16 de febrero de 2016

Del globo amarillo a la luz amarilla. De la frenada macrista de la economía a la marcha atrás.

Como se había anunciado antes de las elecciones, el gobierno macrista representa un verdadero cambio de modelo de país. Para quienes aún no lo tengan en claro, se trata de lo que habíamos presagiado aquí el 6 de abril del año pasado en ¿Cuál es el plan económico de Macri presidente?
Cuando hablamos de cambio de modelo de país, queremos decir que nada será como fue en estos doce años de crecimiento de la economía del país, de la participación de los trabajadores en el reparto de la torta (que a su vez se duplicó), de la recuperación de los millones de personas que se cayeron de la clase media hasta el 2003, y del ingreso de los millones de la clase baja que se incorporaron a la media, etc.
De a poco volveremos a ver imágenes que no veíamos desde entonces, problemas que ya reaparecen y de prioridades que habían desaparecido. Pero, por ahora repasemos algunas opiniones más autorizadas que las de este humilde Basurero:


LAS PARITARIAS PONEN A PRUEBA EL INTENTO DE DISCIPLINAR A LOS TRABAJADORES
La madre de todas las batallas
Por Horacio Verbitsky
El brusco freno a la creación de dinero no detuvo la inflación, que ha cobrado fuerte impulso a partir de las medidas económicas del gobierno. La experiencia permitía preverlo, pero la ortodoxia es una ideología, indiferente a los datos de la realidad aunque útil para enmascarar objetivos que se persiguen pero no se confiesan. Lo que de verdad procura la política en curso es la disminución del nivel de empleo y/o del salario real, como herramienta de disciplinamiento de la clase trabajadora.
Los dirigentes de las tres fracciones en que está dividida la CGT, que desde hace años no logran fijar entre ellos términos de unidad, se sentaron a la mesa del presidente Maurizio Macrì. La cordialidad del encuentro y las concesiones concretas a los partícipes son el edulcorante que intenta hacer tragable la amarga bebida que acompaña el desayuno, el almuerzo y la cena de quienes son representados por esos sindicalistas. Según las versiones que el propio gobierno difunde, el presidente les pidió comprensión porque está tratando de estabilizar un avión que venía cayendo en picada.
Lejos de recibir un avión en caída, Macrì es el primer gobernante desde Eduardo Lonardi cuyo despegue se produce sin los vientos cruzados de la parálisis económica, la hiperinflación, la crisis social y/o el endeudamiento externo. Por el contrario, recibió la economía en crecimiento y la inflación en descenso; la menor desocupación en décadas y la deuda exigible en divisas con acreedores privados más baja en proporción al Producto Interno desde el empréstito con los hermanos Baring de 1821. Este contexto es el mejor activo del nuevo gobierno, un colchón capaz de atenuar la repercusión esperable de sus medidas.
La CTA que tiene como Secretario General al maestro Hugo Yasky acaba de recibir un documento realizado por su centro de estudios, Cifra, en conjunto con el área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso, sede Argentina), bajo la dirección de Eduardo Basualdo. Ese texto contiene varias claves interpretativas sobre las cuestiones que el gobierno analizó con los cabecillas de las varias CGT. Describe un giro copernicano en el tipo de régimen y la forma de Estado, de un gobierno que puso énfasis en el crecimiento económico y la redistribución del ingreso a favor de los asalariados a otro que se propone transferir la regulación económica del Estado a los sectores oligopólicos. El ajuste económico que ha iniciado implica un salto significativo en el ritmo inflacionario y está generando una reducción del nivel de actividad económica y un retroceso en la participación de los asalariados. Las distintas fracciones del capital que se articulan en el nuevo bloque de poder tienen intereses diferentes pero el punto de acuerdo entre ellas es el disciplinamiento de la clase trabajadora.

