Estas y otras
frases por el estilo suelen oírse en los medios de difusión o en la calle, en los bares, las oficinas y
las fábricas. Y sobre estas afirmaciones se editorializa, se opina, se
diagnostica y se proponen soluciones contra la denominada “inseguridad”. Incluso, hasta se
legisla basado en estos preceptos de "la gente” elevados a verdad revelada,
indubitable. Pero, como dudar es la especialidad de esta casa, este humilde
servidor público se atreve a poner a prueba tales afirmaciones. Para ello
recurriremos a datos que puedan encontrarse en los mismos medios (que, por alguna razón suelen pasar desapercibidos) y a investigaciones de los especialistas en el tema, para contrastarlos con las afirmaciones del comienzo. Vayamos, pues, a los datos crudos de la realidad.
¿”Sensación de inseguridad"? La verdadera criminalidad en
Argentina.
Cualquier opinión,
análisis o comentario sobre el indefinido, impreciso fenómeno que denominamos
“inseguridad” suele estar teñido del tinte político de quien lo
enuncie. Esto ocurre tanto en los medios de difusión como en las charlas de
café o en los hogares. Como el interés de los medios no suele ser indagar en la
realidad sino trabajar o servirse de lo que se dice de ella, en sus informes sobre la inseguridad no se suelen dar cifras serias, concretas, certeras sobre el tema
sino que se esgrimen datos parciales, sin contexto y con el sólo propósito de
dar brillo, color o contundencia a la noticia, y no certeza o precisión en la exposición del
fenómeno. Y esto se potencia si quien lo hace es un político o periodista , ya sea oficialista
u opositor de cualquiera de los gobiernos: nacional, provincial o municipal.
Es por eso que
este humilde Basurero apelará para
este breve análisis a los datos brindados por reconocidas entidades,
organizaciones o expertos en la materia, para evitar cualquier sesgo político,
y de esta manera conocer la realidad de la inseguridad en estos pagos. Sólo del
conocimiento del verdadero estado de la inseguridad que se vive en nuestro país podremos
sacar conclusiones sobre los pasos a dar para reducirla porque, desde ya, sabemos que eliminarla es imposible, utópico.
Así es, sólo el
conocimiento de las cifras auténticas de crímenes y sus particularidades (alejándonos de las especulaciones o manipulaciones) nos dará la posibilidad de
conocer la verdadera criminalidad (según la Real Academia Española: número proporcional de crímenes) existente en nuestro país, para analizar luego las posibles medidas para reducirla.
Hablamos de criminalidad porque la inseguridad es una sensación subjetiva, imposible de mensurar objetivamente con cifras, cantidad de hechos, porque depende de cada uno de los sujetos y la interpretación que ellos hagan de los mismos; lo que sólo puede conocerse mediante encuestas (como veremos más adelante).
En cambio, la criminalidad es un dato fáctico, que surge de la cantidad de delitos cometidos (en el caso de este análisis, de homicidios), y se mensura tomando los homicidios efectivamente cometidos en una sociedad determinada.
Hablamos de criminalidad porque la inseguridad es una sensación subjetiva, imposible de mensurar objetivamente con cifras, cantidad de hechos, porque depende de cada uno de los sujetos y la interpretación que ellos hagan de los mismos; lo que sólo puede conocerse mediante encuestas (como veremos más adelante).
En cambio, la criminalidad es un dato fáctico, que surge de la cantidad de delitos cometidos (en el caso de este análisis, de homicidios), y se mensura tomando los homicidios efectivamente cometidos en una sociedad determinada.
En los estudios especializados
sobre criminalidad se suele tomar como índice confiable para determinar la criminalidad (inseguridad) de un país o ciudad, la cantidad
de homicidios dolosos (intencionales) por cada 100.000 habitantes que se producen en él, ya que se trata de un delito que no
puede ocultarse o pasar desapercibido y su conocimiento no depende de que sea denunciado ante la autoridad policial, porque la mera existencia de una persona
asesinada engrosa las estadísticas de la justicia. Ante esta realidad, lo que resta es trabajar sobre
el problema y (como dice el Juez de la Corte Suprema de Justicia y experto
mundialmente reconocido en la materia, Eugenio Raúl Zaffaroni), a nosotros también
“Nos interesa saber si sube o si baja la
violencia homicida, pero si no sabemos qué clase de homicidios tenemos, qué
motivaciones tenemos, cuáles son las circunstancias de victimización, cuáles
son las características de las víctimas, cuáles las del victimario, en qué
zonas se producen, cuáles son las motivaciones, evidentemente no es una
investigación dirigida a la prevención. No podemos prevenir de la misma manera
un homicidio intrafamiliar que un homicidio en ocasión de robo, que un homicidio
en ocasión de un asalto a un banco. Son formas de prevención completamente
diferentes. De modo que básicamente necesitamos esos datos”.
