11 de agosto de 2016

¿Guerra sucia? El dictador Videla desmiente al presidente Macri.

Si algo faltaba para clarificar la ideología de derecha conservadora del gobierno actual, el mismo presidente la pone en claro usando palabras emblemáticas: "guerra sucia", la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo es una "desquiciada", cuando la dictadura las llamaba las "locas de Plaza de Mayo", “No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil, si son los que están anotados en un muro o son muchos más”, la misma cifra que dijo Videla en su último reportaje.
Sin embargo, el mismo dictador desmiente al presidente desde ese mismo reportaje, el que Basurero Nacional analizó aquí.
Leamos esa nota del 4 de mayo de 2012, para ver si lo que hubo una guerra entre dos bandos o se ejerció un terrorismo de estado con un fin determinado y comparémos lo dicho por el dictador con la posición, ya inocultable, política y económica del gobierno:


Videla demolió el muro de imposturas de los defensores de la dictadura y le da la razón a Rodolfo Walsh.
Aunque sus palabras vieron la luz a través de condescendientes entrevistas en su prisión de Campo de Mayo, sirven para analizar los hechos de esos años, las verdaderas razones del golpe y da por tierra con los intentos de sus acólitos por justificar, explicar o atenuar los frutos de esa sangrienta dictadura con perspicaces teorías sobre sus causas y propósitos.
A continuación examinemos algunos párrafos provenientes de esa "confesión pública" de Videla.
La conducta de la dictadura obedecía a un plan detallado y consensuado entre las tres fuerzas antes del golpe, que incluso preveía el destino a darle a los detenidos-desaparecidos “irrecuperables” que se iban a generar, de cuyos cuerpos ya habían decidido su “disposición final”, Videla explica el término:
“La frase ‘Solución Final’ nunca se usó. ‘Disposición Final’ fue una frase más utilizada; son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final” (…) que “ya no tiene vida útil".
Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión" (…) pero "que no fuera evidente, para que la sociedad no se diera cuenta ni pueda provocar protestas dentro y fuera del país".

Es decir, la intención de la dictadura no era utilizar la ley, la legalidad para juzgar a los sospechosos de crímenes, ni apelar a la Justicia para conocer la verdad, sino la encarcelación o eliminación de ellos (los sospechosos o los opositores políticos) mediante métodos cruentos y clandestinos. Los detenidos no tenían derechos, y el destino de los considerados culpables por los mismos que los secuestraban (pero sin juicio previo) era la muerte, y el de sus cuerpos era la desaparición: eran arrojados al mar, a un río, a un arroyo o a un dique; o enterrados en lugares secretos, o quemados en un horno o en una pira de gomas de automóviles.
El dictador desacredita finalmente los dichos de tantos justificadores profesionales del accionar de la dictadura, y clarifica las verdaderas intenciones de los dictadores. Y la justificación de Videla es la siguiente:


"Tampoco podíamos fusilarlos. ¿Cómo íbamos a fusilar a toda esa gente? La justicia española había condenado a muerte a tres etarras, una decisión que Franco avaló a pesar de las protestas de buena parte del mundo: sólo pudo ejecutar al primero, y eso que era Franco. También estaba el resquemor mundial que había provocado la represión de Pinochet en Chile".

Pero además Videla reconoce que la masacre no comenzó el 24 de marzo de 1976, sino antes, en plena democracia:

"Las desapariciones se dan luego de los decretos de Luder, que nos dan licencia para matar. Desde un punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error porque le quitó legitimidad democrática a la guerra contra la subversión".

Cae aquí otro mito de los golpistas y sus partidarios: el golpe no se produjo a causa del accionar de los grupos guerrilleros o para combatirlos en la llamada “guerra sucia”, justificada tantas veces como la única manera de derrotarlos. Y Videla apela al fin de esa represión para justificar el método atroz elegido:

"La libertad de acción derivó en grupos que se manejaron con demasiada autonomía. Había una finalidad, que era lograr la paz sin la que hoy no habría una república. Pero los medios fueron tremendos."

El verdadero objetivo del golpe fue (contrariamente a lo que por décadas afirmaron sus partidarios y exégetas) político y económico, no militar, según aclara el mismo Videla:


"Nuestro objetivo era disciplinar a una sociedad anarquizada; volverla a sus principios, a sus cauces naturales. Con respecto al peronismo, salir de una visión populista, demagógica, que impregnaba a vastos sectores; con relación a la economía, ir a una economía de mercado, liberal. Un nuevo modelo, un cambio bastante radical; a la sociedad había que disciplinarla para que fuera más eficiente. Queríamos también disciplinar al sindicalismo y al capitalismo prebendario”.

