Todo movimiento político que llega el poder tiene un
origen anterior al primer día de gobierno. Si analizamos los movimientos
políticos denominados nacionales y populares de nuestro país, veremos que no
nacen de un día para el otro ni de una usina o "think tank" (perdón por el anglicismo), sino que es la
resultante de diversas fuerzas politico-sociales que se enfrentaron a un
gobierno o régimen (autoritario o no) anterior que no colmaba o desconocía los
intereses populares. Por ejemplo, el radicalismo nació al calor del combate en
las calles (y varias veces con las armas) contra "el régimen"
conservador. El peronismo, a su vez, lo hizo convirtiéndose en el interprete y
organizador de las fuerzas que se oponían a los gobiernos de la "década
infame" del fraude y la corrupción abierta y estructural de la oligarquía
agroexportadora. Y el kirchnerismo interpretó o fue producto de la crisis del
2001, generada por el menemismo y el delarruismo del "1 a 1", aunque
en este caso sí creció y se fortaleció en pleno ejercicio del poder. Esos
movimientos populares interpretaron las necesidades y deseos del pueblo, y
cambiaron la realidad social, política y económica previa, por lo que se
consolidaron en la consideración popular. Podemos afirmar que el germen
de esos movimientos o partidos políticos fue el statu quo previo, las
falencias y políticas antipopulares de esos gobiernos conservadores, liberales
o neoliberales.
¿Podemos decir, entonces, que el actual gobierno
conservador (que aquí denominamos como Revolución Macrista [1]) puede convertirse
en el origen de un nuevo gobierno de raigambre popular? Creemos que sí, y así
lo afirmamos desde un comienzo. Un gobierno que se esforzó en revertir la
redistribución económica del kirchnerismo a favor de las clases baja y media,
que anula o disminuye derechos adquiridos por el pueblo, que no deja de atacar
la situación económica de la mayoría de los argentinos (incluyendo a quienes lo
votaron) crea un caldo de cultivo fértil para el origen de un movimiento que se
oponga a ese modelo de país. Los signos más evidentes no deben buscarse en las
opiniones o reacciones de los partidarios de este tipo de movimientos populares
sino en las propias bases de Cambiemos, principalmente en los referentes
públicos que lo apoyaron desde el minuto uno y que ahora están saltando del
Titanic. No son ellos más que la punta del iceberg de los desconformes con el
macrismo, de quienes creyeron y dejaron de creer, de quienes son víctimas de
las mismas políticas que apoyaron. La mayoría de ellos, que denostaban los
subsidios estatales porque pensaban que sólo beneficiaban a los pobres o
desocupados, seguramente descubrieron en estos años de ajuste macrista que
ellos mismos habían sido beneficiarios de esos subsidios en los servicios
públicos (gas, electricidad, agua potable y transporte) cuando vieron subir las
tarifas en forma geométrica, lo que redujo su presupuesto familiar destinado a
otros gastos prescindibles, como turismo, salidas semanales o
electrodomésticos, algo a lo que se acostumbró durante el kirchnerismo.
Pero en materia de referentes públicos oficialistas, no hablamos sólo de Mirtha Legrand y sus degradados programas semanales, veamos otros ejemplos:
“Me avergüenzo de haber
votado a Macri (…) Este grupo de elegantes que venía a fundar la modernidad se
quedó sin letra y nos dejó de nuevo en la pradera de la desesperanza.
“Son modernos, ignoran
las necesidades de los humildes, dueños de bancos y mesas de dinero que parecen
no saber manejar ni ese mecanismo por el cual se enriquecieron”.
“No tenemos capitalismo
productivo, solo una caterva de ladrones y coimeros (…) Esta es la última etapa
de un país con ricos muy ricos y pobres muy pobres. Prometían inversiones y hoy
los grandes grupos económicos se roban más de lo que producimos, esa es la
verdadera razón de la creciente deuda”
Julio Bárbaro
"Esperaba mucho más en lo económico y en el
día a día del laburante que gana 18, 15, 13 lucas por mes. En el presente de
los jubilados que cobran siete mil y pico. (…) Yo les creí. Yo esperaba más de
esa gente. Creí que iba a bajar la inflación, que iba a haber más laburo. (...) El gobierno anterior en
algunas cosas la pegó".
Alejandro Fantino
"El gobierno es su peor enemigo (…) Este
gobierno se endeuda para afuera, pero no va a poder hacerlo durante mucho
tiempo más. Es la historia argentina, siempre cada tanto se entra en default,
esta película ya la vimos".