Pasemos ahora a los fríos números de la criminalidad, a los informes de
los estudios realizados con datos recolectados directamente en los expedientes
judiciales, donde se evita cualquier manipulación de cifras que puedan cometer funcionarios,
policías o periodistas. Apelaremos entonces a los datos de la ONU, a través de la Oficina de Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito, y a los datos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Comencemos entonces por verifica cuál es la dimensión de la criminalidad en Argentina.
* ¿Cuán segura o insegura es Argentina en el concierto mundial?
Según la oficina específica de las Naciones Unidas, la situación de nuestro país en materia de criminalidad (tasa de homicidios por año) es la siguiente:
Comencemos entonces por verifica cuál es la dimensión de la criminalidad en Argentina.
* ¿Cuán segura o insegura es Argentina en el concierto mundial?
Según la oficina específica de las Naciones Unidas, la situación de nuestro país en materia de criminalidad (tasa de homicidios por año) es la siguiente:
(Extracto
de la escala total)
Vemos así
que nuestro país está bastante bien posicionado en esta tabla de criminalidad en el mundo,
con una tasa de 5,5 homicidios por cada 100.000 habitantes por año; no tan bien como algunos países europeos (con tasas de alrededor de 1,5) o Cuba (5,0) y EE.UU. (4,7), pero mejor
que Uruguay (5,9) y mucho mejor que Brasil, cuya tasa es cuatro
veces peor (21,8) que Argentina. (Este último dato no se muestra en el segmento de la tabla exhibido arriba, click ver para la lista completa).
Pero
¿qué significa esta comparación? Significa que las posibilidades de ser asesinado
por alguna razón son similares en estos países y en el nuestro; salvo en Brasil, donde son 4 veces mayores que en Argentina. Paradójicamente, estos mismos son algunos
de los países donde los argentinos preferimos vacacionar, sin
sentirnos inseguros.
Para tener
un panorama más global, veamos este mapa que grafica con la intensidad del
color rojo las diferentes tasas de homicidios en todo el mundo (más oscuro significa más inseguro):
(Click para agrandar)
* ¿La inseguridad en Argentina está cada vez peor?
Veamos ahora cómo ha sido la evolución de la tasa de homicidios en nuestro país en las dos últimas décadas, también basándonos en los datos de la ONU.
Veamos ahora cómo ha sido la evolución de la tasa de homicidios en nuestro país en las dos últimas décadas, también basándonos en los datos de la ONU.
La
evolución de la tasa de homicidios en Argentina en la década 1990-1999 es la siguiente:
Ante
estos datos podemos arriesgar (humildemente) algún tipo de explicación
sociológica, incompleta, por supuesto, sobre los motivos del aumento en la
tasa de homicidios en esta década.
Como vemos, mientras que en los años 1990 a 1994 la tasa descendía de 4,5 a 3,9, fruto de un recomposición económica y un alivio social post hiperinflaciones (1989-1990), a partir de 1995 la criminalidad se espiraliza hasta llegar al pico de 9,15 en 1997. Aunque merma un poco en 1998 y 1999, siguen siendo las tasas más altas de la historia (hasta llegar al 9,2 en 2002 -como veremos- posterior a la debacle económica y social que todos conocemos).
Como vemos, mientras que en los años 1990 a 1994 la tasa descendía de 4,5 a 3,9, fruto de un recomposición económica y un alivio social post hiperinflaciones (1989-1990), a partir de 1995 la criminalidad se espiraliza hasta llegar al pico de 9,15 en 1997. Aunque merma un poco en 1998 y 1999, siguen siendo las tasas más altas de la historia (hasta llegar al 9,2 en 2002 -como veremos- posterior a la debacle económica y social que todos conocemos).
Este
fenómeno ratifica el peso enorme que los índices de desocupación, pobreza, indigencia y desigualdad ejercen en los de la criminalidad o inseguridad ciudadana.
