlo y cuando quisiera usarlo. Lo único nuevo son dos cosas: la exitosa puesta en escena de la agitación antigubernamental que ha logrado Lanata -con el obvio concurso de la maquinaria multimediática- y la circunstancia concreta en la que se ha lanzado el operativo.
Confluyen en el discurso político de los medios de comunicación concentrados. Con estremecedora homogeneidad y simultaneidad, los mensajes mediáticos construyen una descripción de la realidad estrictamente subordinada a la creación de un clima políticamente irrespirable.
Para creer en el relato del “autoritarismo” hay una sola condición necesaria y suficiente: querer creerlo. El problema es que el “querer creerlo” presupone una intensidad pasional en el sujeto.
El “todo o nada”, el “ahora o nunca” no son llamados a la acumulación política gradual y sensata. Para que surjan ofertas opositoras es necesario, paradójicamente, achicarles el espacio social a los operativos desestabilizadores.


Pero no sólo analistas argentinos acuerdan con esta visión no paranoica sino realista de la actualidad política argentina. El Estudioso de los procesos sociales y económicos en Latinoamérica, el economista Mark Weisbrot (codirector del Centro para la Investigación Económica y Política, un think tank con sede en Washington, Estados Unidos, quien escribe una columna semanal en el diario inglés The Guardian y ha publicado artículos de opinión en los principales diarios estadounidenses, incluidos el The New York Times y el Washington Post) acuerda con esta visión:

–Bueno, parece claro que a una gran cantidad de opositores al actual gobierno, incluyendo en este grupo a buena parte de los medios de comunicación, les gustaría ver una crisis en la balanza de pagos. Estas personas están sin duda promoviendo una imagen muy exagerada de la actual situación económica y fiscal, casi como si se estuviera en 2001.
Hay que tener en cuenta que el gobierno, a diferencia de un banco individual, tiene reservas suficientes para mantener la estabilidad del tipo de cambio, por lo que no habrá una crisis de la balanza de pagos o una espiral de "inflación-devaluación", tal como se ha visto en el pasado.


Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de Argentina, como bien lo expresa aquí Ignacio Ramonet, catedrático de Teoría de la Comunicación en la Universidad Denis-Diderot (París):

El caso de América Latina es particular a escala internacional. Primero por la historia de los medios en América Latina. La radio y la televisión se han desarrollado en la región sobre el modelo estadounidense, sobre el modelo privado. Entonces son históricamente las oligarquías dominantes en América Latina las que además de dominar diversos sectores ligados a la producción y a la exportación han dominado los medios. (…) En cierta medida para confortar su poder económico y a la vez político. En la medida en que en América Latina tenemos estos tres aspectos muy ligados: son prácticamente las mismas familias, las mismas clases las que tienen el poder económico, el poder político y el poder mediático. Y hay una especie de articulación entre los tres.
 Ahí vemos cómo los medios que pertenecían a estos grupos asumen la función de oposición política. El caso más emblemático es el que se da en Venezuela el 11 de abril del 2002 cuando se le da un golpe de Estado a Chávez. (…)  pues van a utilizar a los medios y los medios son los que van a montar una especie de atmósfera general que va a crear las condiciones en base a mentiras, en base a manipulaciones, para que haya un golpe de Estado con intervención de los militares. Efectivamente, hay una voluntad de estos medios de sustituir los partidos políticos y de asumir de alguna manera esa función. (…) Esto es lo que se repite en muchos lugares. ¿Por qué? Porque los dueños de los medios forman parte de la misma categoría social o clase social que posee el resto, la economía del país y que ha poseído el poder político durante tanto tiempo. Y hoy en día consideran que los medios son el elemento que les va a permitir mantener esta renta de situación. (…) Hoy día lo que está ocurriendo es que estos gobiernos están tratando de hacer una reforma mediática, que suscita una resistencia desesperada de los latifundistas mediáticos que consideran que tienen ahí el arma con la que van a defender sus otras ventajas, evidentemente el poder económico tradicional histórico y el poder político en la medida que lo tenga. Este es el debate al que asistimos en toda América Latina. Con diferencias aquí o allá. Aquí se puede focalizar en torno a un grupo, como es el caso en Argentina del Grupo Clarín.
La Fox ha sido el modelo de todos estos medios golpistas latinoamericanos. No se dice suficientemente. La Fox ha sido el modelo Neocon, el modelo que ha lanzado la idea de que la información no ha de ser objetiva, que la información debe ser militante, una información de ataque, una información exclusivamente de agresión.


