14 de marzo de 2013

El Papa Francisco (Pancho, el Papa peronista).

Luego del anuncio de que el nuevo pontífice católico era el argentino Jorge Bergoglio, estalló el orgullo argentino tras la lógica conmoción ante el hecho del surgimiento del compatriota más famoso de la historia (incluso más que Maradona y Messi). Muchos creeyeron que esta designación de un obispo argentino como Papa era una especie de premio al país, cuando en realidad está más ligado a los problemas y tejes y manejes de las internas de la misma iglesia católica que a los atributos, logros o situación histórica de nuestro país.
Para sintetizar este brote de patrioterismo nacional podemos apelar a estas frases relacionadas con el hecho:

* La fumata no fue blanca sino blanca y celeste.
* Se trata de la nueva mano de Dios.
* Dios y el Papa son argentinos.
* El mate será la bebida de Dios.
* Mentir en el truco ya no es pecado.
* El gol de Maradona a los ingleses con la mano ya no es pecado.
* Los brasileños ganaron cinco mundiales pero nosotros tenemos un Papa.
* San Lorenzo es ahora más santo que nunca.
* El peronismo llegó al cielo.
* Se acabo el tiempo de Racing-ger y comenzó el de San Lorenzo.

* Bianchi ya no tiene el celular de Dios, ahora lo tiene Pizzi.
* Perón cumple, Evita dignifica y Francisco santifica.
* Hoy más que nunca está la "argentinidad al palo".
*Maradona es mejor que Pelé, Messi es mejor que Ronaldo y Francisco es mejor que Benedicto XVI y Juan Pablo II juntos.
*En Italia dijeron "siamo fuori" del Vaticano.
*Jesús habrá nacido en Asia, el Vaticano estará en Europa, pero el Papa nació en Flores.
*El "papamóvil" va a ser un Siam Di Tella o un Torino.
*Una encíclica va a ratificar que Gardel nació en Buenos Aires.







Pero, para dar un tono más serio al tema, este humilde servidor público presenta estos resúmenes de notas recogidas en los medios, para conocer mejor qué significa la elección del primer Papa americano de la historia y el primero no europeo en más de mil años:


Un jesuita denunciante de la trata y firme opositor al matrimonio igualitario.
Hijo de italianos, inició su carrera sacerdotal a los 21 años. En 1998 se convirtió en arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires. Lo acusan de callar los crímenes de la dictadura. Y le reconocen una mirada social más allá de lo religioso.

Allí donde lo fueron a buscar los cardenales, “el fin del mundo”, según dijo, la República Argentina, Ciudad de Buenos Aires, nació en 1936 Jorge Mario Bergoglio, desde ayer el papa Francisco, quien se dirigió a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro en la lengua de sus padres, Mario y Regina, el italiano: “el deber de un cónclave es dar un obispo a Roma y parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo, pero ya estamos aquí", dijo, tal vez con cierta ironía, mientras las cámaras y la mirada del mundo captaban el ondear de un par de banderas celestes y blancas.
Para el mundo es el primer papa latinoamericano, también el primer jesuita. Para el país, la investidura albina difícilmente logre ocultar una historia rica en actividades pastorales, políticas y sociales. Ayer no dejaba de debatirse sobre su posición contraria al aborto y al matrimonio igualitario, la acusación de haber contribuido a la desaparición de dos sacerdotes jesuitas en los 70 y de callar los crímenes de la dictadura, su combate contra la trata de personas y el trabajo esclavo y su diálogo abierto con representantes de diversas comunidades y de otras religiones, sobre todo la judía. Por estas últimas características, es que algunas voces auguran un papado menos conservador que el anterior.
Tal vez uno de sus rasgos más diferenciales, sobre todo con su antecesor, es la vocación por mantenerse cerca de la gente de a pie, fueran creyentes o no. Era muy frecuente encontrarlo sin aviso viajando en la Línea A del subterráneo porteño, en el colectivo, o a pie. Y prácticamente imposible entrevistarse con él en el despacho oficial del arzobispado. En su lugar, prefería una oficina en el segundo piso del edificio de Rivadavia 415, donde vivía hasta ahora.
Además de dominar varias lenguas, Bergoglio es profesor de literatura y psicología y licenciado en teología y filosofía. Pero antes de volcarse a la carrera religiosa, se recibió de técnico químico en el colegio secundario ENET 27 HipólitoYrigoyen (actual Escuela Técnica Nacional 27).
 Los ’70 lo encontraron con una profunda influencia de los sacerdotes tercermundistas, aunque con el tiempo se iría apartando de ese camino.  Durante una larga carrera de la orden jesuítica llegó a ser Provincial desde 1973 hasta 1979. La Teología de la Liberación, que predicaban los sacerdotes que habían hecho la “opción por los pobres”, fue, en palabras de un Bergoglio madurado con los años, “una consecuencia interpretativa del Concilio Vaticano II. Y, como toda consecuencia de un giro que da la Iglesia, tuvo sus más y sus menos, sus mesuras y sus excesos”. En los ochenta se vería más moderado. Su simpatía por el peronismo y el nacionalismo católico lo llevaron a coincidir con Guardia de Hierro, una organización nacida durante la resistencia peronista, y además, la contracara de “derecha” de la juventud, opuesta a Montoneros, en la década anterior.

