19 de diciembre de 2013

¡No nos mientan más con la medición de la inflación!

Hay una polémica casi unánime durante estos años en relación al método de medición de la inflación. En cualquier calle, bar, oficina, taller, fábrica, programa de radio o televisión puede escucharse algo parecido a: No nos mientan más con la inflación. Basta del relato sobre la inflación y el método para medirla. No nos mientan más con el verso sobre el IPC (Índice de Precios al Consumidor), la medición de la inflación y su autenticidad. Dejen de utilizar el IPC para mentir políticamente…



A modo de síntesis, sólo repasaremos algunos de estos argumentos opositores al IPC oficial:

Una inflación aceptable fue la que dominó el período 2003-2006. El Indice de Precios al Consumidor (IPC), que es la medida utilizada para calcular la inflación de un período a través de la variación en el precio de una canasta de alimentos seleccionada, fue en promedio del 8%. La confiabilidad del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) todavía no había sido puesta a prueba.
. Pero en aquel verano de 2006, los precios comenzaron a acelerarse. Era el principio de un período caracterizado por lo que se conoce como "inflación de demanda". Simple: la oferta de bienes y servicios era insuficiente para satisfacer la demanda y el desequilibrio impulsó la suba de precios. Aumentar la oferta no era sencillo. El fuerte crecimiento del consumo durante los años previos había colocado a las empresas muy cerca del límite de su capacidad instalada.
. El alza de precios empezó a hacerse visible y la negación fue la política elegida para evitar que a la "inflación de demanda" se sumara "la inflación por expectativas": si todos creen que los precios van a subir, tomarán decisiones que harán que, finalmente, los precios suban.
El INDEC comenzó entonces a publicar datos subestimados de acuerdo con un "cambio metodológico" y dejó de ser, a partir de 2007, una fuente creíble.
(…) la subestimación de la inflación tuvo otro objetivo: reducir el pago de intereses de los bonos ajustables por CER, una medida técnica que también refleja la inflación. Muchos creen que el ahorro estimado (30 mil millones de dólares) no compensa el clima negativo que quedó instalado…



Ahora bien, ¿es verdad que somos la vergüenza mundial por la manera de estimar el aumento de los precios? ¿Somos un rara avis en materia de medición del IPC? Por supuesto, de acuerdo al relato opositor a ultranza somos casi los delincuentes estadísticos más burdos del planeta, y nos proponemos engañar no sólo a nosotros mismos sino a los inocentes ciudadanos del mundo, a los honestos empresarios internacionales de las multinacionales y, además, a los pulcros y estudiosos funcionarios del FMI y el Banco Mundial, quienes leen absortos lo que dicen los periodistas argentinos sobre el INDEC.
Pero, ¿es tan así? Como dudar es la especialidad de la casa, en los mismos medios este humilde Basurero encontró este esclarecedor artículo sobre el IPC y las trampas y triquiñuelas que se utilizan para menguar o suavizar sus valores. ¿En el INDEC? preguntará el atento lector. Veamos unos tramos de la misma y lo sabremos:


Debate sobre el IPC
“¿Han cambiado la manera en que se mide la inflación? El IPC reportado excluye alimentos y energía. Si se quitan esas cosas, se está excluyendo precisamente lo que encarece todo lo demás. ¿Cuál es entonces la verdadera tasa de inflación si se añaden ambos elementos y la influencia que ejercen sobre todo lo demás?” Mensaje de un televidente norteamericano leído en un programa emitido por un canal de Washington.
La polémica instalada alrededor del índice de precios oficial está lejos de ser una exclusividad argentina.
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) chileno interrumpió recientemente la difusión de los valores considerados para el cálculo del Indice de Precios al Consumidor. La medida coincidió con la publicación de un informe privado que denunciaba la subestimación en la variación de precios de ciertos rubros (vestuario, electrónica). El INE fue acusado también de manipular las cifras del Censo 2012. Esto motivó una crisis interna en el organismo chileno ya que once –de catorce– jefes técnicos operativos y de infraestructura estadística publicaron una carta denunciando el accionar del director del Instituto.
La principal potencia económica tampoco es ajena a esas discusiones. La mayoría de los ciudadanos norteamericanos descree del índice oficial de inflación. Entiende que su “realidad” no concuerda con los datos publicados por el instituto de estadísticas públicas. El IPC también recibe críticas desde círculos académicos. El economista John Williams sostiene que “con el paso del tiempo los datos están cada vez más distantes de lo que la gente observa día a día, pero el gobierno no para de cambiar las metodologías para poder construir un sesgo alcista sobre los datos del PIB (la medida económica más amplia) o el empleo, pero también para poder construir otro bajista para el IPC, que es la medida más ampliamente conocida sobre la inflación”.
Las objeciones de Williams están centradas en las modificaciones metodológicas implementadas durante la presidencia de Bill Clinton. Esa reforma determinó que la canasta fija de bienes y servicios, entre otras importantes correcciones (ajustes estacionales, alteraciones de las ponderaciones), fuera reemplazada por una móvil. La conformación de esa nueva canasta presupone que, ante un incremento de precios, los consumidores reducen su estándar de vida adquiriendo productos de inferior calidad (y más baratos). Williams sostiene que el IPC crecería, aplicando la antigua metodología, en torno al 8 por ciento anual.
(…) esa deficiente medición incidiría en el cálculo del PIB. El economista sostiene que “la recuperación oficial simplemente es una ilusión estadística creada por el gobierno mediante la utilización de una inflación subestimada al desvalorizar el PIB”. El ex editor del Wall Street Journal Paul Craig Roberts agrega en “las mediciones amañadas subestiman la inflación. La recuperación económica virtual de los Estados Unidos” que “los ingresos medios de un núcleo familiar a finales de 2011 han vuelto al nivel que tenían en 1967-68... Williams ha desvalorizado los ingresos domésticos para llegar a su valor real utilizando la medida oficial de inflación, que subestima sustancialmente la inflación. Si Williams hubiera utilizado la metodología oficial del gobierno de 1990 o 1980 para calcular el índice de precios al consumo, los ingresos medios reales de los núcleos familiares serían menores.”




Como vemos, en "países ejemplo" como EE.UU. y Chile, los que se cita habitualmente para descalificar al nuestro con las comparaciones en materia económica (habitualmente caprichosas), el índice IPC oficial de medición de la inflación y el instituto oficial que lo mide están tan desprestigiados como en Argentina. Pero eso, por supuesto, los medios hegemónicos y la mayoría de los economistas mediáticos lo ocultan.
Por eso, este humilde servidor público repite la supuesta queja popular sobre el tema de la inflación y el INDEC, la que ahora cobra un sentido distinto:

No nos mientan más con la inflación. Basta del relato sobre la inflación y el método para medirla. No nos mientan más con el verso sobre el IPC (Índice de Precios al Consumidor), la medición de la inflación y su autenticidad. Dejen de utilizar el IPC para mentir políticamente…

Es decir, debatamos las verdaderas causas de la inflación y no sólo el método de medirla. Debatamos sobre las causas de la fiebre y no sólo sobre el tipo de termómetro.


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