17 de octubre de 2013

Virus mediáticos vs salud presidencial: "Ojalá que se cure... pero no mucho".

Los límites para la operación política en contra del gobierno nacional realmente no existen. Esto quedó bien claro con las coberturas de los principales medios hegemónicos y sus periodistas más destacados sobre lo sucedido con la salud de la presidenta.
En una nota anterior (Operación quirúrgica vs operación mediática) comparàbamos aquí mismo las diferentes coberturas que realizaron los medios hegemónicos de las operaciones quirúrgicas a Carlos Menem y a Cristina Fernández. Profundicemos ahora la cobertura totalmente sesgada. y por momentos destituyente. que esos medios hicieron y seguirán haciendo en relación a la dolencia presidencial. Los torpedos mediáticos dirigidos hacia la salud política presidencial son muchos; pero vayamos por partes, repasemos en primer término qué se dijo en los diarios más "incisivos":


Repasemos primero fragmentos de los torpedos que se lanzaron contra el gobierno desde el Grupo Clarín:


Dijo Julio Blanck:

Un toque dramático al tiempo que vendrá.
El nuevo episodio preocupante con la salud de la Presidenta deja abiertas todas las preguntas. Y no ofrece, con certeza, ninguna respuesta.
¿Durante este mes Cristina deberá delegar el mando en el vicepresidente Amado Boudou, comprometido en la Justicia y con la peor imagen de un político en todo el país?
Si eso ocurre ¿cómo y con qué fuerzas volverá Cristina al ejercicio del mando?
¿Cuál será entonces la situación de su Gobierno y de la corriente política que ella lidera, después de la derrota electoral que se anuncia para dentro de tres semanas?
Son algunas de las muchas preguntas que a esta hora no tienen respuesta. O, al menos, una respuesta tranquilizadora.
Gobernadores, intendentes y dirigentes del oficialismo, que desesperan por preservar su futuro, esperan que la Presidenta haga algo de cosmética política después de la anunciada derrota en la elección del domingo 27.

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Horas en las que todo es precario y provisorio.
La enfermedad de Cristina acelera los tiempos de la política y de la economía. Instala hoy, bruscamente y sobre un nuevo eje, lo que podía vislumbrarse como una eventual incógnita a futuro.
Faltan menos de tres semanas para el domingo electoral. Más allá, era razonable pensar en un Gobierno que pierde una elección, una Presidenta sin la posibilidad de ser nuevamente reelecta y sin candidato propio a la sucesión; todo en un marco de dificultad creciente en la economía, que requiere correcciones antes de que la inercia por lo que no se hace pueda agravar el cuadro.
“Lo que se discute ahora es la economía, quién gobierna, cómo gobierna, qué decisiones toma y cómo las toma”, abundaba, sin tener respuesta a los interrogantes que él mismo planteaba.
Boudou es Presidente porque la Constitución todavía pesa más que las razones personales, por poderosas que fueran. Aunque lo hace desde el primer minuto bajo ese condicionamiento político. 
Así, esa disminución es ya el sello de su interinato. Y será un carga más pesada en tanto la provisoriedad de su mandato pueda estirarse.
¿Cuánto tiempo puede tolerar el núcleo del poder kirchnerista a Boudou sentado en el lugar de la Presidenta?
Ninguna respuesta excluye un escenario de crisis. Lo que diferencia una variante de otra es la hipotética intensidad de esa crisis.
Por cierto, el hematoma en el cráneo que le fue detectado el sábado, y por el que hoy será sometida a una “evacuación quirúrgica”, no sería el principal problema de salud que afronta la Presidenta.
Los médicos que la atienden, según señalaron fuentes profesionales y también especialistas que tomaron conocimiento en el tema, coincidirían en que es de más cuidado su afección cardiovascular, la “arritmia” que consignó el comunicado oficial del sábado en la Casa Rosada.
Otro aspecto que también preocupa es algo siempre muy presente en Cristina: la cuestión emocional.

