Aunque parezca contradictorio, la ocupación militar concretada por la
última dictadura aquel día dio por tierra con la larga, persistente y coherente
estrategia diplomática que habían seguido los distintos gobiernos democráticos
desde 1965, la que, de haber continuado, hubiera podido rendir sus frutos si la
ceguera e impericia (una más) de aquel "Proceso" cívico-militar no la
hubiera echado por tierra con esa alternativa militar. Hoy, 2 de abril, Día de los Veteranos y Caídos en aquel conflicto (aquella aventura irresponsable) este humilde servidor público quiere contribuir al esclarecimiento de ese período histórico. Es sabido que la
invasión a Malvinas fue una imposición en 1981 de la Armada a cambio del apoyo
al ascenso de Galtieri a presidente, pero es innegable la culpabilidad de las
tres fuerzas, además de los civiles que participaron en aquel turno de la
dictadura, entre ellos el canciller del momento, Costa Mendez.
Hoy se sabe que el deterioro de la situación económica del Reino Unido
en aquellos años, sumado al antecedente de un intento británico de negociar pocos años antes la
soberanía con Argentina demuestra que ese fatídico 1982 fue un imperdonable
retroceso (cuantificable en décadas) que la dictadura impuso en nuestra historia
(uno más). Para aclarar el tema, este humilde servidor público repasa algunas
notas ya publicadas en Basurero Nacional:
La presidenta argentina sorprendió a la opinión pública mundial y quizás
a muchos argentinos al revelar en 2012 que lo que su gobierno pretende es
"reanudar" las negociaciones entre Argentina y el Reino Unido sobre
la soberanía por las Islas Malvinas (como lo estipuló reiteradamente la ONU)
porque, dijo, las mismas ya habían comenzado en forma reservada en 1974, y a
propuesta de la misma Gran Bretaña, aunque a posteriori se habían estancado
tras la muerte del entonces Presidente Perón.
Repasemos algunas de las palabras de la presidenta Fernández ante el Comité de
Descolonización de las Naciones Unidas en 2012:
Desde la creación de este
Comité se han resuelto 80 casos de ex colonias, 11 casos de fideicomisos y sólo
restan resolver 16 cuestiones coloniales, 10 de las cuales son originadas por
el dominio en territorios usurpados, por parte del Reino Unido, y yo vengo a
hablar aquí precisamente de la Cuestión Malvinas. (…)
Yo quiero referirme
también a la historia, a una historia que se quiere negar. No estoy acá porque
hace treinta años, estoy acá porque dentro de unos meses va a ser 180 años que
fuimos usurpados. El capitán Pinedo debió abandonar las Islas porque una
corbeta inglesa, muy superior en poderío militar, como lo era en ese momento el
imperio inglés, el gran imperio naval, del siglo XIX, (…)
Quiero también hablar de
la diplomacia; decía recién una frase el señor vicecanciller de Chile:
“reanudar las negociaciones entre Argentina y el Reino Unido”, nunca mejor
empleado ese término, señor vicecanciller. Porque hubo negociaciones entre el
Reino Unido y mi país, la República Argentina, se desarrollaron durante la
tercera presidencia del Presidente Perón, hubo - con la más estricta reserva -
a través de lo que se denomina un non-paper – es así canciller, ¿no? es un
papel, no es un paper, sino un papel secreto, en el cual el embajador inglés,
en la Argentina, por indicaciones del Foreing Office, toma contactos con Vignes
para ver si podíamos arribar a un acuerdo entre ambos países. Y hace una
propuesta que también figura en la cancillería argentina. (…)
Desgraciadamente, señor
presidente, los análisis que hacía la cancillería inglesa – el Foreing Office –
acerca de la situación en que derivaría la muerte del Presidente Perón o la
inminencia de un golpe de Estado, que tardó un poco más, pero que llegó
inexorablemente – porque ya estaba decidido desde mucho antes – abortó esta
negociación que existió entre el Reino Unido y mi país, la República Argentina,
en los términos que plantea precisamente la resolución de Naciones Unidas.