En Argentina este juego político de los medios hegemónicos se verifica en la historia de las últimas décadas (y principalmente en estos últimos años) en la conducta del Grupo Clarín, como lo explica bien el periodista Martín Sivak, autor de Clarín, el gran diario argentino:

El Grupo Clarín, desde luego, teje alianzas y tiene una enorme capacidad para presionar sobre los gobiernos y la política. Eso no es una novedad en su historia ni constituye un caso excepcional en el empresariado argentino; pero por su condición de empresa de medios puede ser más eficaz.
Roberto Noble, un astuto político, entendió al diario como una catapulta para llegar a la presidencia; luego dijo, a principios de la década de 1960, que él no podría ser presidente, sino que podía “hacer presidentes”, como puede leerse en su archivo personal.
Esa ilusión –porque en términos concretos Clarín nunca hizo “ningún” presidente ni nunca gobernó– trascendió a Noble. En 2001, Carlos Corach me dijo en una conversación: “Nosotros gobernamos diez años, pero Clarín gobierna desde antes y gobernará por muchos más.”
–Lo que más irritó a Kirchner fue la cobertura de TN. Los móviles en la protesta, la chapita “Paro Histórico”. (…) Clarín interpretó erróneamente que la crisis del campo y el voto negativo de Cobos implicaban el final del ciclo político. Y esa interpretación equivocada lo llevó a radicalizar las críticas contra el gobierno y su entusiasmo con algunos dirigentes como Julio Cobos.



Este panorama prácticamente sin salida para la oposición democrática se agrava ante la carencia de voluntad o renuncia de los principales partidos políticos opositores a ejercer el rol que el sistema les adjudica.
Las ideas, propuestas, críticas o iniciativas políticas opositoras no parten ya de los partidos políticos o centros de estudios propios sino de los medios hegemónicos. Los políticos entonces sólo se prestan a repetir los slogans y críticas generados por los voceros mediáticos, lo que los convierte en marionetas de los caprichosos ires y venires de los intereses político-económicos de los grupos concentrados.



Germen.

Como vemos, este no es más que un nuevo capítulo de nuestra pendulante historia política e institucional latinoamericana que quizás ya hemos dejado atrás. Sin embargo, la acumulación de tácticas y prácticas destituyentes o golpistas ya ha llegado a la teoría. Así es, todo ese acervo de movimientos golpistas (no exclusivo de nuestro continente) ha sido agrupado y sistematizado en un manual para desestabilizar gobiernos populares, inseguros para el establishment de cualquier país del mundo. Veamos sino un resumen de lo que señala aquí. el periodista Walter Goobar:

Manual de autoayuda para golpes de Estado suaves
Un libro del politólogo estadounidense Gene Sharp, titulado “De la dictadura a la democracia” y traducido a 30 idiomas, es la nueva Biblia de los desestabilizadores en los cinco continentes. Las recetas de Sharp ya se han utilizado con resultados diversos en las asonadas golpistas de Venezuela, Honduras, Ecuador, Paraguay y Bolivia.
(…) construyendo un escenario para un golpe de Estado “suave”, una nueva modalidad de desestabilización fabricada en los laboratorios de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) que ya ha sido experimentada en Europa del Este y Venezuela. Esta recreación del golpe como método para interrumpir procesos de amplia participación popular, ha sido concebida por intelectuales como el politólogo estadounidense Gene Sharp, autor de una biblia de desestabilización que ha sido traducida a 30 idiomas.
(…) los consejos de Sharp implican la puesta en marcha de varias fases, desarrolladas incluso simultáneamente, que van desde el ablandamiento, deslegitimación, calentamiento de la calle, hasta la fractura institucional.
La estrategia golpista –basada en el opúsculo de Sharp De la dictadura a la democracia– se ejecutó con éxito en el derrocamiento del presidente georgiano Eduard Shevarnadze, en noviembre de 2003, y la ascensión al poder de Viktor Yuschenko en Ucrania, en diciembre de 2004.
En América latina la estrategia del “golpe suave” se ha registrado a través de cinco modalidades. Ha triunfado en Honduras (2009) y Paraguay (2012), pero ha fracasado en Venezuela (2002), Bolivia (2008 y 2012) y Ecuador (2010).
(…)
Sharp ha tenido que enfrentar acusaciones de pertenecer a una organización de fachada de la CIA y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, utilizó su programa semanal para advertirle al país que Sharp era una amenaza a la seguridad nacional.
De acuerdo con Sharp, la estrategia del “golpe suave” puede desarrollarse por etapas jerarquizadas o simultáneamente de la siguiente manera:

1ª etapa: ablandamiento, empleando la Guerra de Cuarta Generación: desarrollo de matrices de opinión centradas en déficit reales o potenciales,
cabalgamiento de los conflictos y promoción del descontento, promoción de factores de malestar, entre los que destacan: desabastecimiento, criminalidad, manipulación del dólar, lockout patronal y otros, denuncias de corrupción, promoción de intrigas sectarias y fractura de la unidad.

2ª etapa: deslegitimación: manipulación de los prejuicios anticomunistas, impulso de campañas publicitarias en defensa de la libertad de prensa, derechos humanos y libertades públicas, acusaciones de totalitarismo y pensamiento único, fractura ética-política.

3ª etapa: calentamiento de la calle: cabalgamiento de los conflictos y fomento de la movilización de calle, elaboración de una plataforma de lucha que globalicen las demandas políticas y sociales, generalización de todo tipo de protestas, exponiendo fallas y errores gubernamentales, organización de manifestaciones, trancas y tomas de instituciones públicas que radicalicen la confrontación.

4ª etapa: combinación de diversas formas de lucha: organización de marchas y tomas de instituciones emblemáticas, con el objeto de coparlas y convertirlas en plataforma publicitaria, desarrollo de operaciones de guerra psicológica y acciones armadas para justificar medidas represivas y crear un clima de ingobernabilidad, impulso de campaña de rumores entre fuerzas militares y tratar de desmoralizar a los organismos de seguridad.

5ª etapa: fractura institucional: sobre la base de las acciones callejeras, tomas de instituciones y pronunciamientos militares, se obliga la renuncia del presidente.


Ahondemos un poco más en esta especie de manual del alumno golpista y encontraremos más coincidencias con hechos recientes en nuestro continente:

El autor también es fundador del Instituto Albert Einstein cuya misión es elaborar y enseñar teorías y estrategias para derrocar gobiernos con tendencias comunistas o socialistas y progresistas.
Documentos desclasificados por Wikileaks afirman que en noviembre del 2006 La Sección de Intereses norteamericano con el apoyo del Instituto Albert Einstein de Gene Sharp organizo una reunión de jóvenes opositores cubanos para llevar a cabo una “revolución de colores”.
Cuando no se está luchando contra un gobierno “tirano” las enseñanzas de este agente de la CIA son puestas en prácticas por diferentes movimientos entre ellos Yo soy # 132. No obstante se trabaja dentro del movimiento para crear división y separar a los elementos “radicales” de los “buenos”. Cuando los primeros proponen darle un toque ideológico/Político los buenos afirman que son apolíticos. Si los radicales pintan paredes para demostrar su descontento, inmediatamente los sharpianos señalan la “acción vandálica” para restablecer la armonía urbana.





Repasemos algunos de los numerosos métodos aconsejados en este manual y veamos si son conocidos por los argentinos:


LOS METODOS DE LA ACCION NO VIOLENTA:
LOS METODOS DE PROTESTA Y PERSUASION NO VIOLENTA.

Presiones sobre los Individuos. 
31. Hostigamiento a los funcionarios (siguiéndolos constantemente, recordándoles, silente, respetuoso) (N d. E.: ¿Escraches?)
32. Mofa de los funcionarios (ridiculizándolos e insultándolos) (N. d. E.: ¿Periodismo para Todos? ¿Comentarios en los periódicos on line y redes sociales?)
33. Fraternización (sometiendo a las personas a intensa influencia directa, para convencerlos de que el régimen que sirven es injusto)
35. Sátiras y jugarretas humorísticas (N. d. E.: ¿P.P.T.?)