En su libro El Silencio, Horacio Verbitsky relata el secuestro a los sacerdotes tercermundistas Francisco Jalics y Orlando Yorio por un Grupo de Tareas de la Armada en mayo de 1976. Verbitsky escribe un textual de Emilio Fermín Mignone, viceministro de Educación de la Nación en el gobierno de Juan Carlos Onganía e “intelectual descollante”, cuya hija Mónica también había sido secuestrada. “Una semana antes de la detención –dice Mignone--, el arzobispo Aramburu le había retirado las licencias ministeriales, sin motivo ni explicación. Por distintas expresiones escuchadas por Yorio en su cautividad, resulta claro que la Armada interpretó tal decisión y, posiblemente, algunas manifestaciones críticas de su provincial jesuita, Jorge Bergoglio, como una autorización para proceder contra él. Sin duda, los militares habían advertido a ambos acerca de su supuesta peligrosidad. ¡Qué dirá la historia de estos pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas!”.
La revelación del periodista de Página/12 fue en 2005, justo en momentos en que tras la elección del papa Benedicto XVI se mencionaba a Bergoglio como el que había disputado el cetro en la decisión de los cardenales. Bergoglio hizo su descargo varios años después, en las páginas del libro autobiográfico. Allí recordó que ambos jesuitas estaban organizando otra congregación. “Vivían en el llamado barrio Rivadavia del Bajo Flores. Nunca creí que estuvieran involucrados en ‘actividades subversivas’ como sostenían sus perseguidores, y realmente no lo estaban. Pero, por su relación con algunos curas de las villas de emergencia, quedaban demasiado expuestos a la paranoia de caza de brujas. Como permanecieron en el barrio, Yorio y Jalics fueron secuestrados durante un rastrillaje. (…) Afortunadamente, tiempo después fueron liberados, primero porque no pudieron acusarlos de nada, y segundo, porque nos movimos como locos. Esa misma noche en que me enteré de su secuestro, comencé a moverme. Cuando dije que estuve dos veces con Videla y dos con Massera fue por el secuestro de ellos”, se defendió el cardenal, que en ese momento era la principal autoridad de la provincia jesuítica de Argentina y Uruguay, un cargo, ayer y hoy, muy influyente.
Admirador de Jorge Luis Borges, a quien conoció personalmente. “Borges tenía la genialidad de hablar prácticamente de cualquier cosa sin mandarse la parte. Era un hombre muy sapiencial, muy hondo. La imagen que me queda de Borges frente a la vida es la de un hombre que acomoda las cosas en su sitio, que ordena los libros en los anaqueles como el bibliotecario que era”. También se asume como un gran amante del tango. Sus cantantes preferidos son Carlos Gardel, Julio Sosa y Ada Falcón, que después se convirtió en monja. De lo que llama “la segunda etapa del tango”, elige a Ástor Piazzola y Amelita Baltar. Lo bailó de joven, aunque prefería la milonga. También de joven supo jugar al básquet, aunque siempre lo apasionó el fútbol. Recién en 2008 formalizó su amor por San Lorenzo y se hizo socio del club. Ayer, una de las placas más coloridas de Crónica TV afirmaba: “El papa es hincha de San Lorenzo”.