Nosotros queremos por eso – tal cual lo manifestaba el vicecanciller chileno -
la reanudación de esas negociaciones. (…)
La Argentina está abierta
a la negociación como lo demostró esta negociación que existió en 1974 y que
quedó trunca. Y que implica, además, por parte del Reino Unido al
reconocimiento de que hay una cuestión litigiosa en materia de soberanía. Si
no, ¿por qué razón el gobierno del Reino Unido, a través de su Embajador envía
secretamente este papel al canciller Vignes para ser tratado por el general
Perón y luego el general Perón lo contesta?
Basurero Nacional ya ha publicado esa propuesta británica, aunque
no está de más recordarla ahora agregando la contestación que el gobierno
argentino de entonces acercó al Foreign Office británico. Antes, para
contextualizar ambos documentos debemos consignar que las tratativas entre
Argentina y Gran Bretaña habían comenzado en 1966, durante el gobierno de
Arturo Illia, en cumplimiento de la resolución de las Naciones Unidas que
instaba a ambos países a resolver el conflicto de las islas por vía de
negociaciones diplomáticas. En 1974 el gobierno laborista de Gran Bretaña
sostenía la necesidad de desprenderse gradualmente del archipiélago por los
altos costos de mantenimiento, pero antes pretendía llegar a un acuerdo con la
Argentina para la explotación de los recursos petrolíferos e ictícolas que
rodeaban las islas.
El 11 de junio de 1974, Gran Bretaña le propuso a Juan Domingo Perón por
nota confidencial a través del entonces embajador británico en Buenos Aires,
James Hutton, una administración compartida del archipiélago con el propósito
de "poner fin a la disputa sobre la soberanía" y "crear una
atmósfera favorable dentro de la cual los isleños podrían desarrollarse de
acuerdo a sus intereses". Como vemos, Gran Bretaña no hacía entonces
mención de autodeterminación y sí en cambio de respetar los ”intereses” de los
isleños. El texto de la nota secreta es el siguiente:
Propuesta británica de negociación de la soberanía sobre Malvinas,
dirigida al Presidente Perón un mes antes de su muerte.
11 de junio de 1974.
Como secuela de la
conversación mantenida con Vuestra Excelencia el 4 de junio, tengo el placer de
informarle que he recibido instrucciones del Gobierno de Su Majestad para
proponer que las conversaciones entre Gran Bretaña y la Argentina sobre el
futuro de las Islas Malvinas sean reanudadas sobre la base de las salvaguardias
y garantías a extenderse a los isleños en el hipotético evento de un
condominio. Esas conversaciones se mantendrían sin perjuicio de las respectivas
posiciones de los Gobiernos del Reino Unido y la Argentina con respecto a la
soberanía territorial sobre la Islas Malvinas.
Se me encarga explicar
que el principal objetivo del Gobierno de Su Majestad al entrar en
negociaciones sobre la base de un condominio sería poner fin a la disputa sobre
la soberanía al aceptar la Argentina una co-soberanía sobre las Islas, y que el
resultado podría ser un tratado que resolviera la disputa anglo-argentina y
creara una atmósfera favorable dentro de la cual los isleños podrían
desarrollarse de acuerdo con sus intereses. Por la duración del Tratado, ambas
Partes aceptarían una soberanía compartida sobre la Islas. Los condóminos
serían Su -Majestad La Reina y Su Excelencia el Presidente de la Nación
Argentina.
Hay diversas formas de
condominio, pero los elementos básicos podrían incluir lo siguiente:
1) Las banderas
británicas y argentina serían enarboladas juntas y los idiomas oficiales serían
inglés y español;
2) Todos los
"nativos" de las Islas poseerían doble nacionalidad;
3) Los pasaportes de la
colonia existentes serían reemplazados por documentos de viaje emitidos de los
condóminos;
4) La constitución,
administración y el sistema legal actuales tendrían que ser adaptados a las
necesidades de un condominio. El gobernador podría ser designado
alternativamente por la Reina y el Presidente de la Argentina;
5) Los demás cambios
constitucionales requerirían el acuerdo de los condóminos.
Debo informar también que
una Sesión conjunta de los Consejos Ejecutivo y Legislativo de las Islas ha
informado al Gobernador que no tiene objeción alguna a que se realicen
conversaciones con el gobierno argentino sobre salvaguardias y garantías
requeridas en un condominio. Sin embargo, debo declarar que el Gobierno de Su
Majestad se sentiría libre de invitar representantes de las Islas a que formen
parte de la delegación británica, y que antes de llegarse a un acuerdo
definitivo, debería consultarse formalmente con los Isleños y buscarse su
aceptación mediante alguna forma de representación popular.