LOS METODOS DE LA NOCOOPERACION ECONOMICA:
1. BOICOT ECONOMICO
Acción de los Trabajadores y Productores
79. Boicot por parte de los productores (negativa de parte de los productores a vender o a repartir sus productos) (N. d. E.: ¿Lock out de la Mesa de Enlace?)

Acción de los Propietarios y Gerentes
81. Boicot de los comerciantes (negativa de los detallistas a comprar o vender ciertas mercancías)
82. Negativa a dejar o vender propiedad
83. Cierre (el empleador inicia el paro de trabajo cuando cierra temporalmente la operación)
85. “Huelga general” de los comerciantes

Acción por los Poseedores de los Recursos Financieros
86. Sacar los depósitos del banco
88. Negativa a pagar deudas e intereses
89. Recorte de fondos y créditos
90. Negativa de ingresos (negativa a darle ingresos al gobierno voluntariamente) (N. d. E.: ¿promoción a la evasión de impuestos?)
91. Rechazo de la moneda del gobierno (demandar formas alternativas de pago) (N. d. E.: ¿Acicateo mediático del “dólar blue”?)


Como vemos, nada nuevo bajo el sol de estas tierras. Nada que no figure en los libros de historia sobre la caja de herramientas del golpista autóctono. Pero sorprende verlo todo reunido en un solo manual y debidamente sistematizado. Y es así que recobra actualidad lo que ya habíamos advertido oportunamente en nuestra La irreversible “chavización” del kirchnerismo sobre la demonización del oficialismo triunfante en 2011:

Esta oposición político-mediática no sólo no pudo convencer al electorado con sus argumentos sino que muchos de sus miembros quedaron presos de esas mismas falacias, girando en un círculo vicioso con su discurso autista, y por lo tanto asumieron que el fin del “kirchnerismo” (no del peronismo) estaba a la vuelta de la esquina. Por eso se sorprendieron el 14 de agosto (de 2011) con el triunfo avasallante del oficialismo, como expusimos aquí mismo en ¿Sorpresivo triunfo arrollador de Cristina?.

Y luego del triunfo del kirchnerismo en las PASO de 2011 Carlos Pagni advertía desde La Nación:

“La historia ayuda a pensar. En 1951, Juan Perón, que venía de cerrar La Prensa y de militarizar a los ferroviarios, se reeligió por el 62,5% de los votos. El respaldo le sirvió para terminar con el poco pluralismo que quedaba en la Argentina.
Es el peligro con que amenaza el desequilibrio de poder.”


Joaquín Morales Solá agregaba que:

“Si fuera esta última corriente la que prevaleciera, es probable que a la Argentina no kirchnerista (que es la mitad del país) la aguarden épocas de insoportables intolerancias, de arbitrarias persecuciones y de insistentes campañas mediáticas
El kirchnerismo ha tenido, hay que reconocerle, una enorme capacidad para poner en funcionamiento los mecanismos del fanatismo y para despertar los viejos rencores sociales, latentes durante décadas.

“Cristina Kirchner camina no sólo hacia una victoria, sino también hacia una enorme concentración de poder en sus exclusivas manos.
 La Presidenta contará con mayoría propia en las dos cámaras del Congreso si se cumplieran los actuales pronósticos de las encuestadoras más serias del país.
Es difícil encontrar tanto poder eventual en una sola persona en la historia de la nueva democracia argentina.
El kirchnerismo empieza y termina en Cristina Kirchner. Ella no tiene partido ni gabinete ni equipo. No le deberá nada a nadie, salvo a sus votantes, si es que aceptara esa deuda. Está sola en medio de un océano de poder. Puede girar a la izquierda o a la derecha. Puede ofrecerles a los británicos la paz o la guerra. Ningún país se siente seguro cuando todo depende del humor de una sola persona.
La ilusión de un poder absoluto y largo es inherente al poder.”