Sigamos con los datos:
La
evolución de la tasa de homicidios en Argentina en la década 2000-2009 es la siguiente:
Vemos
aquí un fuerte descenso desde el pico histórico de 9,2 en 2002 hasta el 5,5 de 2009, cifra que se
mantiene hasta hoy. Es evidente que las políticas de inclusión económica,
el descenso de la desocupación, la pobreza, la indigencia y la desigualdad, junto con las demás políticas
sociales han mejorado los índices de seguridad.
Pero
para poner a prueba esta explicación, observemos qué se aprecia si contrastamos la evolución de estos datos en ambas décadas con la evolución de las tasas de
desocupación y pobreza en esos mismos años, la que se muestra en los gráficos siguientes:
Probemos también contrastando los mismos datos con la evolución del coeficiente Gini (índice de distribución de la riqueza) en esos años:
(Click para agrandar)
Se puede ver así la estrecha relación que existe entre el deterioro
económico-social y aumento de la desigualdad, y el aumento de la criminalidad en la década de los noventa; y, a su vez, se verifica también la estrecha relación entre la recuperación económico-social y el descenso de la criminalidad en la primera
década de este siglo.
(Para más detalles de la evolución de la economía
comparando ambas décadas ver aquí.)
* ¿Nadie va preso en Argentina? ¿Los delincuentes entran por una puerta y salen por la otra?
Para verificar ambas afirmaciones, repasemos los números de la misma Organización de las Naciones Unidas sobre la evolución
de la población carcelaria en Argentina:
Vemos entonces que, contrariamente a lo que se sospecha, las
cárceles están cada vez más llenas de presos. La población carcelaria pasó de 37.885
convictos en 2000 a 59.227 en 2010, casi duplicándose en diez años, lo que
no concuerda con la evolución de la población argentina. Este dato muestra que no parece
que muchos salgan por la otra puerta como se suele afirmar, por lo menos no
sin pasar algunos años encarcelados. Además, si vemos el porcentaje de detenidos que son inocentes, es decir que están procesados y no tienen condena firme, veremos que no es tan gratuita la vida al borde del delito, más aún si lo comparamos con los demás países
del continente.
Los datos sobre personas detenidas sin condena, como porcentaje del total de la población
carcelaria, son, por país:
Es decir que más de la mitad de los presos son ciudadanos inocentes que
esperan una sentencia (culpable o inocente). Y si abrimos el espectro histórico, veremos que desde la explosión del modelo neoliberal que produjo el incremento en la tasa de criminalidad, como
hemos visto, las cárceles incrementaron visiblemente su población, como se ve
en este gráfico:
(Click para agrandar)
Se aprecia también que la curva de población carcelaria no sigue el descenso de la tasa de homicidios de la década pasada, por lo que afirmar que “nadie va preso” en estos años por un excesivo “garantismo”, no parece tener mucho fundamento.
* Profundicemos ahora en el análisis de la criminalidad de Argentina.
Para enriquecer este humilde análisis, aprovechemos el trabajo metódico de un equipo de investigadores de la Corte Suprema de Justicia sobre la criminalidad en Argentina en los últimos años, el que nos provee de datos precisos y completos sobre la tasa de homicidios dolosos, tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como en el Conurbano. Repasemos ahora estos datos para complementar lo ya analizado hasta el 2009, pero profundizando así en el análisis para el trienio 2010 al 2012.
Para enriquecer este humilde análisis, aprovechemos el trabajo metódico de un equipo de investigadores de la Corte Suprema de Justicia sobre la criminalidad en Argentina en los últimos años, el que nos provee de datos precisos y completos sobre la tasa de homicidios dolosos, tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como en el Conurbano. Repasemos ahora estos datos para complementar lo ya analizado hasta el 2009, pero profundizando así en el análisis para el trienio 2010 al 2012.
Empecemos con los datos de la ciudad de Buenos Aires (C.A.B.A.):
Según los datos relevados por la Corte Suprema, los homicidios dolosos en
la ciudad evolucionaron en estos tres años de la siguiente manera:
Se aprecia así que los homicidios causados por robo descendieron en C.A.B.A. igual que los debidos a las demás causas, salvo los que se dieron en ocasión de riña, que
subieron y que explican además la suba del total en 2011. Esto contrasta con la
“sensación” de que son cada vez más y, a su vez, del temor creciente de que al salir de la casa uno no sabe si vuelve porque “te matan
para robarte una zapatilla o un celular”. Pero sigamos desagregando los datos.