Sobre estas bases, el
Gobierno de Su Majestad propone que, si el Gobierno argentino está de acuerdo,
deberían realizarse conversaciones oficiales o preliminares en Buenos Aires lo
antes posible.
Ocho días después, el presidente Perón contestó la misiva con una
contrapropuesta que planteaba lo siguiente:
Contrapropuesta del presidente Perón.
1) Las banderas de ambos
países flamearán conjuntamente.
2) Las monedas argentina,
británica y local, tendrán curso legal en las Islas con el tipo de cambio
fijado de común acuerdo.
3) Los pasaportes y otros
documentos para los "nativos" serán reemplazados por otro único que
los administradores conjuntos determinen .
4) Serán administradores
conjuntos el Presidente de la Argentina y Su Majestad Británica.
5) Serán idiomas
oficiales el español y el inglés, en los que serán redactados todos los
documentos oficiales.
6) Se adaptarán a la
administración conjunta las normas legales del territorio argentino y el
británico en la isla.
7) Los
"nativos" de las islas gozarán de los beneficios de doble nacionalidad
a todos los efectos.
8) Alternativamente cada
uno de los administradores conjuntos designarán por el término de tres años al
gobernador de las islas: el primero será designado por la Argentina, y el
secretario de la Gobernación será designado por Su Majestad Británica.
9) Será propósito
fundamental de la administración conjunta, facilitar la gradual integración de
las islas a la vida política, social e institucional de la Argentina.
Luego de esa negociación interrumpida por la muerte de Perón, el Reino Unido planeó continuarla
en 1976. Veamos cómo:
Londres ofreció negociar
las Malvinas.
Documentos desclasificados revelan que el Reino Unido temía una
invasión argentina (…) Otros documentos, también desclasificados ayer, ponen de
relieve la magnitud de la crisis económica que heredó ese año el Gobierno de
James Callaghan y los temores del Foreign Office a una posible invasión de las
islas Malvinas si no se entablaban negociaciones con Argentina para ceder algún
tipo de soberanía sobre ellas. (…) Aquella crisis, que en marzo le había
costado el cargo a Harold Wilson, acabó sellando el regreso de los tories al
poder de la mano de Margaret Thatcher. Ironías del destino, Thatcher acabó
afianzándose en el poder gracias a la guerra de las Malvinas tras la invasión
de Argentina en 1982, que fue pronosticada en 1975 por el embajador británico en
Buenos Aires, Derick Ashe, en documentos enviados al entonces jefe del Foreign
Office y luego primer ministro, James Callaghan. Éste dio instrucciones a Ashe
para que dejara entrever a los argentinos que el Reino Unido estaba dispuesto a
negociar la soberanía de las Malvinas a espaldas de sus habitantes, aunque no
iban a reconocerlo. Las conversaciones no cuajaron.
Si algo faltaba para aclarar que la utilización
de la vía militar para la recuperación de las islas era un grave error de cálculo,
estos dos cables dirigidos en 1982 uno a Margaret Thatcher por Ronald Reagan y otro del
canciller norteamericano Haig a un colaborador de Reagan demuestran que EE.UU.
apoyaba a su eterno socio el Reino Unido desde antes de la invasión a Malvinas y que intervendría a favor de Gran Bretaña en caso de iniciado el conflicto armado.
Veamos los cables:
Carta del Presidente Ronald Reagan a la Primera Ministra británica
Margaret Thatcher horas antes del 2 de abril de 1982.
1º de Abril de 1982
Querida Margaret:
Acabo de hablar
largamente con el general Galtieri sobre la situación en las Falklands. Le
transmití mi personal preocupación sobre la posibilidad de una invasión
argentina. Le dije que iniciar operaciones militares contra las islas Falklands
comprometería seriamente las relaciones entre los Estados Unidos y Argentina y
lo urgí a abstenerse de una acción ofensiva. Le ofrecí nuestros buenos oficios
y mi buena voluntad de enviar a un representante personal para ayudar a
resolver esta cuestión entre Argentina y el Reino Unido.