Luis Majul aportaba diciendo que:

El peligro de que, con semejante victoria y casi ningún contrapeso, disparates como la manipulación de las estadísticas oficiales, los hechos de corrupción ostensibles y la sistemática persecución a sindicalistas, empresarios, medios y periodistas que no piensan como el Gobierno pueden continuar y crecer todavía más, porque no van a recibir castigo de ningún tipo. “


Mariano Grondona sumaba su granito de arena:

(…) “porque apuntan en dirección del hiperpresidencialismo que procuró Néstor Kirchner y que su esposa podría consolidar ahora en medio de la euforia de su triunfo. El equilibrio de los poderes que imaginó Juan Bautista Alberdi sin abandonar por eso un sesgo “presidencialista” aunque no hiperpresidencialista”, podría verse seriamente comprometido a partir de ahora. Puede afirmarse como una presidenta autoritaria si, apoyándose en las extraordinarias cifras de las elecciones primarias, decide acentuar la concentración del poder en torno de su persona.

El “unicato” apunta a describir aquellas situaciones en las que una persona domina por entero el sistema político (…) En la cumbre de su exaltación, la señora de Kirchner tiene tres caminos por delante. El primero, la pretensión “eterna” de una serie interminable de reelecciones por encima de la Constitución. El segundo, un viraje republicano a la manera del segundo Perón que ya no le ofrecería un trono sino un pedestal. El tercero, un “trasvasamiento generacional” en favor de su hijo Máximo.”



Incluso en estos días hemos visto volver, reverdecer exageradas acusaciones sobre un supuesto autoritarismo gubernamental que lo asemejaría a un régimen autocrático. Como ejemplo, reproduciremos sólo algunas frases sugestivas:


Hablando del régimen nazi La Nación dijo (nada inocentemente):

(...) “de la gradual desaparición de una república y, en pocos meses, de la instalación de una dictadura con el apoyo entusiasta de la población y sus fuerzas vivas. La República de Weimar fue reemplazada por un régimen totalitario que concentró en una persona los tres poderes del Estado, eliminó los derechos individuales, controló la justicia, suprimió la prensa independiente” (…) Salvando enormes distancias, hay ciertos paralelismos entre aquella realidad y la actualidad argentina que nos obligan a mantenernos alerta. (…)Es importante que todas las naciones del mundo recuerden cómo surgió ese régimen y las terribles consecuencias que la cobardía o la conveniencia de los dirigentes y el temor o desinterés de la población pueden provocar al debilitarse los valores colectivos y la vigencia plena de las instituciones democráticas. (… )Los argentinos deberíamos reparar en los rasgos autoritarios que, cada vez con mayor frecuencia, pone de manifiesto el Gobierno, y cobrar conciencia de que es imposible prever cómo puede terminar un proceso que comienza cercenando las libertades y la independencia de los tres poderes del Estado, al tiempo que distorsiona los valores esenciales de la República y promueve enfrentamientos dentro de la sociedad”.


El mismo autor de este brulote, Bartolomé Mitre, ya había calificado al gobierno  en un reportaje a la revista brasileña Veja como una “dictadura con votos”.

Sigamos con las afirmaciones de otros intelectuales o políticos:

Marcos Aguinis ya había dicho:
En aquella oportunidad, al hablar de la fuerza comandada en Jujuy por Milagro Sala, escribió: “Las fuerzas (¿paramilitares?) de Milagro Sala provocaron analogías con las Juventudes Hitlerianas. Estas últimas, sin embargo, por asesinas y despreciables que hayan sido, luchaban por un ideal absurdo pero ideal al fin, como la raza superior y otras locuras. Los actuales paramilitares kirchneristas, y La Cámpora, y El Evita, y Tupac Amaru, y otras fórmulas igualmente confusas, en cambio, han estructurado una corporación que milita para ganar un sueldo o sentirse poderosos o meter la mano en los bienes de la nación”.

El economista Víctor Becker, ex director de Estadísticas Económicas del Indec, escribió en Clarín el lunes 27:
“Más cercano a nuestros tiempos, apenas asumido, Hitler creó el 5 de noviembre de 1934 el Comisariado del Control de Precios. Las Juventudes Hitlerianas se ocuparon de aplicarlo con especial saña a los comerciantes judíos, considerados genéricamente especuladores
‘Si intentan controlar precios y jornales, es decir el trabajo del pueblo, deberán controlar la vida de las personas y ningún país puede intentarlo a medias. Yo lo hice y fracasé’. Es decir que se requiere un nivel de control social aún mayor al impuesto por la Alemania nazi”.


