El consuetudinario complejo de inferioridad de muchos argentinos suele impedir que valoren (o provoca que minimicen) los logros, tanto científicos como sociales, alcanzados por compatriotas nuestros. Este coloniaje cultural, que cargamos desde el fondo de nuestra historia, nubla nuestro entendimiento (configura nuestro programa mental) y, como consecuencia de esto, hace que desvaloricemos todo lo autóctono o sobrevaloremos lo extranjero. La perniciosa dicotomía "civilización y barbarie" que rige nuestro destino no deja de resurgir cotidianamente tanto en nuestra vida política como en la cotidiana. Como un humilde aporte para combatir esta anomalía criolla, Basurero Nacional brinda aquí importante información sobre un par de enormes logros de la tecnología nacional. Repasemos, entonces, los logros argentos en materia de cohetes espaciales y satélites artificiales.
Empecemos por recordar lo que sucedió con estas materias en los años noventa, cuando la ideología hegemónica (paradigma) dictaba la vuelta al país agroexportador y no industrial y. por lo tanto. el abandono de la ciencia y la tecnología nacionales:El recuerdo del plan Cóndor, que se desactivó por presión mundial.
Menem eliminó en 1992 el emprendimiento militar del misil.
Luego de la guerra en las islas Malvinas, la Argentina desarrolló un sistema balístico denominado Cóndor, que fue cancelado diez años después por la presión internacional. La desactivación del proyecto fue uno de los hechos que estrecharon la relación del gobierno de Carlos Menem con Estados Unidos.
Hasta 1987, el emprendimiento militar del misil Cóndor se mantuvo fuera de la agenda pública. Ese año, Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Francia, Japón y Canadá establecieron el Régimen de Control de Misiles para impedir la proliferación de esa tecnología en los países periféricos.
El desarrollo argentino estaba muy avanzado ese año, con un misil proyectado con capacidad para transportar una carga bélica de 500 kilogramos a una distancia estimada entre los 800 y 1000 kilómetros. Y por entonces tenía socios que no despertaban mucha confianza internacional, entre ellos Egipto.
Con la llegada de Menem al poder, se intensificaron los gestos norteamericanos para frenar el Cóndor. En principio, el presidente Menem se mostró convencido de seguir con el plan del cohete, a tal punto que participó del lanzamiento de un prototipo menor, el Alacrán, en la base de Chamical, en La Rioja, a los pocos meses de asumir la primera magistratura.
Motores y carcazas
Los cuestionamientos en el mundo aumentaron en 1992 y finalmente se dio por cerrado el proyecto del Cóndor.
La situación con ese cohete siguió la línea del escándalo público hasta que la Argentina acordó no sólo desactivar el proyecto, sino también destruir el material y los planos. Parte de los motores fue enviada a España en 1993 para que allí se garantizara la destrucción reclamada por Estados Unidos. Además, las instalaciones hasta entonces secretas de Falda del Carmen fueron abiertas a inspecciones internacionales.
El gobierno menemista decidió cerrar el predio de Falda del Carmen y quitó las investigaciones espaciales de manos de los militares, para crear una agencia civil. También acordó el ingreso del país en el Régimen de Control de Misiles.
Algunos años después, en 1996, Menem inmortalizaría ante chicos de una escuela primaria una frase: "Atravesaremos la estratosfera y en dos horas estaremos en Japón".
Quizá pensaba entonces en el plan espacial que lanzaría antes de dejar el gobierno, pero nada se hizo. La sombra del Cóndor tapó todos los proyectos hasta esta nueva prueba del Tronador.
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Pero el hecho de que Argentina contara con semejante desarrollo en materia de vectores espaciales o misilísticos no era producto de la naturaleza o del "viento de cola" como se suele reprochar falazmente en estos tiempos ante cada logro nacional, era el resultado lógico y buscado de una fuerte inversión del Estado a lo largo de la historia con el objetivo de desarrollar ciencia y tecnología propias. Por eso. Argentina se convirtió en el cuarto país en llegar al espacio:
Argentina fue el cuarto país en llegar al espacio.