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Un papa no tan sorpresivo.
Era tanta la insistencia en los "papables" de los medios y sus candidatos (a veces lobby) que muchos se sorprendieron absolutamente. Ayer comiendo con algunos jesuitas en Bogotá les dije "no descarten a Bergoglio". "Eso es imposible", me dijo uno; "sería terrible" agregó otro… "Temo por los jesuitas", acotó una monja cercana a la Compañía.

Mi sospecha de que era muy posible que fuera elegido no estaba ajena a cierto conocimiento de la fenomenal capacidad de manejar los hilos del poder que tiene el actual Papa. Sabe moverse entre esos pliegues como nadie. "Hasta ser Papa no para", me decía una vez un jesuita; "te entrega los alfiles y la reina porque tiene el jaque mate en la cabeza", decía otro. Viendo la fenomenal capacidad de manejar los hilos del poder sospechaba que la "opción Bergoglio" era más que una posibilidad.
¿Qué se puede decir? Son varias cosas las que vienen a mi mente. Para empezar, al mirar la lista de los papable", que en el país de los ciegos, el tuerto es rey. Mirando los cardenales de São Paulo, Budapest, Milán, que resonaban, uno tiene la tentación de decir que al lado de ellos Bergoglio es Messi, Maradona, Cristiano Ronaldo y Pelé juntos.
Los medios parecen darle al Papa mucha más importancia que la que tiene dentro de la Iglesia. Aunque la estructura eclesiástica sea de una monarquía absoluta, el Papa no es un "monarca" en los pasos y decisiones que toman las iglesias particulares. Cada obispo puede tomas sus propias decisiones y tener actitudes que sean diferentes a las del obispo de Roma (el Papa). No opuestas, pero sí diferentes. Otro elemento a tener en cuenta es la mentalidad creada por muchos de cómo entender la obediencia, comprendida por ellos como una suerte de "obediencia de cuartel", cosa que ni de lejos es lo que se entiende por tal dentro de la Iglesia. Y en este sentido, ubicar la mentalidad pobre y falsa de que "al Papa lo elige el Espíritu Santo". No es eso lo que se dice teológicamente en la Iglesia. En 1997 el entonces cardenal Ratzinger dijo a la TV alemana: "Yo diría que no en el sentido de que el Espíritu Santo escoja al Papa. (...) Diría que no es exactamente que el Espíritu tome el control del asunto, sino más bien que, como un buen educador, por así decir, nos deja mucho espacio, mucha libertad, sin abandonarnos enteramente. Así el rol del Espíritu debería entenderse en un sentido mucho más flexible, no como si dictara a qué candidato uno debe votar. Probablemente la única seguridad cierta que Él ofrece es que las cosas no pueden ir totalmente a la ruina." Y agregó: "¡Hay demasiados contraejemplos de papas a quienes obviamente el Espíritu Santo no habría elegido!"
Creo que en un sentido seguimos retrocediendo, y en otro hemos ganado algo. En el tema Derechos Humanos ciertamente hemos perdido. El pasado de Bergoglio como provincial de los jesuitas, y su relación con la desaparición de Francisco Jalics y Orlando Yorio ciertamente ensombrece el pontificado (y parece no haber importado en la elección, porque el tema es sabido y conocido). Todo el movimiento gestado dentro de la Compañía de Jesús de ir a los barrios populares, dejar los monasterios y conventos para vivir "en medio de la gente" fue firmemente rechazado por el provincial Bergoglio, y en eso estaban Jalics, Yorio y otro grupo con ellos.
Por otro lado, en indudable que después de los "principados" de Caggiano, Aramburu o Quarraccino, cardenales de Buenos Aires, Bergoglio supo ser cercano a la gente; tener actitudes populares y muy valiosas. No sólo andar en la calle normalmente, viajar en subte, lavar pies de enfermos de sida o embarazadas en la Sardá, invitar a los curas a salir de los templos, ser pastores, misioneros, son ciertamente gestos populares ¡y humanos! (como lo fue el gesto de pedir que la gente lo bendiga a él antes de bendecirlos).
¿Qué podemos esperar? En lo personal creo que hay dos cosas que van a marcar rumbo y merecen ser tenidas en cuenta para mirar. Para la Argentina, los próximos nombramientos de obispos (y el de Buenos Aires en primer lugar). Y para la Iglesia universal, los nombramientos en la Curia Vaticana (lo habitual es que se confirme a los que están y con el tiempo de los vaya cambiando, pero habrá que estar atento a estos pasos). Y finalmente, ver en qué marca su pontificado la elección de su nombre Francisco. ¿Será por Francisco Javier, el gran misionero jesuita, como él, o por Francisco de Asís, el santo hermano universal y marcado a fuego por la "hermana pobreza"? ¿Será esto un indicio de su "plan" para el pontificado? Lo iremos viendo. Benito XVI eligió su nombre en memoria de San Benito, el santo patrono de Europa, y de Benito XV el Papa de Europa en la posguerra. Y fue un Papa eurocéntrico, evidentemente. ¿En qué medida Francisco –el que fuera– marcará lo que podemos esperar y desear del futuro Papa? A partir de ahora lo iremos viendo.