El objetivo prioritario
Si bien las medidas implementadas suponen un aumento de la rentabilidad y por ende un teórico incentivo a la inversión, “la caída de la demanda interna ejercerá presiones contrarias en un escenario en el que los mercados externos no dan indicios de expansión sino más bien lo contrario”, dadas la crisis que golpea a Brasil, la marcada desaceleración de la economía china y la larga recesión en los países europeos. La tendencia al descenso de los precios agropecuarios y las dificultades para colocar los productos “hacen que el efecto de la notable devaluación tenga una escaso impacto en términos de las ventas externas y su resultado sea casi exclusivamente la reducción de la masa salarial en términos reales, que por otra parte es el objetivo prioritario de la política gubernamental”.
El propósito de apuntalar el crecimiento a partir de la mayor rentabilidad de la producción agrícola y agroindustrial, también se aprecia en la reducción o eliminación de buena parte de las retenciones a los productos agroindustriales, que según la Fundación Mediterránea implica una resignación fiscal de 3600 millones de dólares anuales y, esta semana, a la minería, que dejará de aportar otros 300 millones. Pese a ello, los exportadores no cumplieron el compromiso asumido de liquidación de divisas y de este modo están forzando una devaluación adicional, que ya llega al 50 por ciento. Su poder de fuego no es desdeñable: según el presidente de la Sociedad Rural, Luis Etchevehere, los granos por liquidar eran equivalentes a 8000 millones de dólares, pero antes de dejar la AFIP, Ricardo Echegaray estimó que implicaban 13.000 millones de dólares. Además se eliminaron los controles a las exportaciones de cereales y carne vacuna y no se aprecian medidas contundentes de protección industrial, con lo cual pese a la caída de los costos salariales y la quita de derechos de exportación la producción fabril no tendrá un rol central en el proceso de acumulación, salvo en el caso de la agroindustria. Ello no parece desvinculado de la composición y procedencia laboral de los intelectuales orgánicos del nuevo gabinete, cuyas representaciones sectoriales denotan sesgos hacia actividades primarias y financieras, que han recibido medidas que tienden a conferirles elevados beneficios y a reiniciar un ciclo de endeudamiento externo, a partir del Megacanje II y la negociación con los fondos buitre. Esta es una prioridad para la nueva gestión, relevante para el patrón de acumulación que intenta imponer el bloque dominante y condición sine qua non para sostener la cantidad de dólares disponibles en el escenario de restricción externa.
Los aumentos de precios (que el estudio estima en hipótesis de mínima en 4 por ciento en diciembre y enero y de máxima en 6 y 5 por ciento en esos meses) implican un retroceso del salario real a partir de septiembre de 2015 de entre el 9,7 y el 12,2 por ciento, con el
Evolución salarial antes y después del shock macrista.
consiguiente incremento de pobreza e indigencia. El piso del incremento salarial para recuperar ese poder adquisitivo perdido tendría que estar en torno del 35 por ciento y no del 20-25 por ciento que pretende Macrì. Ilusionado en la magia de las palabras, el gobierno insiste en que la inflación irá en descenso y por eso está dispuesto a aceptar el desdoblamiento de las paritarias que el kirchnerismo siempre rechazó, con la idea de aumentos menores ahora y una segunda vuelta en el próximo semestre. Esto aliviaría las tensiones inmediatas, pero tendría un potencial peligroso si sus vaticinios voluntaristas no se cumplieran. La inflación también erosiona la mejora de la competitividad externa, como ya ocurrió en 2014. “Eso se intentará mitigar con la suba de la tasa de interés y la reducción del nivel de consumo (de ahí la necesidad de reducir los salarios reales y el nivel de empleo). Por eso las paritarias constituyen la madre de todas las batallas y la reducción de la ocupación la llave maestra” que intenta utilizar el gobierno.

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Y desde el espectro ideológico opuesto (y más cercano al oficialismo) el economista Daniel Artana acota que el plan de Macri requerirá endeudarnos en U$S 60.000 millones, si todo sale bien...:

Las sombras del plan económico
Por Daniel Artana
Luego de la rápida liberalización del cepo cambiario para nuevas transacciones y de la ejecución de medidas comprometidas en la campaña electoral se fueron conociendo a través de anuncios o de decisiones los lineamientos faltantes del programa económico.
En materia fiscal se anunció la eliminación en cuatro años del elevado déficit primario heredado de la administración K, mientras que el déficit total pasaría de 7.5% del PIB en el año 2015 a 2.3% en 2019. Al anunciarse también el objetivo de alcanzar una inflación de un dígito anual en 2019 se puede inferir cuánto de ese desequilibrio fiscal sería financiado por emisión monetaria; el resto deberá ser atendido con endeudamiento neto por encima de los vencimientos de capital.
Suponiendo que el Gobierno ha proyectado una tasa de crecimiento de la economía de 4,5% al año desde 2017 en adelante, si se cumplen los objetivos fiscales y de inflación sería necesario emitir deuda nueva por alrededor de 13% del PBI en cuatro años (algo más de u$s 60.000 millones). Suponiendo que se puede financiar en el mercado local de capitales un tercio de esa cifra el Gobierno necesitaría colocar en el exterior algo más de u$s 40.000 millones (u$s 27.000 en los dos primeros años). En caso de no poder acceder a ese financiamiento a tasas de interés razonables habría dos alternativas: reducir más agresivamente el déficit fiscal o tolerar una inflación más alta que la proyectada. 
La reducción del déficit desde 2017 en adelante proyectada es de 1,5% del PBI, mayor al 1,1% mencionado. Además ese ahorro no daría espacio alguno para reducir la elevada presión tributaria.
El peso de salarios y jubilaciones del orden del 50% del gasto nacional neto de transferencias automáticas implica que o bien no puede haber aumentos importantes de sueldos estatales y jubilaciones en términos reales durante cuatro años, o que habrá que realizar recortes en la otra mitad del gasto nacional por encima de la reducción anunciada de subsidios a la energía.
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Y como habíamos publicado el año pasado, veamos qué opinaban economistas (no sospechados de kirchnerismo) sobre las medidas económicas de Macri:

Redrado: Lo que plantea Macri “es un ajuste que la economía argentina no soporta y que tiene un costo social enorme”.
(...) eso solo se puede lograr a través de una “megadevaluación o de un gran ajuste”, o la suma de ambos.
“Es posible si hace una megadevaluación y un gran ajuste de la economía argentina, porque la pregunta que hay que hacerle al candidato (por Macri) es a qué valor unifica el tipo de cambio”
“Lo que plantea este candidato, es un ajuste que la economía argentina no soporta y que tiene un costo social enorme”, apuntó el economista cercano a Massa.

El ex ministro de Economía Roberto Lavagna llamó "irresponsables" al jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri y a su equipo económico en PRO por sugerir la inmediata "eliminación del cepo" en caso de llegar a la presidencia.
"Macri y el PRO unos irresponsables hablando del cepo", aseguró Lavagna, asesor del candidato presidencial del Frente Renovador, Sergio Massa. "La Argentina sólo se cura con crecimiento económico", agregó.

El plan neoliberal de Macri para eliminar Ganancias.
El diputado nacional del PRO Federico Sturzenegger, referente económico del espacio que encabeza Mauricio Macri, aseguró hoy que "si queda algún agujero" fiscal por la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias, como prometió el jefe de Gobierno porteño si llega a ser presidente, "perfectamente se puede financiar con endeudamiento".
Sturzenegger también reconoció que "si hay un activo que deja el kirchnerismo, es una economía que no está endeudada".

Macri admite que tomaría deuda para bajar retenciones.
El macrismo evalúa quitar subsidios, terminar con Fútbol para Todos y apelar al endeudamiento externo en caso de que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, llegue a la Casa Rosada en 2015. Con ese paquete de medidas económicas aspiran suplir los fondos que el Estado perderá por eliminar las retenciones agropecuarias y el Impuesto a las Ganancias.
Aunque de manera progresiva, otro de los objetivos de PRO es terminar con los subsidios, lo que redundaría en un rápido aumento de tarifas. Sin duda, es una de las medidas más impopulares que barajan.
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Como vemos, después de doce años de crecimiento económico y social, a la Argentina le espera una frenada inicial y posiblemente un retroceso (buscado o no) de su economía. Pero eso no es sólo atribuible al presidente Mauricio Macri, sino que también a los millones de votantes que aprobaron las propuestas de Cambiemos. Lo que se desconoce es hasta dónde será posible seguir con las mismas, porque no se conocen ni la aceptación que seguirán teniendo en la población que las votó y en la que no la votó. Pero "a ojo de buen cubero" este humilde servidor público opina que en unos meses se verán las primeras reacciones populares al respecto.

Continuará...

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