Si averiguamos si existía alguna
relación entre la víctima y el asesino o si existía un conflicto previo entre
ellos, veremos lo siguiente (en 2012):
(Click para agrandar)
Es decir que el 41% de los homicidios no son al voleo o debido a la inseguridad ciudadana sino que tienen alguna causa anterior al hecho, muy probablemente un conflicto entre autor y víctima.
Ahora bien, hemos visto que la tasa de homicidios de la ciudad de Buenos Aires es
relativamente baja (5,46), pero si hacemos un análisis más profundo y dividimos a la ciudad en dos zonas, norte y sur, veremos que las tasas de
homicidios en ellas son muy diferentes:
Vemos así que en la zona norte la tasa es similar a los países europeos, y que a su vez la de la zona sur casi duplica la del país, aunque apenas llega a la mitad que la de
Brasil. Esto, según los investigadores de la Corte Suprema, determina que la población de las villas de la zona sur es principalmente victima de homicidios, más que victimarios de quienes viven fuera de ellas. (Ver el informe completo)
En cuanto a la edad de los homicidas (relacionado con el candente debate sobre la "edad de
imputabilidad"), veamos qué dicen los datos:
(Click para agrandar)
Es decir que la incidencia de los homicidas menores de edad inimputables es ínfima. Por lo tanto, la incidencia que podría tener la baja de la edad de imputabilidad es irrelevante en materia de seguridad ciudadana, por lo menos en C.A.B.A.
Y en cuanto al arma utilizada, las estadísticas muestran lo siguiente:
Repasemos ahora los mismos datos pero en el Conurbano Bonaerense:
(Click para agrandar)
En cuanto al arma utilizada, las estadísticas del Conurbano muestran lo siguiente:
Vemos así que la situación es similar a la de C.A.B.A. Pero, además, aquí contamos con un
dato nuevo: la incidencia de la droga en estos delitos no parece ser tan importante.
(Click para agrandar)
Ahora que hemos visto los datos de ambas zonas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense, arriesguemos algunas conclusiones.
Si observamos la cantidad de homicidios por año, vemos que en C.A.B.A. hubo (en 2012) 158 y en el Conurbano, 788, lo que da 946 homicidios en total. Pero si diferenciamos los que se pueden atribuir a la inseguridad ciudadana (en ocasión de robo) tenemos que en C.A.B.A. en ese mismo año fueron 23 y en el Conurbano 153, lo que da un total de 176.
Si además pensamos que esos 176 homicidios ocurrieron durante un año en una población de más de 13 millones de habitantes, veremos la distancia relativa que existe entre el panorama que sugiere la lectura que se hace desde los medios de difusión, debido a su tarea específica o estilo y lo que se verifica en la realidad. (Más adelante repasaremos más en detalle la situación de la seguridad, inseguridad o criminalidad relativa de la ciudad de Buenos Aires.)
Si además pensamos que esos 176 homicidios ocurrieron durante un año en una población de más de 13 millones de habitantes, veremos la distancia relativa que existe entre el panorama que sugiere la lectura que se hace desde los medios de difusión, debido a su tarea específica o estilo y lo que se verifica en la realidad. (Más adelante repasaremos más en detalle la situación de la seguridad, inseguridad o criminalidad relativa de la ciudad de Buenos Aires.)
En el caso del mencionado debate sobre la imputabilidad de los menores que
cometen homicidios, es harto evidente que el tema está por demás
sobredimensionado ya que, como vimos, los asesinatos cometidos por
menores inimputables alcanza apenas a 2 casos (1% del total) en C.A.B.A. y 26 casos (2,35% del total) en el
Conurbano (en 2012). Es decir que cuando se señala la baja de la edad de
imputabilidad de los menores como una solución para reducir la criminalidad
se está hablando sin fundamento.
Es un hecho que los homicidios en
ocasión de robo bajaron, además de que representan sólo un 15% del total en
C.A.B.A. y un 20% en el Conurbano.
Se verifica también que los homicidios causados por conflictos intrafamiliares o entre vecinos también bajaron, y representan un 9% del
total en C.A.B.A. y un 13% en el Conurbano.
En cambio, los homicidios
ocasionados en discusión, riña o venganza (como el caso del "linchamiento" en Rosario citado aquí ) aumentaron en estos años y
representan un 39% en C.A.B.A. y un 42% en el Conurbano.