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Bergoglio no estaba entre los primeros 15 candidatos según las casas de apuestas .

Una elección fuera de los pronósticos que rompió con las ilusiones italianas
Los medios daban por sentado que el nuevo Papa sería el milanés Angelo Scola y minimizaban las posibilidades del argentino por su avanzada edad. Ahora se preguntan por los motivos que torcieron los votos de los cardenales.
Luego de haber anunciado por días que después de 35 años de Papas "extranjeros" Angelo Scola sería el nuevo pontífice, el arzobispo de Milán cumplió una vez más con el viejo proverbio italiano: "entró Papa y salió cardenal".
Todos los principales diarios lo definían como el "super favorito" y el primero de un podio seguido por una estadounidense y un brasileño. Ahora, tras la fumata blanca, los nombres que hasta ayer alimentaban la especulación parecen no importar y la nueva pregunta es qué pasó dentro la Capilla Sixtina para que ocurriera lo que nadie esperaba.
Una posible respuesta es que la prensa creó un mundo de intrigas de palacio y de discusiones muy diferentes a las que en realidad coparon el universo de las congregaciones generales previas al cónclave en las que los cardenales tocaron muchos temas centrales para el futuro de la Iglesia. Entre ellos, el de la evangelización, citado por Bergoglio pocos minutos luego de su elección.
Como sucedió con las encuestas durante las últimas elecciones políticas en Italia, los vaticanistas y expertos en temas religiosos no supieron prever lo que sucedería. Uno de los factores que distrajo la atención de Bergoglio fue el factor edad. Nadie creía que luego de la renuncia de Benedicto XVI por "falta de fuerza y la avanzada edad", la Iglesia apostaría a un cardenal de 77 años.
Lo cierto es que muchos de los cardenales que ayer lo eligieron volverán a sus rincones del mundo y Bergoglio deberá hacer las cuentas con los prelados romanos que controlan las finanzas vaticanas, que encubrieron por años la pedofilia de los sacerdotes y que aún controlan lo hilos conductores del catolicismo.

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“Maneja muy bien el poder”
–¿Por qué le parece que los cardenales eligieron a Jorge Bergoglio?


