14 de noviembre de 2016

¿Xenofobia o ignorancia? ¿Qué pasaría sin no hubiera inmigrantes en Argentina?

Vergonzosa y falaz tapa de una revista de Hadad del 2000
Ante los primeros problemas de empleo que surgieron en Argentina en 2016 resurgieron las explicaciones simplistas sobre las causas de los problemas actuales: la culpa es de la inmigración...
Para clarificar el tema, este humilde servidor público acerca algunas observaciones realizadas por investigaciones serias sobre la inmigración en Argentina; la de hoy y la de antes...
Empecemos reproduciendo algunos de los prejuicios o afirmaciones sin pruebas que se hicieron últimamente por estos pagos:











Pichetto: los datos contradicen sus dichos sobre los inmigrantes.
“El problema es que nosotros siempre funcionamos como ajuste social de Bolivia, y ajuste delictivo de Perú”, dijo el senador Miguel Ángel Pichetto (FPV) al hablar sobre la situación de los extranjeros en la Argentina. Luego se refirió, en particular, al sistema de Salud, y señaló: “Hablando con un médico del Hospital Rivadavia me dijo que todo el mes de noviembre estaba ocupado por ciudadanos que vienen del Paraguay a operarse e intervenirse en distinto tipos de operaciones y no hay ningún tipo de reciprocidad”.


Veamos ahora lo que dicen los fríos números sobre estos temas:

Los datos del Ministerio de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sin embargo, muestran que no hay una gran cantidad de extranjeros que se internan en los hospitales porteños. De acuerdo con los datos de 2012, los últimos publicados, la cantidad de personas residentes en otro país que fueron internadas representaron menos del 0,1% del total de las internaciones (se trató de 72 casos).
En cuanto a extranjeros que son residentes en el país, los resultados de la Encuesta de Protección y Seguridad Social (Enapross), publicados en un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muestran que entre quienes fueron a los hospitales públicos o a los Centros de Atención Primaria durante el último año, sólo el 4% eran migrantes sudamericanos. De acuerdo con este estudio, esto corrobora “el bajo impacto de demanda de atención de la salud de las y los migrantes sudamericanos en los hospitales públicos localizados en el área de los 24 Partidos del Gran Buenos Aires”.


¿Y que pasa con los alumnos nacidos en el extranjero en relación con los nativos? Veamos los datos sobre este tema:




Pero además ¿hay más inmigrantes hoy que antes? ¿Hubo una inmigración descontrolada en los últimos años? Veamos lo que dicen los datos de los censos:



Como vemos, la opinión más común de la clase media y alta argentinas demuestra ser sólo un prejuicio. La inmigración de principios de este siglo es insignificante, más aún si se la compara con la de principios del siglo anterior, cuando, paradójicamente, ¡los inmigrantes eran los padres o abuelos de quienes hoy ostentan ese prejuicio...!


Residencias de los inmigrantes de principios del siglo XX




Residencias de los inmigrantes de principios del siglo XXI





Y además podemos preguntarnos: ¿la inmigración regional produce desempleo en Argentina? Vemos lo que dicen los datos:



Es decir que el desempleo lo sufren de la misma manera los inmigrantes y los nativos de Argentina. Más aún, ese prejuicio se destruye fácilmente si vemos que durante los últimos 10 años el desempleo fue bajando ininterrumpidamente desde un 25% hasta menos del 6%, mientras que la tasa de inmigración fue la misma que la de hoy.

Más datos aquí y aquí.