El dictador identifica aquí la ideología y las razones del golpe, y lo asocia al modelo socioeconómico y de país del Proceso, que resulta ser el mismo que implementó el menemismo (y que postula la derecha actual) y que es defendido por los medios hegemónicos. Esta verdad casi de perogrullo, sin embargo no era reconocida por quienes se ven ahora salpicados por las palabras del propio Videla.


¿Pero, en ese entonces qué pensaba del golpe la clase empresaria nacional? Videla reconoce que “Los empresarios se lavaron las manos. Nos dijeron: ‘Hagan lo que tengan que hacer’, y luego nos dieron con todo. ¡Cuántas veces me dijeron: ‘Se quedaron cortos, tendrían que haber matado a mil, a diez mil más!” Era barato decir eso: ¡Mire el precio que tuve y que tuvimos que pagar! Y no me refiero sólo al precio objetivo de nuestra situación actual, de nuestra prisión actual, sino al precio subjetivo, a los planteos morales. Yo soy creyente, y esta situación me molesta. Confieso que tengo una molestia en el alma, que es cómo hacer para darle una solución a este problema."

Y Videla, para blanquear los procedimientos de la dictadura pero tratando de justificar un nuevo “punto final”, apela a la negación ante cualquier requerimiento de listas de víctimas y victimarios:

"Los detenidos eran alojados en lugares no comunes por razones de seguridad, que debían ser muy rigurosas, y además para tenerlos a mano para apretarlos cada vez que lo necesitáramos a cambio de nada o de algo. Son los mal llamados Centros Clandestinos de Detención, o los Lugares de Reunión de Detenidos, que era el término reglamentario."
Nota completa


Cualquier coincidencia con los objetivos económicos y los objetivos políticos contra el peronismo entre los de la dictadura y el gobierno de Macri es pura... realidad.
Para completar el análisis y desnudar la ideología económica, además de la política del gobierno, veamos quienes era los poderes económicos que alentaron y apoyaron la dictadura de Videla y compañía, y veremos demasiadas coincidencias con quienes apoyan al gobierno de Macri en otra de nuestras notas:


Una dictadura no llueve del cielo...
Finalmente, el Plan Económico de la Dictadura.
Videla y Jorge Zorreguieta
Las empresas y grupos civiles que participaron en la organización del golpe se instalaron principalmente en el Ministerio de Economía, que se le entregó al Consejo Empresario Argentino asumiendo su presidente, el empresario José Alfredo Martínez de Hoz, como ministro. La Secretaría de Ganadería le correspondió a la Sociedad Rural Argentina, representada por Jorge Zorreguieta (N.d.E.: Sí, el padre de Máxima Zorreguieta, la reina de Holanda). Por su parte, el Banco Central le fue entregado a la Asociación de Bancos Privados de Capital Argentino (ADEBA), siendo designado el economista Adolfo Diz, ex Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional y adscripto a la Escuela de Chicago. Como Secretario de Estado de Programación y Coordinación Económica, fue nombrado Guillermo Walter Klein de la Cámara Argentina de Comercio. El Ministerio de Educación también estuvo a cargo, desde un inicio, de un grupo de civiles provenientes del CONICET (Fundación FECIC), siendo nombrado Ricardo Bruera. Más adelante otros ministerios también quedaron a cargo de los grupos civiles, como el de Justicia,  el de Relaciones Exteriores,  el de Defensa y el de Salud. Por otra parte, a partir del la "presidencia" de Viola, el Ministerio de Economía se desdobló en varios ministerios que estuvieron a cargo de las organizaciones empresariales.