A su vez, si se considera la existencia de una relación previa
entre víctima y victimario, este tipo de homicidios representan al menos un 41% de los casos en C.A.B.A. y
al menos un 43% en el Conurbano.
Los homicidios
efectuados con arma de fuego representan más del 68% en C.A.B.A. y en el Conurbano son el 63% de los casos. Comparando la incidencia de las denominadas drogas prohibidas (7,10%) con la de las armas de fuego, resalta claramente dónde se debe trabajar más para bajar la tasa de homicidios. Como dice acertadamente Darío Kosovsky, investigador del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip):
“Siempre las consecuencias del hecho empeoran cuando la persona a la que le quieren robar está armada. Tener un arma de fuego da simbólicamente mayor tranquilidad frente a una eventual amenaza de defensa de bienes o de la familia. Los hechos contradicen esa sensación. En escenarios altamente conflictivos, la proliferación de armas entre los civiles es echarle nafta al fuego. Incrementan los riesgos de muerte de tu propia familia en un eventual enfrentamiento con alguien. Es muy traumático quitarle la vida a alguien y poner en riesgo la vida de terceros y la propia”.
Nota completa
“Siempre las consecuencias del hecho empeoran cuando la persona a la que le quieren robar está armada. Tener un arma de fuego da simbólicamente mayor tranquilidad frente a una eventual amenaza de defensa de bienes o de la familia. Los hechos contradicen esa sensación. En escenarios altamente conflictivos, la proliferación de armas entre los civiles es echarle nafta al fuego. Incrementan los riesgos de muerte de tu propia familia en un eventual enfrentamiento con alguien. Es muy traumático quitarle la vida a alguien y poner en riesgo la vida de terceros y la propia”.
Nota completa
* Muertes publicitadas vs. muertes silenciadas.
Los medios de difusión, en su afán de difundir preferentemente las noticias trágicas y policiales, no diferencian qué tipos de homicidios están relacionados con la llamada "inseguridad" ciudadana (en ocasión de robo) y qué tipos no (homicidios entre familiares o conocidos, en riña, etc.). Tampoco se le da la importancia que tienen otros tipos de muertes que afectan a los ciudadanos, como los derivados de accidentes de tránsito. Porque si hablamos de muertes involuntarias, de acuerdo a las cifras con que contamos hoy, si comparamos las muertes en C.A.B.A. ocasionadas por robo (según la Corte Suprema de Justicia) con las producidas debido a accidentes de tránsito (según la ONG Luchemos por la Vida) veremos que en estos últimos tres años los datos son los siguientes:
Los medios de difusión, en su afán de difundir preferentemente las noticias trágicas y policiales, no diferencian qué tipos de homicidios están relacionados con la llamada "inseguridad" ciudadana (en ocasión de robo) y qué tipos no (homicidios entre familiares o conocidos, en riña, etc.). Tampoco se le da la importancia que tienen otros tipos de muertes que afectan a los ciudadanos, como los derivados de accidentes de tránsito. Porque si hablamos de muertes involuntarias, de acuerdo a las cifras con que contamos hoy, si comparamos las muertes en C.A.B.A. ocasionadas por robo (según la Corte Suprema de Justicia) con las producidas debido a accidentes de tránsito (según la ONG Luchemos por la Vida) veremos que en estos últimos tres años los datos son los siguientes:
Año 2010
En ocasión de robo: 47 muertos
Por accidente de tránsito: 159 muertos
Año 2011
En ocasión de robo: 28 muertos
Por accidente de tránsito: 141 muertos
Año 2012
En ocasión de robo: 23 muertos
Por accidente de tránsito: 98 muertos
Como vemos, los muertos por accidentes de tránsito son entre 3 y 5
veces más que los ocasionados por robos. Parece que allí estaría el terreno fértil sobre el que podemos trabajar más para reducir la inseguridad física, reducir la sensación de que al salir de casa no sabemos si vamos a volver vivos.
Además, como sabemos, no se verifica en la percepción de la población el descenso de la tasa de homicidios (o si se quiere de inseguridad) debido a que es muy difícil que la gente lo perciba y, a su vez, porque los medios no lo reflejan: al contrario, siguen acicateando con el tema de la "inseguridad" y, para peor, sin diferenciar las muertes de acuerdo a la causa de las mismas, manteniendo así el tema candente en la preocupación ciudadana.