Por si esto no es suficiente para demostrar la falacia de las afirmaciones de la xenofobia local, preguntémonos qué pasaría sin no hubiera inmigrantes la Argentina de hoy. Vemos qué nos responde esta investigación sobre el tema:


EXTRANJEROS EN ARGENTINA
Los inmigrantes aportan entre 1000 y 1500 millones de dólares anuales al IVA
Mientras se multiplican las expresiones xenófobas con argumentos infundados, un estudio revela los aportes de la población migrante a la economía nacional, así como el reducido impacto en los servicios públicos de educación y salud. 
En medio de la polémica que desataron las declaraciones xenófobas del senador Miguel Ángel Pichetto y en el marco de un cambio de paradigma en las políticas migratorias del Gobierno, los números desmienten las versiones que apuntan al “gasto” que genera la población extranjera en el país, así como a su impacto sobre los servicios de salud y educación. Uno de los datos más contundentes es el del aporte de los migrantes residentes en Argentina al Impuesto al Valor Agregado (IVA): entre 1000 y 1500 millones de dólares por año.
La información se desprende del libro Impacto de las migraciones actuales en la estructura económica y sociocultural de la Argentina, compilado por Lelio Mármora y publicado el año pasado por la Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
De acuerdo a esta investigación, la participación de los trabajadores inmigrantes en la generación de riqueza en Argentina oscila, según los años en el período 2007-2011, entre unos 3900 y 5000 millones de dólares. “Resulta interesante aplicar estos valores a un cálculo estimativo sobre cuál es la contribución de los inmigrantes a los recursos con los que cuenta el Estado para realizar sus gastos que, entre otras cosas, proveen servicios esenciales a la población en general –se plantea en el libro- Esta cuenta estimativa cobra relevancia en el sentido de no visualizar a los inmigrantes sólo como sujetos pasivos de consumo de los servicios públicos, sino también como agentes de recaudación de impuestos para financiar dichos consumos”.


EDUCACIÓN Y SALUD
Por lo general, los prejuicios y manifestaciones xenófobas como las que se difundieron en los últimos días apuntan no sólo al factor económico y a los empleos que ocupan a la población migrante, sino también al “gasto” que representan para el Estado argentino por acceder a los servicios de educación y salud públicas. En este plano, también, los datos desmienten a quienes sostienen la lógica Pichetto.

En base a datos poblacionales del último censo –de 2010- el trabajo de investigación de la Universidad de Tres de Febrero plantea que para ese año los alumnos extranjeros en los niveles inicial, primario y secundario de la educación común y de adultos representaban solo el 1.4% del total de los alumnos. “Es decir que de cada 200 estudiantes tres habían nacido en el extranjero. Estos valores están lejos de constituir una demanda cuantitativamente significativa para el sistema educativo de estas modalidades”.
En el apartado “El impacto de los alumnos extranjeros en el sistema educativo argentino”, la autora, Silvia Lépore, advierte que “al contrario de los preconceptos que suelen cobrar vigor en la opinión pública, 
“Esto último significa que sólo representan el 1.9% del total de niños en esas edades escolares. Estos datos reafirman que la presión potencial sobre el sistema educativo es muy poco significativa”.

En materia de salud, los resultados generales señalan que la presencia extranjera entre los pacientes de los hospitales públicos de los partidos del Gran Buenos Aires es “moderada, oscilando entre un 10 y un 16% de la demanda espontánea. Esta porción se reduce aún más en la atención de alta complejidad, llegando casi a desaparecer en algunas áreas, como el servicio de hemodiálisis.



Como vemos, las afirmaciones y argumentos habituales tanto en las mesas de discusiones de la gente de a pie como -peor aún- en los debates televisivos y editoriales de los diarios y revistas resultan ser inconsistentes, faltos de pruebas o simplemente falaces. Por eso, Basurero Nacional reproduce una nota propia de 2010 cuando fue la última vez que el establishment propuso este debate, de boca de, en ese entonces, Mauricio Macri. Veamos lo que decíamos entonces:


¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables?

Viendo los sucesos ocurridos en estos últimos días de 2010, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:

¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes y narcos, viven en las villas miserias, son sucios, negros, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos verduleros y albañiles bolivianos, peruanos y paraguayos, esos negros africanos que venden biyutería barata en la calle, esos morochos que coparon el Once con sus puestos!