El general escuchó mi
mensaje, pero no se comprometió a cumplirlo. En cambio, habló en términos de
ultimátum y me dejó la clara impresión de que estaba embarcado en un curso de
conflicto armado. Vamos a seguir cooperando con tu gobierno en el esfuerzo por
resolver esta disputa, ya sea intentando evitar las hostilidades o detenerlas
si estallan. Mientras tenemos una política de neutralidad sobre el tema de la
soberanía, no seremos neutrales si Argentina usa la fuerza militar”.
Con los más cálidos
deseos.
Ron.
Mensaje del canciller norteamericano Alexander Haig a un colaborador de Reagan en plena "negociación de paz" entre los contendientes.
En un mensaje dirigido
desde Buenos Aires para que fuese entregado “al Juez Clark inmediatamente”, el
Secretario de Estado de los EE.UU. Alexander Haig (que estaba negociando un
acuerdo entre Argentina y Gran Bretaña para evitar la guerra), da explicaciones
al asesor de seguridad de Reagan sobre un extraño llamado que le había hecho:
“Lo llamé desde una línea
abierta con la clara conciencia de que los argentinos podían monitorear la
llamada. Para romper el imposible impasse de esta mañana sobre la modalidad de
la retirada de las fuerzas, creé la impresión de que una acción militar
británica estaba a punto de tener lugar. Si bien esto puede parecer un poco
sobreactuado, tiene la virtud de ser cierto en el contexto de las primeras
unidades británicas que marchan hacia las islas South Georgia. Afortunadamente
la táctica funcionó y es vital para que yo me vaya de aquí con una valoración
argentina de que no sólo los británicos van a atacar, sino de que estamos a pocas
horas de que eso suceda. Usted manejó esto en el teléfono precisamente como yo
esperaba que lo hiciera.
Calurosos saludos.
Al.
A todo esto, la dictadura pecó de improvisación en materia de conducción militar, que era para lo que supuestamente estaban preparados... Veamos lo que dijo al respecto uno de los militares que participaron en las hostilidades:
Entrevistado por Eduardo Anguita para el programa La historia en debate (...) el general (R) Martín Balza, quien peleó en la guerra de Malvinas mucho antes de ser jefe del Ejército, sostuvo: “La guerra es una tragedia. Nadie gana. (...) Malvinas fue una causa justa en manos bastardas”.
“Yo estaba en Paso de los Libres y me enteré por un suboficial que había escuchado por la radio que habíamos recuperado las Malvinas. Y menos de una semana después supe que ‘me enviaban al sur’ ”. No dudó en calificar de incapaces a quienes creían que Inglaterra no iba a reaccionar o que Estados Unidos no apoyaría al único gobierno conservador que tenía de aliado en Europa. “El Gobierno está ahora haciendo lo correcto. Insistir por la vía diplomática en la OEA, en la Celac, en Unasur y en cada organismo internacional”, afirma en la entrevista (...)
“El general Mario Menéndez –un inútil emperifollado y biotipo de oficina– carecía de aptitudes de mando. Impartió órdenes que no fueron acatadas. Su presencia en el frente de combate brilló por su ausencia. Se subordinó psicológicamente a Jofre, su subordinado, quien no se privó de llevarse un Ford Falcon, que a la postre utilizaría el general inglés Jeremy Moore”.
Nota completa
Cementerio de soldados argentinos en Malvinas, 2014
Como vemos, la afirmación del título de esta nota no es tan incoherente con los hechos vistos a la luz de los documentos históricos. La dictadura no sólo fue derrotada en un conflicto que nunca debió haber comenzado sino que arruinó un proceso diplomático previo que estaba encaminado a continuar con las negociaciones propiciadas por la ONU. Además, la dictadura sacrificó tantas vidas civiles y militares en pos de una aventura militarista autoreferencial o con la pretensión de prolongar una dictadura sangrienta y antinacional.
Estas décadas perdidas de estrategia diplomática (quién sabe cuántas) por semejante error histórico nos deben llevar a persistir en el camino de la paz y la diplomacia, aunque las reglas y las circunstancias históricas ahora sean otras.
Estas décadas perdidas de estrategia diplomática (quién sabe cuántas) por semejante error histórico nos deben llevar a persistir en el camino de la paz y la diplomacia, aunque las reglas y las circunstancias históricas ahora sean otras.
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