Los datos exhibidos aquí, extraídos de la realidad cruda, bien
lejos de las manipulaciones que pueden ensayar políticos, periodistas u
opinadores de café, derriban al mito argentino que tratamos hoy, y reflejan un panorama
bien distinto al que divulgan los medios de difusión.
Un breve resumen de lo que hemos analizado aquí lo reflejan estas palabras del juez de la Suprema Corte, Eugenio Zaffaroni que reproduce aquí La Nación:
Un breve resumen de lo que hemos analizado aquí lo reflejan estas palabras del juez de la Suprema Corte, Eugenio Zaffaroni que reproduce aquí La Nación:
La muerte en ocasión
de robo aparece cuarta en la lista de causas de homicidio. En primer lugar se
ubican los accidentes de tránsito; en segundo, el suicidio; en tercero, los homicidios
dolosos -que en su mayoría se trata de episodios protagonizados por familiares
o conocidos-, y luego, los asesinatos entre desconocidos.
A modo de
conclusión, y sin forzar la interpretación de los números que reflejan lo
que realmente ocurre en nuestro país en materia de inseguridad, de posibilidad de perder la vida (independientemente de lo que el Estado debe hacer para mejorar estos índices), podemos arriesgar
lo siguiente:
Para preservar nuestra vida debemos cuidarnos principalmente del tránsito, luego de nosotros mismos y de nuestros familiares o conocidos y, por último, de los extraños. Y, fundamentalmente, evitar la presencia de armas de fuego.
Veamos ahora al propio Ministro de la Corte Suprema de
Justicia en la presentación de la última investigación sobre homicidios dolosos
del Instituto de Investigaciones de la Corte.
(Para leer los informes de la Suprema Corte de Justicia completos click aquí.)
Analicemos, por último, lo que sucede en materia de seguridad o criminalidad en la ciudad de Buenos Aires en el contexto de otras ciudades del mundo, en estos casos como homicidios cometidos con armas de fuego.
* ¿Cuál es "la ciudad de la furia"?
En el ranking de las 50 ciudades más violentas del mundo (por tasa de homicidios) durante 2013, veremos que no hay ninguna ciudad argentina. Pero sí encontramos 15 ciudades de Brasil (entre ellas Fortaleza con una tasa de 72,81, Salvador de Bahía con 57,51, y Belo Horizonte con 34,73); 9 ciudades de México (entre ellas: Acapulco con 112,80, Chihuahua con 50,12 y Tijuana con 32,50); 6 ciudades de Colombia (entre ellas: Cali con 83,20, Santa Marta con 42.44 y Medellín con 38,06) y 4 ciudades de los EE.UU., (entre ellas: Detroit con una tasa de 46,99, Nueva Orleans con 45,08 y Baltimore con 37,77).
Ante estos datos, cabe recordar que la tasa de la ciudad de Buenos Aires es de 5,46 (en 2012), que incluso la ciudad más violenta de Argentina, Rosario tiene una tasa de 22 homicidios por cada 100.000 habitantes y que, como ya dijimos, paradójicamente los argentinos solemos ir de vacaciones a algunas de esas ciudades o países peligrosos sin sufrir "sensación de inseguridad" allí.
Repasemos a continuación las tasas de homicidios (desagregados
ahora por causa del uso de armas de fuego en 2012) de algunas ciudades de EE.UU.:
Nueva York :4
Boston: 6.2
Los Angeles: 9.2
Phoenix: 10.6
Chicago: 11.6
Houston: 12.9
Buffalo: 16.5
Atlanta: 17.2
Cleveland: 17.4
Washington
DC: 19
Miami: 24
Newark: 25
Baltimore: 30
Detroit: 36
Nueva Orleans: 62
(Cabe aclarar que la tasa de homicidios por uso de armas de fuego de Buenos Aires es, naturalmente, aún menor (aprox. 3,44) que la de homicidios en general.)
(Fuentes utilizadas: Washington, más peligroso que México y Gun Violence in US Cities Compared to the Deadliest Nations in the World.
Más datos sobre el tema ver aquí en The Guardian de Gran Bretaña.Informes de la Suprema Corte de Justicia completos.
