6 de diciembre de 2015

El "fin de ciclo" llegó, y ahora comienza uno "nuevo", bien distinto...

Y finalmente, el "fin de ciclo K" tan esperado por los políticos, periodistas y medios hegemónicos opositores al kirchnerismo llegó, pero no como ellos lo habían pronosticado, predicado, explicado, planeado o deseado. Llegó de la manera más democrática posible, su propuesta electoral fue vencida en elecciones libres, pero con dos particularidades que lejos de salpicar su currículum, lo realzan: fue derrotado cuando su líder y mejor candidato posible no podía presentarse por motivos constitucionales (Cristina Fernández), y que además de ser el más votado en la primera vuelta electoral, en el balotaje fue vencido por menos de 700.000 votos en un total de más de 25 millones de votos y luego de doce años de gobierno. Por eso, podemos decir que el kirchnerismo o neoperonismo finalizó su gobierno de tres períodos consecutivos pero no fue depuesto, no cayó por el peso de sus errores sino que fue derrotado en elecciones libres por un escaso margenAlgo inédito en la historia política argentina, donde los gobiernos suelen ser derrocados, derrotados en elecciones que marcan un final dramático o castigan su decadencia.
Sin embargo, esos números no son sorpresa para nadie, y se justifican por lo que hemos argumentado en Basurero Nacional sobre el estado en que el kirchnerismo deja al país comparado con el que recibió en 2003 (ver nuestra nota La Herencia K: Memoria y Balance final 2003-2015). Pero también si se compara este ciclo 2003-2015 con los gobiernos democráticos anteriores, desde 1983 hasta la fecha, como lo hemos hecho en 30 años de democracia, seis gobiernos, un pueblo. Balance parcial y provisorio.
En efecto, este 10 de diciembre finaliza un ciclo de gobierno exitoso, y comienza uno nuevo, que según nuestra humilde opinión será más parecido a una crisis que al paraíso pos-kirchnerista prometido por quienes denostaban al actual oficialismo. Pero no nos adelantemos, veamos cuál es el país que recibe el macrismo el 10 de diciembre, es decir cuál es la coyuntura desde la que edificará su gobierno. Hagamos un breve repaso.

Como bien dice el periodista David Cufré:

(...) esta semana se conoció que el nivel de actividad de la construcción acumula un crecimiento de 7,1 por ciento en lo que va del año, que el empleo en el sector aumentó el último trimestre hasta sus máximos históricos –se crearon más de 30 mil puestos formales respecto de un año atrás, hasta 445 mil– y que las ventas de cemento son record. En el ámbito fabril, más de la mitad de los rubros industriales registran subas, casualmente los que guardan relación con el mercado interno, mientras sufren caídas los que dependen en mayor grado de las ventas al exterior. El mejor ejemplo son las terminales automotrices, que vieron derrapar sus exportaciones 52 por ciento el mes pasado, mientras la demanda local aumentó 27 por ciento. Las ventas de alimentos, indumentaria y electrodomésticos también van en alza, al igual que el consumo de servicios públicos. El sector rural obtuvo un record de 119 millones de toneladas la última cosecha, 11 por ciento más que la anterior y 23,7 por ciento de suba acumulada respecto de la campaña 2012/2013. Los niveles de morosidad bancaria son mínimos, y las empresas y las familias aparecen con escasos márgenes de endeudamiento. La desocupación es del 5,9 por ciento, la menor en 28 años. La cobertura previsional ronda el 97 por ciento. Si a eso se llama crisis es solo para generar las condiciones políticas que justifiquen un plan de ajuste y una devaluación, cuyas consecuencias sí serán dolorosas para la mayoría de la población.
Además de instalar a través de los medios hegemónicos que la economía no crece hace cuatro años y no genera empleo, lo cual no es cierto, como se acaba de señalar en base a las estimaciones de dos consultoras privadas –una ligada a Scioli y la segunda afín al macrismo–, el otro engaño al que apelan los que preparan la devaluación y el ajuste es que el Banco Central no tiene reservas. Carlos Melconian, próximo presidente del Banco Nación, dijo en julio del año pasado que las reservas estaban “en cero” cuando se cerró el primer canje de monedas con China. En función de ello anticipaba para 2015 un año catastrófico, que no se cumplió.
El argumento de que la economía no crece hace cuatro años y no genera empleo también es inexacto y persigue el mismo objetivo publicitario de acumular consenso social para un cambio de modelo económico. De acuerdo a las estimaciones del Estudio Bein, en 2011 la economía creció 7,0 por ciento, en 2012 avanzó 0,8, en 2013, 2,9 por ciento, en 2014 cayó 2,5 y este año subiría 1,5 por ciento. Según la consultora de Orlando Ferreres, de extracción neoliberal, en 2011 el PIB subió 5,8, en 2012 bajó 0,3, en 2013 creció 3,1, en 2014 retrocedió 2,6, y en lo que va de 2015, hasta octubre, la economía avanzó 1,4 por ciento, con tendencia ascendente. La curva que describen esas estimaciones es la de un serrucho, con alzas y bajas, luego de varios años de crecimiento a tasas chinas.