Ya Mariano Grondona había asociado a La Cámpora con las juventudes hitlerianas en 2010. Y la diputada Elisa Carrió dijo, entre otras cosas:
"No son democráticos, no son republicanos, son estalinistas. Se van a quedar con las propiedades de todos, miren lo que hizo Putin en Rusia. Van a hacer quebrar a todos los diarios de la argentina independiente. La AFIP se va a meter en tu casa y te va a decir por qué tenés dos casas, por qué no tenés una, mientras ellos va a ser los más ricos del mundo...".

Y en otra ocasión afirmó: “Hoy estamos por el aniquilamiento republicano que produce el kirchnerismo, total, jueces que garantizan impunidad, escribanías en el congreso, concentración del poder, persecución y control de la sociedad, estamos en una dictadura de la mayoría, caracterizada por el fascismo. por la imposibilidad de pensar. Y sin garantías constitucionales. Porque ¿dónde están las garantías constitucionales? ¿Por qué no puedo comprar un dólar yo?"


Pero tamaña desproporción en el análisis debería llamarnos a relativizar esos dichos  porque, como señala el sociólogo y analista Ricardo Rouvier:
“El discurso político tiene como una de sus características intrínsecas tener tres destinatarios. El político le habla a los convencidos, a la vez que rebate argumentos de sus adversarios. Ahora, lo que un político nunca debería dejar de hacer es dirigirse al mismo tiempo a quienes no están decididos. La pretensión de hablarle sólo a los indecisos, sin importar el propio grupo o partido, corre un riesgo: el de caer en el oportunismo y el electoralismo (que puede ser mal visto incluso por ellos). La pretensión de hablar a los gritos a los convencidos corre siempre el riesgo de renunciar a la persuasión”.
(…)Difícil convencer con tanta grandilocuencia a quienes perciben que las cosas son algo más grises.
Mientras crece el sector de los indecisos aumenta la polarización. Esto plantea varios problemas. En primer lugar, podría incrementarse la distancia entre este sector de la ciudadanía y las referencias políticas existentes. Crece una confusión y un malestar que no encuentran canalización. En segundo lugar, como ya se empieza a verificar, se utilizaría la denuncia de dicotomización como un arma para dicotomizar más y mejor, dificultando afrontar los debates que se tornan urgentes. En tercer lugar, como ya puede visualizarse, crecería el desarrollo de dobles estándares. Esto último implica corroer la construcción de criterios claros para juzgar acciones, como positivas o negativas, más allá de las identidades políticas de los actores.
Por ejemplo, si actores mediáticos o políticos logran instalar la definición de que el problema del país es la corrupción, los argentinos deberían apoyar un Frente Nacional contra la Corrupción.
Mientras la política se despliega como si el país estuviera dividido en dos, los ciudadanos miran con angustia qué va a suceder. La exacerbación de la confrontación dificulta la comprensión de los motivos de la misma por parte de amplios sectores.


Pero ese, precisamente, puede ser el objetivo secundario: ir subiendo el tono de las denuncias e injurias para acicatear a los fundamentalistas de ambos lados, para recalentar el clima y esperar a que cualquier chispazo provoque un estallido violento que pueda preparar el escenario para una posterior destitución o rebelión popular, como las que ya hemos visto tanto aquí como en el resto del mundo.
No estamos desvariando ni exponiendo ciertamente ninguna teoría paranoica sobre caídas de gobiernos democráticamente constituidos, es mera interpretación de acontecimientos actuales en un contexto histórico nacional (salvando las distancias entre el contexto actual y los del siglo pasado) y mencionando medidas y acciones que figuran en el acervo cultural de cualquier desestabilizador vernáculo, y que todos (casi todos) conocemos o hemos vivido.