Pero, como hemos visto, con la llegada en los años noventa de la ideología neoliberal, el Estado dejó de interesarse en el desarrollo propio de muchas cosas, entre ellas la ciencia y la tecnología, por lo que ante las presiones internacionales abortó esta rama y terminamos perdiendo una década.
El cambio de paradigma que se dio en este siglo XXI provocó un cambio en la visión (reconfiguración) que se tiene de la ciencia y la tecnología nacionales, cuyo resultado es la gran inversión en estos campos, y de allí surgen los frutos que ya se están viendo gracias al cambio de política estatal. Veamos de qué estamos hablando:
Argentina lanzará un cohete de diseño nacional que pondrá en órbita satélites de observación.
El proyecto Tronador II es un prototipo fabricado en el país que será testeado este mes. El "bicho", como identifican los científicos el vehículo experimental, llevará al espacio aparatos que brindarán datos para el agro y la pesca
Si el plan tiene suceso, la Argentina pasará a tener su propia plataforma de lanzamiento de cohetes para transportar satélites al espacio bajo la consigna de "arquitectura segmentada", es decir aparatos por debajo de los 250 kilos en lugar de los de 3000.
Con un presupuesto de 2000 millones de pesos para los próximos tres años, el proyecto de Cohete Tronador II está más cerca de convertir en realidad el sueño de los científicos y permitirá tener a estos satélites "dedicados" para tener información sobre la tierra, salinidad, plagas y clima.
El ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido, lo explica así: "El disparador permitirá el lanzamiento de satélites que brindarán información aplicable en agricultura, pesca, hidrología, gestión de emergencias y planificación territorial, entre otras" y "ubicará al país entre los 11 del mundo con tecnología para transportar satélites".
El "VEX1" (Vehículo Experimental) mide 14,5 metros, pesa casi 3 toneladas y alcanzará una velocidad superior a los 800 kilómetros. El artefacto formará parte de un paquete que podría incluir hasta 6, ya que son experimentales y deben llegar a la perfección.
En los próximas semanas, cuando se realice la prueba, el objetivo será testear el sistema de navegación del aparato, guiado y control. Y después definir si mudarán el cohete y la planta de lanzamiento a Bahía Blanca, donde está la base aeronaval.
"No tenemos expectativas altas, los primeros tests siempre son prueba y error", comenta el científico; por tal motivo, los "VEXs" llegarían hasta 6.
Desde el proyecto "Cóndor", de características militares para uso de defensa y que luego fue desmantelado, el país no se había propuesto un plan de desarrollo espacial.
La presidente Cristina Kirchner le dio impulso e incluso se encuentra para su firma el nuevo programa con otros proyectos.
En junio de 2010, la Argentina puso en órbita el satélite desarrollado en la estatal INVAP por más de 200 científicos pero de la mano de la NASA. El "Aquarius" viajó desde California en el cohete Delta II de casi 40 metros de altura y toma información sobre los océanos.
Los motores del vehículo fueron diseñados en la planta CONAE de Córdoba y trasladados hasta esta ciudad que vieron modificada su rutina a partir de la llegada del emprendimiento.
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Un cohete en gateras.
El objetivo de este proyecto es transportar al espacio satélites de observación, también diseñados en el país, que brindarán información útil para agricultura, pesca, hidrología y gestión de emergencias. “El Tronador II significa soberanía y desarrollo, porque nos permitirá realizar solos una misión satelital completa”, aseguró a Página/12 el ministro de Planificación, Julio De Vido.
Este proyecto tuvo una primera etapa, denominada Tronador I, que incluyó la prueba de un pequeño cohete de 3,4 metros de alto en julio de 2007 y otro de seis metros en mayo de 2008, ambos desde Puerto Belgrano, una base naval ubicada a 30 kilómetros de Bahía Blanca. En esta segunda etapa, denominada Tronador II, se trabaja en el diseño definitivo de un lanzador satelital que tendrá unos 30 metros de alto y permitirá transportar satélites de hasta 250 kilos. La propia Conae está ensamblando los satélites de observación SARE, que se pondrán en órbita con el Tronador II.