–Bergoglio sabe manejar muy bien los hilos del poder. Ya había sido muy votado en el cónclave anterior, cuando se eligió a Josef Ratzinger; y, en 2007, todos los obispos latinoamericanos lo eligieron presidente de la comisión de redacción del Documento de Aparecida. En cuanto a los criterios que los cardenales priorizaron con esta elección, desde ya no es probable que sea un papa de avanzada. Hay cosas que a muchos preocupan y que no creo sean para él temas principales, como la comunión de los divorciados, los temas de la homosexualidad y el aborto.
Entonces, no creo que promueva cambios importantes a nivel doctrinal, pero puede tener gestos importantes en el nivel pastoral –contestó el representante de OPP, que hace pocos meses cuestionó al Episcopado por aceptar la vinculación de la Iglesia con la última dictadura militar–.

–¿Qué otros pros o contras destaca en el nuevo papa?

–Bergoglio tiene aspectos muy negativos. En el tema derechos humanos, pesa sobre él la sombra de los dos jesuitas desaparecidos en la ESMA: hay firmes sospechas de que participó activamente en eso, tal como se detalló en notas periodísticas de Horacio Verbitsky (en Página/12). Esto no parece haberles importado a los cardenales. Tampoco vamos a esperar que Bergoglio aliente la Teología de la Liberación. Pero, sin embargo, en la diócesis de Buenos Aires ha sabido ser pastor. Después de arzobispos que eran “príncipes de la Iglesia” como Caggiano, Aramburu o Quarracino, Bergoglio está dispuesto a acercarse a la gente: ha lavado los pies de enfermos de sida, de embarazadas en la Maternidad Sardá, bendijo a cartoneros en plaza Constitución. Son cosas positivas, después de un papa tan lejano como Benedicto XVI, que nunca vio un pobre en su vida. Políticamente, Bergoglio viene de la agrupación peronista Guardia de Hierro; a diferencia de Aguer, es capaz de tomar mate con la gente, insiste en que los curas vayan a los barrios, pone curas villeros. Ahora habrá que prestar atención a dos cosas. Una: a quiénes nombrará Bergoglio en la curia vaticana, que es un antro mafioso; suele pasar que inicialmente se confirmen los que están, pero puede ser que lentamente empiece a haber cambios. La segunda cuestión es quién será designado arzobispo de Buenos Aires: es de esperar que Héctor Aguer haya concluido su carrera eclesiástica.

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Un ersatz
Por Horacio Verbitsky
Entre los centenares de llamados y mails recibidos, elijo uno. “No lo puedo creer. Estoy tan angustiada y con tanta bronca que no sé qué hacer. Logró lo que quería. Estoy viendo a Orlando en el comedor de casa, ya hace unos años, diciendo ‘él quiere ser Papa’. Es la persona indicada para tapar la podredumbre. Es el experto en tapar. Mi teléfono no para de sonar, Fito me habló llorando.” Lo firma Graciela Yorio, la hermana del sacerdote Orlando Yorio, quien denunció a Bergoglio como el responsable de su secuestro y de las torturas que padeció durante cinco meses de 1976. El Fito que la llamó desconsolado es Adolfo Yorio, su hermano. Ambos dedicaron muchos años de su vida a continuar las denuncias de Orlando, un teólogo y sacerdote tercermundista que murió en 2000 soñando la pesadilla que ayer se hizo realidad. Tres años antes, su íncubo había sido designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires, lo cual preanunciaba el resto.
Orlando Yorio no llegó a conocer la declaración de Bergoglio ante el Tribunal Oral Federal 5. Allí dijo que recién supo de la existencia de chicos apropiados después de terminada la dictadura. Pero el Tribunal Oral Federal 6, que juzgó el plan sistemático de apropiación de hijos de detenidos-desaparecidos, recibió documentos que indican que ya en 1979 Bergoglio estaba bien al tanto e intervino al menos en un caso a solicitud del superior general, Pedro Arrupe. Luego de escuchar el relato de los familiares de Elena de la Cuadra, secuestrada en 1977, cuando atravesaba el quinto mes de embarazo, Bergoglio les entregó una carta para el obispo auxiliar de La Plata, Mario Picchi, pidiéndole que intercediera ante el gobierno militar. Picchi averiguó que Elena había dado a luz una nena, que fue regalada a otra familia. “La tiene un matrimonio bien y no hay vuelta atrás”, informó a la familia. Al declarar por escrito en la causa de la ESMA, por el secuestro de Yorio y del también jesuita Francisco Jalics, Bergoglio dijo que en el archivo episcopal no había documentos sobre los detenidos-desaparecidos. Pero quien lo sucedió, su actual presidente, José Arancedo, envió a la jueza Martina Forns copia del documento que publiqué aquí, sobre la reunión del dictador Videla con los obispos Raúl Primatesta, Juan Aramburu y Vicente Zazpe, en la que hablaron con extraordinaria franqueza sobre decir o no decir que los detenidos-desaparecidos habían sido asesinados, porque Videla quería proteger a quienes los mataron. En su clásico libro Iglesia y dictadura, Emilio Mignone lo mencionó como paradigma de “pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”. Bergoglio me contó que en una de sus primeras misas como arzobispo divisó a Mignone e intentó acercársele para darle explicaciones, pero que el presidente fundador del CELS alzó la mano indicándole que no avanzara.