Antídotos

La movilización de opositores al gobierno en reiteradas oportunidades (y con un clima creciente de insatisfacción y desilusión ante el "inminente" fin de ciclo kirchnerista que los medios hegemónicos no se cansan de anunciar y que nunca llega) sólo demuestra la inutilidad estratégica de una movilización sin objetivos claros y comunes, sin un liderazgo político efectivo que los represente en las urnas y en el congreso.
Esa orfandad de representación se debe al círculo vicioso electoral en que se encuentran las minorías opositoras, como bien lo explica aquí el sociólogo Artemio López:

Los conceptos de "microclima" y "audiencias redundantes" son útiles para aproximarse al fenómeno de medios masivos opositores y su impacto sobre las preferencias electorales, ya que, como se demuestra en esta columna, solo impactan en sectores sociales cuya preferencia política ya está establecida.
Transitamos un largo período desde el año 2008 , ahora recargado en la figura carismática de Jorge Lanata, en el que abundan los acontecimientos reiterada y sistemáticamente editorializados por los medios que confrontan al oficialismo, que construyen así un microclima , teóricamente capaz de interpelar a la “opinión pública” nacional.
Una vez creado el microclima por los medios opositores, resulta inexplicable, por ejemplo, el notable nivel de convocatoria a los actos masivos en los que participa la Presidenta, (…) para no hablar de los casi 12 millones de votos obtenidos por la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou, en octubre de 2011.
¿Acaso los medios opositores no tienen ya ninguna capacidad de construir opinión pública en general y preferencias electorales en particular? Por supuesto que la tienen, pero acotada.
La redundancia y el acotamiento geográfico entonces explican el escaso impacto masivo y nacional de los temas que se han amplificado desde los aparatos mediáticos opositores en el último tiempo (…) Lo que si logra el dispositivo de medios opositores es redundar sobre aquellos ciudadanos que adversaban al gobierno que ensanchan su agenda de críticas y aumentan el tono de las mismas.
En nuestra perspectiva de análisis entonces, los medios opositores “cazan en el zoológico”.
Mientras los gobiernos populares antes del año 1983 eran depuestos no por PPT sino por GDE, más conocidos por golpes de estado, ese recurso “institucional” tan caro a los sectores conservadores de la sociedad, hoy ya no está disponible, al menos por ahora.

  
Pero entonces ¿cómo se refleja la prédica sistemática y permanente de los medios hegemónicos en esa población/audiencia cautiva? Como hemos dicho, No es necesario repasar aquí la enorme cantidad de insultos referidos a la presidenta y sus funcionarios que se oyeron en cuanta demostración opositora callejera se ha realizado desde 2008 en adelante para ejemplificar esta consecuencia. Sólo agregaremos lo dicho por un par de miembros de la Federación Agraria en una reciente asamblea que grafica bien muchos de los deseos expresados por esta oposición movilizada, huérfana de líderes que sepan encausar democráticamente sus reclamos:

(…)“ va a entrar parte del chavismo, parte del marxismo y "ese maldito progresismo que todavía no sabemos qué es"(…) "Acá hay que frenarlos. ¡Porque van por más!¡Vamos a frenar a este gobierno, señores! ¡ Ese es el problema que tenemos en el país!
"Acá hay que buscar la solución", (…) Y propuso un tractorazo "en la plaza de Mayo", que convoque a los "caceroleros" y "a la sociedad" para que "hagamos un frente común para frenar esto porque éstos son peor que Chávez. Por lo menos, Chávez está muerto, pero esta gente está viva". "Ese es el problema del país. Dejemos de declamaciones. Y si hay que poner la espalda, la vamos poner de nuevo, porque no queremos perder lo que tenemos", agregó.
"En nuestra zona, los productores están dispuestos a que este gobierno, o esta porquería que está gobernando, se vaya a patadas. Nosotros no venimos para ver si ponemos un político más o un político menos.
(…) Entonces, ¿qué se hace? ¿No vamos a ir nosotros del país? No. Se van a tener que ir ellos. Ahora, la modalidad, si es por las buenas o por las malas, no sé. Eso van tener que programarlo las entidades. Pero esto se tiene que terminar", azuzó.
"Hay muchos métodos sicológicos y de acción directa para destituir y hacer desaparecer a toda esta gente. El problema es la gente que está en el gobierno.
Así que la propuesta es que si vamos a hacer algo concreto y conciso que sea duro, pero duro, duro", cerró Daniel. Lo envolvió una ovación”.


