Este 30 de octubre, contrariamente a lo anunciado, no se cumplen 30 años de democracia ni se trata del triunfo final de la Ley de Medios Audiovisuales.
No se cumplen 30 años de democracia porque en aquel 30 de octubre de 1983 todavía vivíamos bajo la última dictadura. Hoy sí se cumplen 30 años del ejercicio del derecho soberano del voto, lo que no es lo mismo. Muchas veces a lo largo de nuestra historia, el pueblo pudo ejercer el derecho del voto pero, debido a los artilugios de la proscripción de partidos o candidatos o la simple anulación de los comicios, ese derecho popular fue burlado o anulado. Ese peligro sólo fue sorteado a partir del 10 de diciembre de ese año cuando se efectivizó la voluntad popular con la asunción plena del primer gobierno democrático.
Y no se trata del triunfo final de la vigencia plena de la Ley de Medios porque, como ya anunció el poderoso Grupo Clarín (y sus aliados políticos), es de esperar un fárrago de recursos judiciales aquí como presentaciones testimoniales seudojudiciales en el mundo.
Para comprender cabalmente esta batalla política-judicial entre el Estado y el Grupo Clarín alrededor de la aplicación plena de la Ley de Medios hay que entender, como decíamos aquí mismo en La Ley de Medios y la diferencia entre el fútbol y el ajedrez que "los protagonistas no son (no deberían ser considerados) de igual entidad o calidad, ya que uno no es el gobierno sino el Estado argentino (poderes ejecutivo y legislativo, y tangencialmente el Judicial), quien intenta implementar una ley y el otro es una empresa privada (el Grupo Clarín S.A.), que se opone a ser alcanzada por la misma".
Además, este humilde servidor público no duda en afirmar, en plena euforia por la auspiciosa declaración de constitucionalidad de la Ley de Medios Audiovisuales, que no debemos equivocarnos y observar "esta disputa como si se tratase de un partido de fútbol, utilizando la lógica futbolística cuando, por haberse convertido desde el comienzo en una disputa circunscripta al campo político-judicial, la mejor manera de hacerlo es utilizando la lógica del ajedrez.
Así es, en el ámbito de la política -y en mayor medida cuando los tiempos son prolongados- las disputas se dirimen en un imaginario tablero de ajedrez (donde las estrategias son más complejas, más variadas y no se perciben fácilmente porque residen sólo en la mente de los jugadores) más que en una cancha de fútbol (donde las estrategias son más evidentes, no son demasiadas y están generalmente a la vista de los espectadores a poco de comenzar el partido).
Entre ambos juegos existen, además, un par de diferencias fundamentales: el partido de fútbol tiene una duración determinada y el resultado se va intuyendo de acuerdo a los goles convertidos, mientras que la partida de ajedrez no tiene una duraciòn estipulada, depende de un estratégico Jaque Mate, de un reflexionado abandono o de un acordado empate (Tablas), es decir un final negociado.
La otra diferencia radica en que en el fútbol se enfrentan once jugadores de cada lado y el resultado final depende de la habilidad y estado físico de los jugadores, más las circunstancias fortuitas del mismo juego. Es decir que el poder de fuego de ambos equipos puede ser igual o no, pero la gran cantidad de factores ajenos a los mismos puede llegar a igualar las posibilidades de triunfo de ambos. En cambio, en el ajedrez la suerte de la partida depende de la habilidad, temperamento e ingenio de los jugadores, ya que cada pieza del juego (trebejo) tiene la misma función para ambos ajedrecistas. Es decir que el poder de fuego y las reglas son iguales para ambos, el tema es cómo los utiliza cada uno de ellos a lo largo de la partida.
Por eso, la mejor manera de observar la disputa entre el Estado argentino y el Grupo Clarín es apelando a la lógica ajedrecística. Así cada movimiento, cada estrategia o estratagema políticas en el tablero político-judicial será mejor percibido y sus implicancias mejor sopesadas en el contexto de la larga partida que se está llevando a cabo en la sociedad, ya sea en los estrados judiciales o en los medios de difusión, en el Congreso o en las calles. Es así que uno podría preguntarse por la eficacia de cada una de las jugadas o maniobras de los ajedrecistas, sopesarla en el contexto del “juego” y analizarla dentro de la secreta estrategia de cada participante, la cual cada uno de nosotros puede sólo intuir o tratar de adivinar".