No estoy seguro de que Bergoglio haya sido elegido para tapar la podredumbre que redujo a la impotencia a Joseph Ratzinger. Las luchas internas de la curia romana siguen una lógica tan inescrutable que los hechos más oscuros pueden atribuirse al espíritu santo, ya sean los manejos financieros por los que el Banco del Vaticano fue excluido del clearing internacional porque no cumple con las reglas para controlar el lavado de dinero, o las prácticas pedófilas en casi todos los países del mundo, que Ratzinger encubrió desde el Santo Oficio y por las que pidió perdón como pontífice. Ni siquiera me extrañaría que, brocha en mano y con sus zapatos gastados, Bergoglio emprendiera una cruzada moralizadora para blanquear los sepulcros apostólicos.

Pero lo que tengo por seguro es que el nuevo obispo de Roma será un ersatz, esa palabra alemana a la que ninguna traducción hace honor, un sucedáneo de menor calidad, como el agua con harina que las madres indigentes usan para engañar el hambre de sus hijos.
En la Silla Apostólica no se sentará un verdadero franciscano sino un jesuita que se hará llamar Francisco, como el pobrecito de Asís. Una amiga argentina, me escribe azorada desde Berlín que para los alemanes, que desconocen su historia, el nuevo papa es tercermundista. Menuda confusión.

Su biografía es la de un populista conservador, como lo fueron Pío XII y Juan Pablo II: inflexibles en cuestiones doctrinarias pero con una apertura hacia el mundo, y sobre todo, hacia las masas desposeídas. Cuando rece su primera misa en una calle del trastevere o en la stazione termini de Roma y hable de las personas explotadas y prostituidas por los poderosos insensibles que cierran su corazón a Cristo; cuando los periodistas amigos cuenten que viajó en subte o colectivo; cuando los fieles escuchen sus homilías recitadas con los ademanes de un actor y en las que las parábolas bíblicas coexisten con el habla llana del pueblo, habrá quienes deliren por la anhelada renovación eclesiástica. En los tres lustros que lleva al frente de la Arquidiócesis porteña hizo eso y mucho más. Pero al mismo tiempo intentó unificar la oposición contra el primer gobierno que en muchos años adoptó una política favorable a esos sectores, y lo acusó de crispado y confrontativo porque para hacerlo debió lidiar con aquellos poderosos fustigados en el discurso.

Ahora podrá hacerlo en otra escala, lo cual no quiere decir que se olvide de la Argentina. Si Pacelli recibió el financiamiento de la Inteligencia estadounidense para apuntalar a la democracia cristiana e impedir la victoria comunista en las primeras elecciones de la posguerra y si Wojtyla fue el ariete que abrió el primer hueco en el muro europeo, el papa argentino podrá cumplir el mismo rol en escala latinoamericana. Su pasada militancia en Guardia de Hierro, el discurso populista que no ha olvidado, y con el que podría incluso adoptar causas históricas como la de las Malvinas, lo habilitan para disputar la orientación de ese proceso, para apostrofar a los explotadores y predicar mansedumbre a los explotados.