Los principales componentes de estos cohetes se están desarrollando en el Centro Espacial Teófilo Tabanera, en la ciudad cordobesa de Falda del Carmen. Es el mismo lugar donde en la década del ’80 las Fuerzas Armadas diseñaron en secreto el misil Cóndor, desactivado en julio de 1990 por presión de los Estados Unidos.
Con el desarrollo del Tronador II, la Argentina completará el ciclo del desarrollo tecnológico espacial y se sumará así al selecto club de diez países que fabrican sus satélites y disponen de lanzadores propios, integrado en la actualidad sólo por Estados Unidos, Rusia, Japón, Francia (Unión Europea), China, India, Israel, Irán, Corea del Norte y Corea del Sur. Además, en el Gobierno destacan que este proyecto forma parte de un plan satelital más amplio que contempla también la construcción de tres satélites de comunicaciones (Arsat 1, 2 y 3), los que implican una inversión adicional de 4200 millones de pesos. El plan también incluyó la puesta en marcha en Bariloche del Centro de Ensayos de Alta Tecnología (Ceatsa), una sociedad conjunta de las firmas estatales Arsat e Invap, donde ya comenzaron las pruebas del satélite Arsat 1.
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Argentina uno de los siete países con acceso al espacio.
Satélites de la Argentina.
La historia de los Satélites de la Argentina comienza en 1990 con el Lusat I, el primer satélite argentino, que fue un proyecto de radioaficionados. Después de 20 años en órbita, con la batería ya agotada, continuó funcionando. En 1996 siguieron los satélites profesionales, en agosto el MU-SAT, conocido también como «Víctor I», empleó parte de técnicos del misil argentino Cóndor II; y en noviembre la comisión estatal CONAE inició, con el SAC B (Satélites de Aplicaciones Científicas), su serie de satélites científicos como parte de un Plan Espacial Nacional, Argentina en el Espacio, implementado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). También existe un satélite, el Pehuensat-1, diseñado y elaborado por la Universidad Nacional del Comahue y lanzado en enero de 2007, desde la India.
SAC-D / Aquarius.
Lanzamiento del Delta II, con el SAC-D/Aquarius, moderno satélite argentino de observación climática y oceanográfica.
El SAC D, también conocido como Aquarius, es uno de los satélites diseñados y construidos en la Argentina que integran la serie SAC. Su objetivo es estudiar la salinidad del mar y detectar zonas de riesgo de incendios e inundaciones. Transporta ocho instrumentos, siendo el principal de ellos el Aquarius, aportado por la NASA, que se encargará de medir la salinidad superficial del mar y la humedad de suelo.
Las cargas más importantes que lleva la misión son:
Radiómetro de Microondas, provisto por CONAE.
Sensor Infrarrojo de nueva tecnología (CONAE).
Cámara de Alta Sensibilidad (INVAP).
Sistema de Recolección de Datos (CONAE).
Sensores de Demostración Tecnológica (CONAE).
Sonda atmosférica por radio-ocultación (Agencia Espacial Italiana (ASI)).
CARMEN-1. Estudio de los efectos de la radiación sobre componentes electrónicos y sensor para detectar el daño ocasionado por micropartículas presentes en el espacio. Agencia Espacial Francesa (CNES).
Ensamble final del SAC-D Aquarius en INVAP, Bariloche.
Por parte de la Argentina, además de la CONAE participaron en el desarrollo la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata, la Universidad Tecnológica Nacional, el Instituto Argentino de Radioastronomía y el Centro de Investigaciones Ópticas, ambos del Conicet. También hicieron aportes las empresas DTA y Consulfem.
Los ocho instrumentos que lleva a bordo el satélite conforman un verdadero observatorio dedicado al estudio del océano y de la atmósfera terrestre. Mediante la obtención de datos de salinidad del mar, su temperatura superficial, vientos, presencia de hielo y contenido de humedad en la atmósfera, se podrá mejorar el conocimiento de la circulación oceánica y su influencia en el clima del planeta. Recopilará también información sobre el desprendimiento de los hielos en las zonas polares, la humedad de los suelos, los focos de incendio y la temperatura de las aguas del mar, un dato de particular interés para la actividad pesquera.