Por eso, este humilde servidor público se atreve a postular similitudes entre este fenómeno de la percepción de la inseguridad y la percepción del clima. Pensemos lo que sucede con la temperatura objetiva y la sensación subjetiva de frío: aún con una misma temperatura (digamos 15°C) hay quien tiene frío y quien no. Algo parecido sucede con el tema de la "inseguridad", pero, en este caso, no debido a la anatomía personal de cada uno sino a la historia personal o social y a los estímulos o las noticias que recibe cada uno en forma cotidiana. Así, aunque parezca extraño, la misma persona puede sentirse insegura en una ciudad que tiene una tasa objetiva de asesinatos por arma de fuego de 3,44 por cada 100.000 habitantes (Buenos Aires) y a su vez sentirse muy segura en una que tiene una tasa de 9,2 (Los Ángeles), en una de 19 (Washington DC), o en una de 24 (Miami); o aun en las ciudades más violentas del planeta como Nueva Orleans, con una tasa de 45,08, o Salvador de Bahía con una tasa de 57,51, o Acapulco con una de 112,80 homicidios por cada 100.000 habitantes. Y entre los factores que influyen en este fenómeno, los medios masivos de difusión tienen un papel inocultable.
Para entender un poco mejor la pervivencia de este mito, veamos el resumen de una nota esclarecedora sobre el otro fenómeno mencionado aquí: la denominada "sensación de inseguridad". Para ello, nos remitiremos a una nota del portal de la BBC de Londres en castellano que trata este tema.
Cono Sur: poca violencia, mucha preocupación.
Este jueves habrá una
manifestación contra la inseguridad en Montevideo convocada por una
organización civil que busca llamar la atención de las autoridades uruguayas.
Afirman que es un problema que se agrava.
En
Argentina, el tema también preocupa. De manera diaria se oye mencionar el
asunto entre la población o a través de los medios de comunicación privados.
Irónicamente,
ambos países tienen algunas de las tasas de criminalidad más bajas del
continente.
Estadísticas oficiales
muestran que en 2008 y 2009, en la
capital uruguaya la tasa de homicidios se mantuvo en 6,4 personas por cada
100.000, mientras que en Buenos Aires también fue inferior a 5 por cada 100.000
habitantes.
Victimización y
percepción.
La
diferencia entre lo que se percibe y lo que realmente es
ha sido objeto de estudio por parte de académicos de las ciencias sociales
mediante indicadores de opinión pública.
"(…) una de las principales cuestiones que
surgieron es que en el Cono Sur hay una
percepción absolutamente desfasada con los datos duros de la criminalidad",
señaló a BBC Mundo Carola Concaro, directora del Instituto Latinoamericano de
Seguridad y Democracia, organismo basado en Buenos Aires que forma parte de
RIAD.
"Argentina,
Chile y Uruguay están al tope del ranking en victimización, pero son los más
bajos en índice de homicidios", agregó.
La
victimización es una encuesta que busca saber qué proporción de la población de
estudio ha sufrido algún hecho delictivo, con una metodología avalada por
Naciones Unidas.
Su
contracara es el índice de percepción de inseguridad que busca determinar qué
tan segura se siente la población en donde vive.
En 2010, un estudio de
Barómetro de las Américas dejó a Perú como el país donde las personas manifestaron
sentirse más inseguras y a Argentina en segundo lugar.
Argentina: la
mayor brecha.
"Pero
Argentina tiene la mayor brecha en la región entre la percepción de la
población y la victimización", indicó a BBC
Mundo Germán Lodola, uno de los autores de la investigación.
"No
quiere decir que no haya un problema, sino que hay factores que escandalizan
más a la gente, como por ejemplo la actividad de los medios",
aseveró.
"Ahora
al tener canales con noticias con más frecuencia, la noticia de un remisero
(taxista) muerto se transmite 20 veces en un día y pareciera que fueron 20
remiseros (taxistas) que murieron", agregó Lodola.
Al ahondar en la discusión
sobre la inseguridad en Uruguay, el argumento de Lodola se ve ejemplificado en
el organizador de la protestas de este jueves en Montevideo.
"De ahí que el cálculo de
la victimización sirve para complementar el registro oficial", acota.
Además, intercede Lodola, está
"el uso electoral por parte de los
políticos del tema de la inseguridad que contribuye a la percepción de
inseguridad existente".
Nota completa
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Para conocer más Mitos Argentinos cliquear aquí.
Más sobre el concepto de "sensación de inseguridad" en "¿La "sensación de inseguridad" no era kirchnerista?"
Más sobre el concepto de "sensación de inseguridad" en "¿La "sensación de inseguridad" no era kirchnerista?"