Pero el pueblo se expresó en el balotaje y entre dos modelos de país bien distintos, entre dos modos de ver el país y el mundo y de gobernar bien distintos eligió a uno, el que representa el macrismo, por menos de tres puntos porcentuales. Nunca fue tan escasa la diferencia en las preferencias electorales de los argentinos, pero sólo el que gana debe gobernar; al menos en el poder ejecutivo, porque en las cámaras del Congreso y en las provincias otro es el panorama. Y en ese poder ejecutivo es donde se delinea el rumbo del país, el modelo y las medidas de política económica que regirán en los próximos cuatro años. Y ¿qué se puede esperar de ese rumbo? Quizás tengamos una idea si vemos que en países como Brasil, Grecia, España, Italia y Portugal hace unos años que se aplican ese mismo tipo de medidas económicas








Repasemos, además de las diversas notas nuestras sobre el tema, lo que nos dice el mismo Cufré:

Los indicadores de actividad, consumo y empleo nacionales contrastan con los de Brasil, adonde la economía cayó en el tercer trimestre un dramático 4,5 por ciento y la desocupación acelera su marcha hacia los dos dígitos. Son los peores registros en 80 años. La crisis allí ha ido escalando a medida que se profundizaron las medidas que el nuevo gobierno planea instrumentar aquí a partir del 11 de diciembre: devaluación, contracción del gasto público y desregulación financiera. 
La estanflación de la que vienen hablando esos economistas hace años finalmente se convertiría en realidad, gracias a las políticas de Cambiemos.
En el mismo período, países europeos como Grecia, España, Irlanda, Italia o Portugal padecieron con mucha mayor crudeza ese mismo escenario de crisis internacional. El mérito de Argentina fue haber sobrellevado el temporal, aún presente, conservando la desocupación en niveles bajos, ampliando la cobertura social –más jubilaciones, nuevos planes como el Progresar y extensión de las asignaciones familiares– preservando su aparato productivo, sosteniendo el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones y achicando el volumen de endeudamiento estatal.
La promesa de pobreza cero –un objetivo sin dudas ambicioso, con escasos o nulos antecedentes internacionales– parece difícil de alcanzar si lo primero que viene es un golpe al poder adquisitivo de salarios y jubilaciones con una megadevaluación, la eliminación de retenciones, la quita de subsidios y la apertura exportadora. La disminución de la inflación, otro de los compromisos del nuevo gobierno, arranca también en la dirección opuesta. Las primeras señales de Cambiemos recuerdan estrategias de los 90, cuando se impuso un escenario de disciplinamiento social en base a shocks inflacionarios y de desocupación, en ese orden.