Jorge Lanata
"Es el peor momento del gobierno (…). El FMI
es mala palabra (…). El gobierno perdió credibilidad, confianza, imagen
positiva y hasta de intención de voto. Además perdió iniciativa política. Corre
detrás de los problemas y tiene soberbia".
Alfredo Leuco
"Hay una suerte de empecinamiento en llevar al
país por la banquina. Un presidente empecinado en no hacer modificaciones de
fondo que son las que requieren el momento".
Marcelo Longobardi
"Lo peor está por venir.
(…). Si se mira con detenimiento cómo llegamos a un dólar de casi 30 o por qué
la economía es la más vulnerable del mundo (…) le podría servir al gobierno
para modificar de una vez por todas esa estrategia de comunicación que consiste
en vender optimismo para ganar elecciones en vez de reconocer la profundidad de
la crisis. La Argentina es uno de los estados que más se ha endeudado en el
exterior para financiar un déficit fiscal crónico (…). Este gobierno, ¿va a
continuar tirando de la cuerda con el aumento de tarifas o va a mostrar al fin
algo de sensibilidad social y les va a pedir a las grandes empresas que asuman
parte del costo?"
Luis Majul
"Yo voté a Mauricio Macri. Soy de los pocos
periodistas que lo dicen todo el tiempo. No por amor sino por descarte (…). Creo
que Macri no satisfizo lo que esperábamos estos dos años y medio los votantes y
la mayoría de los ciudadanos".
Luis Novaresio
Fuente: Tarde Piaste.
Incluso puede verse esta desazón frente al gobierno de
Cambiemos en los miembros del “círculo rojo” al que Macri interpela en forma
permanente. Por ejemplo, el empresario multimillonario Eduardo Constantini:
"Así como el Gobierno pecó de ingenuidad, también el
mercado creyó en la estrategia argentina y esa estrategia falló. Y es claro
ahora que no era consistente el plan. Yo mismo creí que podría cerrar. Hay una
desilusión en forma virulenta".
Incluso el poderosísimo y simpatizante del macrismo Paolo Rocca, cabeza del grupo Techint, se refirió a los errores del gobierno:
Rocca pidió “tener un plan consistente y solido” para el desarrollo económico del país. (...) “lo importante es que haya movilidad social. Si hay movilidad social se puede crecer aunque haya pobreza”. (...) Para el titular de Techint “sin dudas, las dificultades actuales están afectando las cadenas de pago. Pero es un momento para poder mirar al mediano y largo plazo, y ver adónde podemos ir.
Fuente: Paolo Rocca: "Con la devaluación ganamos competitividad inmediata".
Rocca pidió “tener un plan consistente y solido” para el desarrollo económico del país. (...) “lo importante es que haya movilidad social. Si hay movilidad social se puede crecer aunque haya pobreza”. (...) Para el titular de Techint “sin dudas, las dificultades actuales están afectando las cadenas de pago. Pero es un momento para poder mirar al mediano y largo plazo, y ver adónde podemos ir.
Fuente: Paolo Rocca: "Con la devaluación ganamos competitividad inmediata".
No nos referimos a la palabra de politólogos o cientistas sociales, pero sí a las dudas, desconfianza o críticas actuales de referentes públicos muy escuchados, lo que contribuye a difundir el desprestigio creciente de la palabra gubernamental y las falencias del modelo macrista. Este fenómeno nuevo constituye un caldo de cultivo de la búsqueda de una alternativa al oficialismo hostil con la población, algo ya visto en nuestra historia: el surgimiento de un nuevo movimiento nacional y popular. Por eso decimos que, paradójicamente, los pésimos resultados del modelo Cambiemos no hace más que fomentar el surgimiento de un modelo antitético, como señalamos más arriba con los ejemplos del yrigoyenismo y el peronismo en el siglo pasado y el kirchnerismo en el actual. Pero, como también lo muestra la historia, ni Cambiemos ni el establishment se entregará sin pelear, no renunciará al gobierno y menos aún al poder. Como ya señalamos aquí:
Nuestra historia muestra cabalmente que la derecha
nunca entrega el poder voluntariamente, salvo por fuerza mayor y luego de una
crisis provocada por ella misma.