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Dijo Ricardo Kirschbaum:

Boudou y un gobierno estupefacto.
Cuando Chacho Alvarez renunció como vicepresidente de la Nación en repudio de lo que él consideró un acto de corrupción del Gobierno que él integraba para aprobar una ley, la reacción del elenco de Fernando de la Rúa fue “mostrar gestión” y “hacer política”. Distintos voceros de entonces se sucedieron ante micrófonos y en algunos programas para tratar de demostrar que el Gobierno todavía tenía pulso y negar el innegable y contundente impacto que tuvo esa solitaria renuncia sobre el andamiaje político de la Alianza.
Poco tiempo después, la “muestra de gestión” se extinguió porque era difícil exhibir lo que no había. La estela de la causa por la que Alvarez dimitió todavía está entre nosotros.
La situación actual no tiene parangón con aquella que ocurrió hace 13 años. Sin embargo, hay una orden similar que busca mostrar que el Gobierno ni está en emergencia ni quedó paralizado por el hematoma subdural de Cristina. También ahora salen a “mostrar gestión” y todos se mueven frenéticamente, en una hiperactividad que deja sospechas sobre la inacción anterior.
Pero Boudou es el vicepresidente elegido junto a Cristina (ella fue su única electora). La Constitución establece en su artículo 88 que en caso de enfermedad del Presidente, el Vice debe asumir.
Nada para objetar institucionalmente.
Sin embargo,
el kirchnerismo se dio cuenta de que Boudou, ahora, necesita ser arropado. Volvieron entonces los elogios a un personaje que estaba al margen, como abandonado a su suerte.
No importa si Boudou está enchastrado en la investigación judicial. Lo que pesa es que está al frente de un gobierno estupefacto por la patología que afectó a Cristina.

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Otro capítulo dramático con la sucesión como telón de fondo.
La repentina internación de la Presidenta, los pormenores de su enfermedad y los detalles de su recuperación, vuelven a recordarnos que la política argentina es esencialmente dramática. Nos enfrenta, otra vez, con opciones cruciales que, con toda la historia a cuestas, despliega un abanico de especulaciones tropicales, suspicacias y aprovechamientos. La concentración del poder y la subestimación de las instituciones, aun cuando formalmente se cumplan sus prescripciones, acrecienta esa sensación de equilibrio en una cuerda floja.
Lo ocurrido esta semana con Amado Boudou, a cargo de la Presidencia pero sin poder para nada, es ilustrativo sobre la manera en que puede procesar Cristina y su guardia imperial la obligada sucesión.

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Boudou anda como bola sin manija.
El vicepresidente está a cargo del Poder Ejecutivo, como se sabe, pero no está claro qué atribuciones tiene.
Las espadas más fieles salieron a defenderlo con argumentos tales como el 54% de los votos en las presidenciales de 2011 y otros vinculados con la inevitabilidad constitucional de ser el reemplazante de Cristina. Entonces Boudou se entusiasmó tanto que se pasó de la raya de lo tolerable para el escaso umbral del cristinismo.
Sin embargo, fuentes de absoluta idoneidad revelaron que Cristina está siendo estudiada también por un bloqueo completo de rama izquierda, un problema de conducción eléctrica en su corazón, algo que, bien tratado, no afectaría la normalidad de su vida.

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Dijo Ricardo Roa:

Cara y ceca de dos funcionarios K.Boudou vive en Puerto Madero, le gustan las motos y la farándula y está acusado de corrupto.
Y lleva años pagado por el Estado para una tarea para lo que no es competente. Muchos dirían que es una buena síntesis de funcionario K.
En su lugar cualquiera no entendería por qué lo discriminan. Pero se trata de Boudou. Sólo ha recibido apoyos notoriamente insinceros. Busca sobrevivir como puede a una crueldad que habla peor del kirchnerismo que de él mismo.