El plan económico.
El plan económico del Proceso de Reorganización Nacional fue diseñado básicamente por José Martínez de Hoz, quien se desempeñó como ministro de Economía hasta el 29 de marzo de 1981. Martínez de Hoz siguió los, en ese momento, nuevos lineamientos económicos de la Escuela de Chicago (genéricamente incluida en el concepto de neoliberalismo), que habían sido implementados por primera vez por la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, instalada en 1973. Con posterioridad esa orientación económica se volvería hegemónica en el mundo occidental, a partir de las reformas económicas del presidente Ronald Reagan en Estados Unidos ("reaganomics") y la primera ministro Margaret Thatcher, en Gran Bretaña.
El plan económico fue presentado el 2 de abril de 1976, y tenía como objetivo explicitado detener la inflación y estimular la inversión extranjera. Se inició una reducción arancelaria que llegó a su máximo nivel en 1978, con la finalidad expresada de incrementar la competitividad de la economía argentina y promover sus «ventajas naturales». El resultado fue un proceso de importaciones masivas y un efecto desastroso sobre la industria. Grandes empresas industriales cerraron sus plantas: General Motors, Peugeot, Citroen y Chrysler, Siam, Decca (Deutz-La Cantábrica), la planta de vehículos utilitarios de Fabricaciones Militares, Aceros Ohler, Tamet, Cura, Olivetti, y otras miles de empresas industriales medianas y pequeñas. Para 1980 la producción industrial había reducido un 10% su aporte al PBI, y en algunas ramas como la hasta entonces extendida industria textil, la caída superó el 15%.
Apoyado en una política laboral que produjo una profunda reforma de las leyes laborales, la prohibición de la huelga, la intervención militar de los sindicatos, y la política represiva del Terrorismo de Estado, Martínez de Hoz decretó el congelamiento de salarios y contuvo el descontento general, ante una caída del nivel de vida de la población sin precedentes. El salario real, sobre una base 100 en 1970, había subido a 124 en 1975. En 1976, en un solo año, cae bruscamente a 79, el nivel más bajo desde los años '30 (OIT 1988). Nunca más ha vuelto a recuperarse. Adicionalmente la pobreza, que desde los años '40 se ubicó siempre debajo del 10%, y que era del 5,8% en 1974, subió al 12,8% en 1980 y al 37,4% de pobreza en 1982 (INDEC, datos correspondientes al Gran Buenos Aires). El desempleo por su parte, se mantuvo relativamente estable, partiendo de un 3,8% en octubre de 1975 y dejando un 3,9% en octubre de 1983, con un pico del 6% en mayo de 1982 (durante la Guerra de Malvinas).
El resultado combinado de las políticas económicas internas y la situación financiera internacional de abundantes capitales buscando plazas de inversión, impulsó un nivel de endeudamiento récord. La deuda externa, que fue producto, incluso, de la estatización de deuda externa privada, se elevó de 7.875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45.087 millones de dólares al finalizar 1983. El proceso de endeudamiento constituyó esencialmente una operación delictiva ejecutada por empresas nacionales y extranjeras, militares y agentes económicos, según se comprobó en el importante fallo de 196 fojas dictado el 13 de julio de 2000 en el caso «Alejandro Olmos c/ Martínez de Hoz y otros s/ Defraudación».

Repasemos ahora el resultado de este plan económico en la pobreza:




Ante los hechos que rememoramos aquí sobre la dictadura que, como vimos, no llovió del cielo y para combatir el olvido de sus causas, es que este humilde Basurero repite una frase que todos conocemos: Nunca más.
Nota completa


Como vimos, el dictador coincide en la cantidad de desaparecidos aunque desmiente al presidente Macri con relación a la "guerra sucia". Además, el objetivo político-económico del gobierno coincide demasiado con los que tenía la dictadura, igual que los apoyos de ambos. Por supuesto, el gobierno de Macri no es una dictadura ni mucho menos, las instituciones funcionan y el período de democracia que comenzó en 1983 no tiene retorno, ni el pueblo es el mismo que el de los años setenta. Negar esto, además de un terrible error es falso. Pero también es un error político y de análisis obviar las coincidencias en objetivos de ambos períodos. Es hora de poner en claro estos hechos, dejar de lado los pruritos seudo-institucionalistas y llevar el debate a donde debe ir: el gobierno de Cambiemos es una revolución de derecha conservadora que trata de instalar en el país el modelo desigual e injusto agroexportador de princípios del siglo XX, el que estalló con la crisis mundial de 1929-30, como decimos aquí. Y si partimos de esa base se aclaran todas las medidas del gobierno de Macri.


Más información sobre el golpe de estado de 1976, sus causas y consecuencias en:
¿Por qué se produjo el golpe de estado del 24 de marzo de 1976?


Más información sobre la revolución macrista en nuestras notas:
La revolución macrista.
La revolución macrista, una lección para la izquierda nacional.


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