Si puede planificar la entrega tratará antes de
destruir cualquier movimiento nacional y popular que pueda sucederla. Ahora
sabe que esta es su última oportunidad para cristalizar los cambios que
benefician a sus intereses políticos pero principalmente económicos, por eso
está tan cebada en los cambios revolucionarios implementados a cualquier costo que
está llevando a cabo.
Sin embargo, del otro lado también hay jugadores
hábiles, y muchos, por eso recordamos lo expuesto también aquí en otro
oportunidad:
Acordamos por eso con la visión que tiene de los
movimientos populares el teórico y vicepresidente de Bolivia Álvaro García
Linera:
"(…) La revolución es por oleadas, no por ciclos”
Cuando tú hablas de ciclo, significa que todo tiene un inicio, una
estabilización y un fin. Es algo natural como la ley de la gravedad. Hagas lo
que hagas, protestes o te movilices, así será de aquí a 50 años, cuando venga
otro ciclo. Esta es una mirada que le arrebata el protagonismo al ser humano,
que olvida el papel de la subjetividad colectiva en la construcción de los
hechos sociales. Es falsa.
Las transformaciones se dan por oleadas. La gente se
articula, se unifica, crea sentido común, tiene ideas fuerza, se convierte en
ser universal, es decir, ser que pelea por todos. Logra derechos, acuerdos,
Estado, política".(2)
Es por eso que afirmamos una vez más que Macri y
Cambiemos puede resultar el germen de una nueva oleada nacional y popular, una pleamar que recupere lo perdido e intente ir más allá en sus logros; lo
que suele suceder cuando el establishment, ciego por sus intereses de parte, por su incomprensión y desprecio por los intereses o la voluntad de las mayorías, se
dedica a gobernar para su círculo íntimo solamente, hasta que el mismo pueblo
impone el límite.
Por supuesto, no estamos hablando de matemáticas o
ciencias duras sino de acontecimientos sociales, por eso los límites de esos
hechos son difusos, pero suponemos que a grandes rasgos estamos a las puertas
de un nuevo movimiento popular reivindicativo de los anteriores, principalmente como el
resultado lógico de los descarnados errores del gobierno, del daño social y
económico que le impuso y seguirá imponiendo a las mayorías, quienes observan
impávidas la impunidad y rudeza con que el gobierno gobierna para “los ricos” a
expensas del resto de la sociedad. Muchos de ellos descubren ahora los
beneficios o derechos logrados durante el kirchnerismo; algo que creían natural
en un país donde la política no estaba para modificar la realidad o dirigir las
riendas del estado a favor de los menos favorecidos. Que también descubrirán
que estar cada día mejor o que poder planificar el futuro no es algo natural y
permanente, que el estado no está siempre de su lado cuando lo necesite frente
a los poderosos, porque depende de quienes el pueblo coloca en la Casa Rosada o
el Congreso. En definitiva, cuando nos demos cuenta que la historia, nuestra
historia política, nos enseña no sólo lo que puede suceder si tomamos en
nuestras manos los destinos del país sino que tan sólo la política y los políticos
(y no los empresarios puestos a manejar el timón del barco) son la llave para
reconstruir lo destruido en estos años y aspirar a vivir como lo hacíamos antes
de la debacle macrista o, tal vez, mejor aún.
La mayoría de ellos, que renegaban de los subsidios
porque pensaban que sólo beneficiaban a los pobres o desocupados, seguramente
descubrieron en estos años de ajuste macrista que ellos mismos eran
beneficiarios de subsidios estatales en los servicios públicos (gas,
electricidad, agua potable y transporte) cuando vieron subir las tarifas en
forma geométrica, lo que redujo su presupuesto familiar destinado a otros
gastos prescindibles, como turismo, salidas semanales o electrodomésticos, algo
a lo que se acostumbró durante el denostado kirchnerismo.
Cuándo surgirá este nuevo movimiento popular no es posible asegurarlo. Si será en 2019 o 2023 dependerá no de las teorías de sociólogos o politólogos, de los deseos de políticos o de los propios actores sociales sino de los hechos sociales y políticos mismos, tan difíciles de pronosticar como de negar. Pero lo seguro es que, si no se producen cambios drásticos en el rumbo del gobierno, el caldo de cultivo de un nuevo movimiento popular reivindicativo de los derechos perdidos o amenazados de la población seguirá creciendo. El proceso no sería igual al de los casos anteriores, porque la historia (a pesar de la creencia popular) no se repite, pero no debemos soslayar las coincidencias y aprender de sus lecciones.