Y aquí viene a ayudarnos la citada teoría de los tres tercios: toda esta estrategia de desgaste del gobierno sólo actúa sobre el tercio de la sociedad que ya es antigubernamental, azuzando y recalentando, sí, la desesperación, la bronca y el odio de esa audiencia política, pero casi no afecta al tercio oficialista o es en la práctica  contraproducente, fortaleciendo su apoyo al gobierno, y afecta mínimamente al tercio restante que también es testigo interesado en escuchar tembién la contraofensiva oficialista.
El resultado más palpable es el recalentamiento y la desilusión creciente de esa masa informe y diversa de opositores que resuelve arengar (e insultar) contra un gobierno que no los representa, y pide a gritos una utópica unión de toda la oposición (que tampoco los representa cabalmente) hasta llegar a descalificar y renunciar al juego democrático. Y es allí donde se pueden montar intereses minoritarios y antidemocráticos para jugar su carta final, en contra no ya del gobierno sino de la democracia, de las grandes mayorías y del país en su totalidad. Es decir que sobre ese tercio opositor es que trabaja el bloque opositor-destituyente, aumentando la virulencia de sus ataques ya sin medida ni escrúpulos. Pero quizás el contexto y nuestra historia político-social condicionen y relativicen la recepción de esa campaña en los otros dos tercios, por eso no es extraño que se haya invocado o que se vuelva a invocar a los peores demonios (dependiendo de quienes sean los destinatarios), ya sea a Hitler, al peor Perón, a Castro, a Chávez o al mismo Lord Voldemort para embestir contra todo lo que huela a oficialismo y descalificar hasta sus más mínimos actos de gobierno.



Tratamiento Preventivo

Ya habíamos adelantado en La irreversible “chavización” del kirchnerismo (3) en 2011 sobre los métodos utilizados para socavar al gobierno, pero en este contexto cobra ahora nuevo valor:

Por eso, para no enredarnos en esta próxima y bizantina discusión (que ya apareció antes de las elecciones y que llegará a su clímax en un par de años) es conveniente señalar claramente que para que el próximo gobierno de Cristina Fernández no sea tildado de chavista o autoritario deberá resignarse a gobernar con las manos atadas, pidiendo permiso antes de dar cada paso a los demás partidos políticos, a los medios de difusión, a los empresarios, a los oligopolios o monopolios y a veces a los embajadores de otros países… aunque él mismo represente al 40%, 60%, 80% ó 99% de los ciudadanos argentinos.

En ese entonces, como vimos, augurábamos que el proceso comenzaría luego del cierto triunfo electoral del oficialismo y crecería a paso lento pero seguro hasta reforzarse y llegar a su plenitud a mediados de 2013, con la intención de presionar mediante un juego de pinzas desde el exterior, a través de medios de difusión afines y sus instituciones internacionales patronales de medios (SIP, etc) y desde el interior mediante sus cientos de medios propios y políticos afines y fieles, con el fin último de provocar la derrota electoral al oficialismo en las próximas elecciones legislativas y así asegurarse que el próximo gobierno (no kirchnerista) sea permeable a sus presiones e intereses. Cabe aclarar que este tipo de movimientos políticos no son forzosamente coordinados entre los actores que intervienen, sino que son los propios intereses políticos, económicos e ideológicos los que juegan en forma independiente y que en determinadas circunstancias o acciones confluyen en el mismo escenario.

Que el gobierno actual se maneje bastante bien políticamente navegando en medio de los enormes intereses que aún pugnan por seguir gobernando el país, no quiere decir que ante la menor distracción o error suyo (por ejemplo, la resolución 125 o el reciente decreto para la regularización de los sueldos en Gendarmería y Prefectura, pero hay más) se vea el poder destructivo y antidemocrático de ellos. A eso apuntan estas reflexiones, a que estemos atentos todos, oficialismo, oposición e indefinidos (pero amantes de la democracia), a no distraernos con debates ficticios, prefabricados, tras los cuales anida la muy probable recurrencia del poder tóxico, destructivo de esos intereses, que no son los de la población, por cierto (lo que antes llamábamos “pueblo").

Porque, como sugerimos en el título, las brujas no existen… pero que pociones (para desestabilizar gobiernos democráticos y populares) las hay… las hay.

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