Para finalizar, reproducimos en Basurero Nacional parte de aquella nota del año pasado, pero que tiene vigencia todavía, la que sirve como no como advertencia sino como toque de atención ante cualquer desborde de entusiasmo u optimismo ciego ante esta excelente noticia que nos ha dado la Corte Suprema de Justicia lo que representa una acertada jugada del Estado en esta partida de ajedrez, un "Dama por Dama" y un contundente jaque al Grupo Clarín, aunque la partida aún no terminó. Algo que puede asemejarse a lo ocurrido aquel 30 de octubre de 1983 con el ejercicio del voto popular luego de la última dictadura:
"Pero, frente al panorama actual, descripto aquí, donde pocos dudan de que el resultado jurídico final sea que el Grupo Clarín va a tener que adecuarse a la Ley de Medios, cabe entonces preguntarnos ¿por qué el Grupo Clarín necesita tiempo? Este humilde desconfiado crónico en esta materia, visto y considerando la historia del Grupo y su interacción con la historia política nacional, sugiere esta hipótesis:
A partir de la sanción de la Ley de Medios (que el Grupo no creyó posible a partir de sus presiones políticas, como puede verse aquí) Clarín eligió la estrategia de prolongar sine die los plazos de implementación de la misma, apelando a sus influencias políticas en los legisladores (a sus piezas propias del tablero poítico) de la oposición y los vericuetos judiciales. Después apeló a mover sus piezas judiciales para aletargar los plazos para su adecuación a la Ley, con el propósito de suspenderla hasta que el kirchnerismo sea derrotado en las elecciones de 2011, cosa a la que apostó desde el princípio alentado por el supuesto éxito de sus estratagemas políticas que todos conocemos. Y luego de la “sorpresa electoral” de octubre y el trágico 54% (para Clarín) de Cristina Fernández, que constituyó un verdadero “Jaque” en este tablero político, sólo le quedó la táctica de aletargar todo lo posible los tiempos procesales mediante medidas procesales de jueces afectos o “independientes”, y la previsible catarata de impedimentos administrativos o procesales que se intuyen en el futuro inmediato en esta partida; siempre con el horizonte esperanzador para el Grupo (aunque lejano) de la derrota definitiva del kirchnerismo de 2015, lo que cambiaría el jugador en el lado del tablero correspondiente al Estado.
Ése es el horizonte más cercano al que apunta el Grupo y sus aliados circunstanciales, salvo que haya un plan alternativo más inmediato que cuente con la alternativa de una claudicación o una salida prematura del gobierno de la presidenta… Cosa nada descabellada en Argentina, ¿no? Porque la historia del Grupo muestra que los gobiernos pasan pero Clarín queda…
Es por eso que quizás el horizonte más temido para el Grupo Clarín sea que la implementación de la ley disponga que se recurra a la reciente propuesta del socio minoritario del Grupo en Cablevisión, y la desinversión más importante que deba hacer Clarín sea vender a un precio justo sus acciones en la empresa de cable y “tenga que quedarse” con Canal 13, Radio Mitre y el canal TN (además del diario mismo, más todos los diarios provinciales que posee) que tantos periodistas y publicidades del Grupo no se cansan de alardear que iban a “desaparecer”…
Es por eso que esta partida de ajedrez político que presenciamos entre el Estado (que nos representa a todos) y el Grupo Clarín (que representa a sus accionistas) es un ejemplo de disputa de poder entre los poderes políticos institucionales (Ejecutivo y Legislativo) y el poder corporativo mediático, algo que no se ajusta al juego esperable, deseable en una sociedad democrática. La polìtica no es un juego ni un deporte, sino la manera por la cual el pueblo gobierna a través de sus representantes. Sin embargo, desde el regreso de la democracia en 1983 (para no remontarnos más en nuestra historia) éste es el tipo de partidas que venimos presenciando y donde, por lo general, el Estado es quien sufre el Jaque Mate o ve que su Rey abandona el juego… Quizás sea hora de que, además de que la partida actual finalice con un triunfo del Estado, este hecho derive en que tales disputas de poder (Estado vs corporaciones) no sean posibles nunca más.
Pero vale aclarar también que, más allá del fútbol y el ajedrez, ese horizonte democrático comienza cuando la sociedad misma deja de considerar este tipo de partidas como algo natural. Es decir, algo corriente, cotidiano en el calendario del torneo anual del ajedrez político nacional".
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