Viendo los sucesos ocurridos en los años ’40 y ‘50, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:

¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes nazis o fascistas, viven en hoteluchos y pensiones de mala muerte, son judíos sucios sobrevivientes de los campos de concentración o eslavos que escaparon de la guerra mundial, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros, que se queden en los escombros de su país y lo arreglen porque la guerra la empezaron ellos, que se hagan cargo de las consecuencias y no vengan acá a disfrutar de nuestro país que no tuvo nada que ver. ¡Que se vayan estos italianos fascistas, estos alemanes nazis, estos croatas, polacos y japoneses, que los mantengan los de las Naciones Unidas!



Viendo los sucesos ocurridos en los años ’20 y ‘30, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:

¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes y anarquistas, viven en conventillos de mala muerte, son sucios, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos tanos patasucias verduleros y albañiles, gallegos brutos y republicanos, comunistas o anarquistas, polacos y rusos judíos sucios que huyen del Zar y que coparon el Once con sus puestos, esos turcos nómades que venden por la calle y esos gitanos sucios que duermen en el suelo y roban anillos en la calle y secuestran chicos.


Viendo los sucesos ocurridos en las últimas décadas del siglo XIX, un ciudadano nativo argentino se podría preguntar:

¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria, usan nuestros hospitales y nuestras escuelas, no hablan bien el castellano, vienen a matarse el hambre acá, son delincuentes, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros somos trabajadores argentinos nacidos acá y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos turcos vendedores trashumantes que estafan a nuestros gauchos, estos gallegos brutos, estos galeses que coparon la patagonia fundando sus propios pueblos, con sus propias banderas y que no hablan castellano, estos ingleses comerciantes y terratenientes que se quedaron con nuestros campos y nuestros ferrocarriles y tranvías.


Viendo los sucesos ocurridos en los últimos cuatro siglos, un nativo americano se podría preguntar:

¿Qué pretenden estos inmigrantes insaciables? ¿Por qué tenemos que hacernos cargo de los problemas de su país de orígen? ¡Que se vuelvan a su país! Porque ellos vienen a tener hijos acá porque en su país hay miseria. Nos roban nuestras tierras, nuestras riquezas, exterminan o esclavizan nuestra gente, no hablan nuestras lenguas y pretenden que adoptemos la suya, prohiben nuestros dioses y pretenden que adoptemos el suyo, son delincuentes, asesinos, torturadores, son inmigración de baja calidad. ¿Qué tenemos en común con ellos? Nosotros y nuestros antepasados hemos nacido acá y habitamos estas tierras desde hace milenios y tenemos derecho a vivir aquí, ellos no porque son extranjeros. ¡Que se vayan estos europeos aventureros, conquistadores de tierras lejanas y apropiadores de lo ajeno!


Y, finalmente, un observador sagaz y mal pensado se podría preguntar ¿qué pasará en un par de años con la nueva inmigración que se atisba hoy en día por estos pagos; esos 1200 inmigrantes provenientes de España que según un diario español llegan cada mes huyendo de la crisis española (la mayoría de ellos, argentinos que vuelven); o esos quién sabe cuántos jóvenes latinoamericanos, europeos o estadounidenses que huyen de la crisis económica mundial y que se ven pulular en el norte de la ciudad, que vienen a estudiar en nuestras facultades o probar suerte con empleos transitorios en Argentina, si deciden quedarse a vivir para siempre? ¿Y esos chinos o coreanos que nos atienden en los supermercaditos de barrio? ¿Estaremos tomando nota de sus defectos para recriminárselos y pedirles entonces que se vayan de este país que está cansado de recibir tantos inmigrantes, quienes vienen a aprovecharse de nuestras ventajas a cambio e nada…? ¿O será momento de darnos cuenta que, a excepción de la invasión y conquista europea de hace cinco siglos, a corto y largo plazo, el saldo siempre es positivo?



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