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Conoce como pocos los resortes del poder
Jorge Mario Bergoglio es un hombre eminentemente político. Es el mejor cuadro político que tuvo la Iglesia Argentina en los últimos 30 años. Sigiloso como buen jesuita, conoce los resortes del poder como pocos.

Es un hombre conservador en materia doctrinaria pero con una gran preocupación social, heredada de viejas convicciones de su juventud. Sin embargo, nunca fue, ni siquiera, la derecha del Episcopado argentino. Siempre tuvo del otro lado a la derecha más dura: el sector encabezado por Héctor Aguer y, por ejemplo, Esteban Cacho Caselli, embajador menemista ante la Santa Sede y con fuertes contactos en la línea ultaconservadora del otrora poderoso secretario de Estado de Juan Pablo II, Angelo Sodano, y que apostaba por el cardenal milanés Angelo Scola. Ni siquiera es el más ortodoxo de los posibles latinoamericanos: está menos a la derecha que el brasileño Odilo Scherer o que Oscar Rodríguez Madariaga, por ejemplo.
Aquellos que consideran a Bergoglio un hombre de la ultraderecha no entienden absolutamente nada de la política eclesiástica argentina ni Vaticana. Incluso aquellos que lo analicen desde el laicismo progresista anticlerical más profundo
. Aquellos que creen que –como es mi sospecha– que el Vaticano va a apuntar sus cañones contra los gobiernos "populistas" de la región, como lo hizo Juan Pablo II con el comunismo que gobernaba su Polonia natal, deberían saber que los otros cardenales latinoamericanos se posicionaban a la derecha de Bergoglio.
Sin embargo, el Vaticano tiene problemas más urgentes que los gobiernos populares. A saber: el escándalo sexual de los sacerdotes pederastas, la falta de vocaciones en Occidente, la corrupción del Banco Ambrosiano, la abulia de los sacerdotes, el rol de la mujer, la complicidad de los obispos con el poder económico en todos los países, la crisis económica europea, las necesidades de reforma que provienen de África y América Latina, la competencia con el protestantismo anglosajón, con las telesectas. En fin, la Iglesia Católica tiene que comenzar un nuevo diálogo con la modernidad, con el siglo XXI, y no simplemente modernizarse comunicacionalmente como lo hace el Opus Dei.
Su origen político se encuentra en la organización peronista Guardia de Hierro en los años sesenta y setenta, fue general de los Jesuitas en los setenta y estuvo a cargo de la Universidad del Salvador en plena dictadura militar. Es en esos años donde se escriben las páginas más negras de su vida. Muchos aseguran que se dedicó a diseñar listas negras de jesuitas cercanos al tercermundismo e incluso estuvo involucrado en los secuestros de los sacerdotes de su orden Orlando Yorio y Francisco Jalics. Otros, en cambio, aseguran que fue el mismo Bergoglio el que negoció con Emilio Massera la libertad de los dos sacerdotes a cambio de beneficios en la USAL para la Armada. Hay versiones encontradas y es posible que la verdad esté en el medio de ambas. Más allá de ello, no hay dudas de que Bergoglio formó parte del staff de sacerdotes que aportó en mayor o menor medida su complicidad a la dictadura militar.
Creer que el Papa elegido iba a ser la encarnación de Camilo Torres o Carlos Mugica es de una inocencia infantil. Estamos hablando de poder, de mucho poder. Político, económico, financiero y cultural. Ojalá que sus ojos se depositen en Latinoamérica para acompañar los procesos populares de distribución de la riqueza y no lo contrario. En ese sentido, Bergoglio es la menos mala de las opciones que había entre los cardenales del cónclave. No es poca cosa. Y se sabe, Dios está en los detalles.

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Para finalizar, un toque musical al tema, y otro cómico con un video notablemente anticipatorio (que no hizo Carrió):



Bersuit - La Argentinidad al Palo




Un Papa americano.



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