El SAC-D también estudiará la superficie terrestre para tomar datos sobre humedad del suelo y detectar focos de alta temperatura, entre otros, para su utilización en alerta temprana de incendios e inundaciones.
La construcción definitiva del satélite se había previsto para octubre de 2009, y su lanzamiento desde la base Vandenberg de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en California, para diciembre de 2010.4 Sin embargo el proyecto sufrió retrasos, y luego de realizarse los ensayos ambientales durante el mes de diciembre en Brasil, fue transportado a Estados Unidos en marzo de 2011 y finalmente lanzado al espacio el 10 de junio de ese año.
Lanzamiento del Aquarius.
CONAE: Proyectos 2007 – 2015.
Está prevista para antes del año 2015 la creación de dos estaciones satelitales más, posiblemente en Tierra del Fuego y en la Antártida, y los siguientes satélites:
SAC E (SABIA-MAR)
De misión óptica. Satélite argentino-brasileño de información sobre agua, ambiente y producción de alimentos en la zona del Mercosur.
SIASGE: los SAOCOM
Con la Agencia Espacial Italiana la CONAE está desarrollando el Sistema Italo Argentino para la Gestión de Emergencias (SIASGE). Este sistema comprende un total de seis satélites equipados con sensores de microondas activos (radar de apertura sintética). Los dos satélites argentinos de este sistema, denominados SAOCOM trabajan con radares en la banda L (de microondas de 23 cm de longitud de onda), y los cuatro satélites radar italianos, los COSMO-SkyMed, operan en banda X (microondas de 3 cm de longitud).
El primero de los satélites italianos se lanzó en junio de 2007 desde California.5 Es capaz de obtener información de la humedad del suelo, estructuras geológica, recursos forestales y marinos, cosechas, erupciones e incendios. Sirve también de apoyo a actividades judiciales y de seguros, aunque su aplicación primordial es militar.
El 26 de abril de 2013 la Argentina puso en órbita un pico-satélite. Fue lanzado desde el Centro Espacial de Jiuquan en China y su nombre oficial es CubeBug-1, pero fue apodado "Capitán Beto", como la canción del grupo Invisible. Solo tiene dos kilos de peso.7
Es un desarrollo nacional financiado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva y concebido, diseñado y producido por la empresa Satellogic en colaboración con INVAP. Implicó una inversión de 6,3 millones de pesos (1,06 millones de U$S). Tanto el software como el hardware son de plataforma abierta y estarán disponibles para aficionados, universidades e institutos de investigación.
El lanzamiento del nanosatélite lo realizó un cohete chino tipo LongMarch 2. El “Capitán Beto” será monitoreado desde el Radio Club Bariloche de la ciudad homónima. Orbitará la Tierra cada 93 minutos a una altitud de 650 km permitiendo que radioaficcionados de todo el mundo descarguen los datos que genera y transmite. Se lo concibió con fines educativos.
El satélite posee tres equipos de estudio: una rueda de inercia (para controlar comportamiento), un startracker (obtiene fotos para determinar su posición) y una computadora para su navegación. En intervalo de 15 o 30 segundos emite un paquete de datos denominado baliza o 'beacon'.
Por otra parte las autoridades de INVAP y Ar-Sat firmaron un contrato por el cual el INVAP construirá tres satélites de comunicaciones en los próximos diez años. La inversión total será de entre 150 y 200 millones de dólares. El primero de los satélites comenzó a fabricarse en 2007 y se planeó terminarlo en un plazo de cuatro años y medio. Los otros dos satélites deberían estar construidos en el 2017.
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SAC-D Aquarius INVAP - Especiales HD.
Argentina podrá lanzar varios satélites al año desde Buenos Aires a partir de 2015.
INVAP - Informe Especial DEF TV, 12/feb/2012
INVAP según Wikipedia
Sitio oficial de INVAP