Y como complemento, leamos la interesante opinión del periodista Alberto Dearriba sobre el tipo de gobierno que podremos ver a partir de este diciembre:

Nunca gobernó (...) un presidente que no fuera ni radical ni peronista. Pero ahora, la derecha ya no tendrá un presidente permeable a sus intereses, un dictador sangriento o un superministro de Economía que ejecute sus planes.
Pero Gils Carbó ocupa un cargo vitalicio que sólo se remueve con los dos tercios del Senado, Vanoli sólo puede ser echado por mal desempeño con anuencia de una comisión bicameral del Congreso, Sabbatella con los dos tercios de los 39 miembros del  Consejo Federal de Comunicación Audiovisual y Bauer está avalado hasta 2017 por la reglamentación de la ley de medios.
La irrenunciable independencia de poderes, la sacrosanta autonomía del Banco Central y el apego irrestricto a las normas ya no serán banderas después de la foto de una alternancia que era impensable un par de años atrás.


Así es, en pocos días asistiremos al fin de un ciclo y el comienzo de otro bien distinto. Finaliza uno de crecimiento de la economía, de los salarios reales de la población, de re-afirmación de derechos y logro de derechos nuevos, de afianzamiento de la democracia, del estado de derecho, de la libertad de expresión y el derecho a la información, de recuperación de resortes de la economía nacional, y el comienzo de uno nuevo bien distinto (como explicamos aquí).

Y aquí es donde la opinión popular se divide casi en dos mitades. Una mitad opina que
el nuevo ciclo es no sólo de signo contrario sino de sentido contrario, de retroceso. La otra mitad, aunque una buena parte piensa que será más auspicioso porque va en un sentido contrario, otra parte de esa misma mitad cree que los logros de estos doce años no se perderán (como dijimos aquí).
Nosotros, en cambio, creemos que no sólo por lo que el espacio político dejó entrever en la campaña que hará sino lo que esboza luego de ganar las elecciones, los hombres que escogió para gobernar y las alianzas nacionales e internacionales que realizó, el país se apresta a realizar un cambio de rumbo de 180° luego de aplicar el freno bruscamente. Tememos también que la mayoría de los argentinos no cuentan con cinturón de seguridad ni están suficientemente advertidos o informados de esta frenada y, por lo tanto, este giro violento en el rumbo del país va a dejar muchos heridos, malheridos, desplazados y pocos ganadores, como ha ocurrido tantas veces en nuestra historia. Por eso afirmamos que el ciclo que comienza es distinto pero no es "nuevo", ni en sus políticas económicas, sociales ni en la exterior. Con sólo repasar algo de la historia política argentina de las últimas décadas se verá las similitudes entre el macrismo, el menemismo, la última dictadura, el peronismo pos-muerte de Perón y las dictaduras de Aramburu, Onganía, etc.
Pero el pueblo argentino ya se expresó, y la democracia está para aceptarla, cuando se gana y cuando se pierde. No obstante, la república y las instituciones también están para respetarse, cuando se está en la oposición y más aún cuando se está en el gobierno. Lamentablemente, el macrismo antes de asumir ya esboza que los principios republicanos tantas veces reivindicados y glorificados mientras estaba en la oposición van a quedar en la puerta de la casa de gobierno. No así sus principios económicos, lo que a su vez empeora el panorama político de los próximos años.
No obstante, como la historia no la hacen los dirigentes (ni los iluminados, ni los mesiánicos ni los comunes) sino los pueblos en conjunto, con sus ideales, sus acciones y sus elecciones cotidianas, el guión de los próximos años no está escrito, lo escribimos todos nosotros día a día, mes a mes y año a año. Por eso, lo único seguro hoy en día es que el 10 de diciembre habrá realmente un cambio de ciclo. Esperemos (hagamos) que el panorama que se entreve en el horizonte sea mejor de lo que parece, al menos de acuerdo con la visión de este humilde servidor público.

Basurero Nacional.

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