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Y ahora, repasemos los retazos de los torpedos lanzados desde su socio en Papel Prensa, el diario La Nación:


Dijo Carlos Pagni:

Se acelera la dinámica del reemplazo.
Mientras tanto, su retirada temporal ejerce una influencia poderosa sobre dimensiones intangibles de la política. Esa ausencia se ha constituido en una reducción a escala oblicua, paródica, del principal vector que rige la vida pública: el trámite sucesorio abierto por el ocaso electoral del kirchnerismo.
Los médicos oficiales no aclararon a qué se debió el traumatismo que le provocó el hematoma. Tampoco se conocen las razones de las arritmias que la llevaron hasta la Fundación Favaloro. Muchos profesionales se preguntan si no tendrán que ver con el tratamiento hormonal que sigue desde que le extirparon la tiroides. También especulan con que su pérdida de peso se relacione con ese tratamiento.
Obligado a transferir la titularidad del Poder Ejecutivo al vicepresidente, el kirchnerismo se sumergió en un estado de consternación digno de una comedia.
Con la acefalía reaparecieron las proverbiales dificultades de los Kirchner para ceder poder a alguien ajeno al grupo familiar. Sea un íntimo, como Zannini, o un obsecuente, como Boudou. Nada que sorprenda: en el extremo de la endogamia, la señora de Kirchner se hizo entregar el bastón presidencial por su hija. Estas propensiones adquieren un nuevo significado a contraluz de la transferencia forzosa del año 2015.
Massa se presenta como una alternativa. Explícita para 2015, subliminal para estos días. El domingo decidió mostrar un equipo económico.
Massa puede ser más agresivo que Scioli frente a las deficiencias del Gobierno. La exhibición de sus técnicos no es sólo una respuesta al desasosiego que puede producir la ausencia de la Presidenta. Pretende ser un catalizador de la batalla que se libra en el seno del poder por la responsabilidad de la política económica.

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La salud presidencial está rodeada de gran ocultamiento. Anteanoche los médicos de Olivos informaron que la señora de Kirchner tiene un hematoma en el cráneo, derivado de un traumatismo ocurrido casi dos meses antes, sobre el que ellos no habían informado nada.
De modo que la novedad no fue una: fueron dos.
Algunos especialistas comentan que, después del percance del Instituto Leloir, a Cristina Kirchner se le realizaron estudios a través de los cuales se habría detectado una afección leve en el lóbulo frontal, conocida como síndrome de Moria, cuya principal manifestación es la desinhibición.
Con independencia de esta versión, hay un interrogante más elemental que carece de respuesta: ¿por qué la Presidenta sufre esas caídas? ¿Cómo se vincula el hematoma que le descubrieron con el malestar circulatorio que la llevó hasta la Fundación Favaloro?
La salud de los gobernantes siempre inspira hipótesis conspirativas. Ocultar la fragilidad del que manda es una forma de conservar el poder. Pero en el caso de la señora de Kirchner las suspicacias se alimentan en circunstancias objetivas. Por ejemplo: el sábado el Gobierno volvió a impedir que se encargaran de informar los facultativos que la atendieron; la opinión pública conoce la situación clínica de la jefa del Estado a través de partes suscriptos por los mismos médicos que escondieron contratiempos anteriores.
Las interpretaciones sobre las perspectivas terapéuticas de la Presidenta fluctuaban anoche entre dos extremos. Los funcionarios, y también varios especialistas, le quitaban al caso todo dramatismo. Por eso llamó la atención que una versión indicara que se estaba analizando un eventual consulta con un centro médico de Houston. Estos antecedentes siembran dudas sobre lo que los funcionarios comunican. Hay una razón para despejar la incertidumbre: Cristina Kirchner está en manos de un profesional reconocido, Facundo Manes, que, además, tiene poco que ver con su Gobierno.
A la incógnita médica hay que agregar, desde anteanoche, otra de carácter administrativo. ¿Qué consecuencias tiene la licencia de quien concentra en sus manos todas las decisiones del Gobierno?
La Presidenta ingresa en el reposo dejando del otro lado de la puerta a un gabinete viciado por la indisciplina. Las zancadillas judiciales de un funcionario contra otro están a la orden del día. A Dios, a ella, ¿a quién más tienen "miedito" los ministros? ¿Boudou está en condiciones de poner orden?
La Presidenta no entra, sino que sale de escena. Su lugar es ocupado por Boudou, una de las figuras más desprestigiadas de su elenco. El Gobierno, que en 2010 revertía una declinación, ahora protagoniza una derrota en cámara lenta.
El infortunio de la Presidenta es recurrente. Pero el cambio de contexto le plantea un nuevo reto: deberá conseguir que su retiro no sea visto como una metáfora de su declive. Que los achaques de su cuerpo no se interpreten como el agotamiento de su política. Porque, como se sabe, la gente tiende a ver señales aun donde no las hay.

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Dijo Luis Majul

¿Quién gobernará el país los próximos días?
Nadie sabe quién manejará los hilos ahora. ¿Cristina Fernández, en reposo y a control remoto? ¿El "piantavotos" de Amado Boudou, como sostiene la Constitución, o Carlos Zannini, el comandante de la Argentina en las sombras?
Ahora que la Presidenta está fuera de peligro y en franca recuperación, no hay motivos para hacer el análisis correspondiente para saber cómo impactará su convalecencia.

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Dijo Joaquín Morales Solá:

Un gobierno con dos presidentes interinos.
Cristina Kirchner fue edificando un gabinete que depende exclusivamente de ella. Es ella o la parálisis. Todo el sistema del poder gira alrededor de la Presidenta. Esa manera de gobernar la colocó en una centralidad política con pocos antecedentes en la historia.
La exitosa operación quirúrgica de ayer pronostica que Cristina volverá a la normalidad. Pero no habrá una normalidad rápida.
La normalidad es el escenario más probable para el futuro de ella.
Pero, ¿qué es la normalidad para ella? En ese punto es cuando parece producirse una disidencia implícita entre el criterio habitual de la Presidenta y la opinión de los médicos. Éstos sostienen que durante dos o tres meses ella deberá hacer una vida mucho más serena que la que está acostumbrada a llevar. Podrá trabajar después de aquel plazo, pero no debería volver inmediatamente al trabajo de 18 horas por día.
Es razonable que la Presidenta se pregunte cómo hará para trabajar menos horas con ministros que sólo esperan que ella les diga qué harán. ¿Podría imaginarse, acaso, una situación en la que Héctor Timerman resolviera uno solo de los muchos conflictos internacionales que tiene la Argentina? ¿Está el jefe de Gabinete, Abal Medina, en condiciones de dar instrucciones a los ministros sin el aval previo de la Presidenta? ¿Podría Hernán Lorenzino disponer qué medidas tomarán Axel Kicillof o Guillermo Moreno? El viejo método se le ha vuelto en contra: todos esos funcionarios son inservibles si no está ella. El funcionamiento del sistema necesita de una presidenta concentrada en la administración todas las horas en las que está despierta. Y también cuando duerme.
A pesar de que hace poco, en uno sus recientes reportajes electorales, dijo que no confiaba en nadie más que en sus hijos, es posible deducir que Carlos Zannini es el único funcionario que cumpliría con los requisitos mínimos. Pruebas al canto: en este momento hay dos presidentes: uno formalmente interino, Amado Boudou, y otro de hecho, Zannini. El conflicto sucede cuando se advierte que la única persona con poder real en el Gobierno es un funcionario que nunca fue elegido para nada.

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Ahora repasemos lo que se dijo en los medios masivos, radio y televisión:





LA SALUD DE CRISTINA - PARTE 1 - 07-10-13






LA SALUD DE CRISTINA - PARTE 2 - 07-10-13







Como hemos visto, los medios hegemónicos pueden aceptar que la salud de Cristina Fernández mejore, incluso bastante, pero lo que evidentemente no toleran es que mantenga su salud política durante los próximos dos años (y menos aún después de 2015) y por eso hicieron, hacen y harán todo lo posible para torpedearla día a día. 




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