14 de noviembre de 2011

Mezcladito al paso: ¿Submarino nuclear argentino? + EEUU vigila las redes sociales + ¿Por qué gana Cristina Fernández y pierde Barack Obama?

Basurero Nacional ofrece aquí un "mezcladito" de noticias recicladas, generalmente ignoradas por los medios hegemónicos, a modo de aperitivo para analizar y poner a prueba lo que muchos "expertos", algunos aventurados y demasiados vivos suelen afirmar como verdad revelada para fijarlo en nuestro "sentido común". En fin, para utilizar esa saludable costumbre "basurera" de dudar...
(Mezcladito: preparado elaborado a partir de la mezcla del sobrante de bebidas alcohólicas, en botellas y vasos, consumidas durante un baile o show popular y puesto a la venta a valores muy accesibles.)
Vayamos al Mezcladito Basurero de hoy:


Submarino nuclear argentino: ¿sueño o realidad?
Con la adaptación de un reactor nuclear construido en nuestro país, todo hace suponer que el submarino ARA Santa Fe sería el primero en contar con esa tecnología en el país y transformarse en uno de los pioneros en Sudamérica. Detalles y características de su construcción y la llegada del propulsor enriquecido a uranio que permitirá mayores y mejores prestaciones con tecnología de avanzada.

Aquel 4 de junio de 2010 los periodistas reunidos en el Edificio Libertad por las autoridades del Ministerio de Defensa para festejar su día, escucharon de labios de la entonces titular de la cartera, doctora Nilda Garré, una revelación sin precedentes. Luego de los plácemes del caso, anunció un plan para incorporar sistemas de propulsión alimentados por energía atómica para navíos de la Armada.

Una vez disipada la sorpresa, los hombres de prensa echaron mano de sus contactos en la Fuerza para obtener más precisiones. Así, surgió la posibilidad de que un submarino fuese el receptor de esa tecnología. Todas las miradas apuntaron sin lugar a dudas, al Complejo Naval Industrial Argentino (CINAR).

Su historia es de larga data. El 70% de su construcción había sido interrumpido en 1994 (incluso fueron comprados hasta sus motores convencionales), junto con la del ARA Santiago del Estero S-44, armado en un 30%. Daba pena verlo desde la avenida España, en la Costanera Sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En un costado del astillero (ex Domecq García), la estructura del navío de color rojizo sucumbía lentamente a las inclemencias del tiempo, abandonado a su suerte. Hoy, con 2300 toneladas de desplazamiento, 68,60 metros de largo y 8 de diámetro y por la solidez de sus mamparos, su destino apuntaría a cosas realmente mayores.

En síntesis, ese submarino de la clase TR-1700 sería el indicado para “competir” con un similar proyecto brasileño que se anuncia será botado en 2015, en la línea de garantizar un poder disuasivo acorde con las necesidades que impone la preservación de las riquezas naturales del espacio marítimo de ambos países. En ese sentido, en 2008, el presidente Luiz Inácio da Silva, Lula, solicitó la colaboración del INVAP para la puesta a punto del reactor que propulsaría al navío del Brasil. En un principio, el gobierno argentino reaccionó positivamente para permitir el acceso a dicha información, pero según fuentes confiables, “ese entusiasmo se enfrió rápidamente al percibirse que implicaría entregar la experiencia y tecnología obtenidas a lo largo de años de trabajo e inversión”.

Por eso, hoy los brasileños lo construyen con asistencia de ingeniería de Francia. También, descartaron que el proyecto representase un relanzamiento de la competencia militar e industrial binacional. Solo basta con comparar sus respectivos presupuestos militares.
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El gobierno de EE.UU. junta data de las redes sociales y la almacena en una base de datos.
Nuevos medios para vigilar a América latina
El nuevo proyecto de supercomputadoras está a cargo de un organismo poco conocido, Intelligence Advanced Research Projects Activity (Iarpa), que funciona bajo la orientación del director de Inteligencia Nacional de los EE.UU.

El gobierno de los Estados Unidos, con el apoyo técnico de algunas universidades estadounidenses, quiere utilizar información “pública” que los usuarios colocan en Facebook, Twitter, páginas de web, webcams, blogs y otros medios sociales para acumular una enorme base de datos con el propósito de predecir tanto las crisis políticas, es decir, revoluciones, inestabilidad o estallidos sociales, como crisis económicas. Al igual que el Proyecto Camelot de los años ’60, este proyecto de vigilancia y espionaje estará dirigido a América latina.

En 1964, la Oficina de Investigación y Desarrollo del ejército de los Estados Unidos patrocinó el Proyecto Camelot, que fue un esfuerzo de recopilación de información en el contexto de la estrategia de contrainsurgencia. Camelot fue concebido, originalmente, para tener una vasta cobertura, abarcando países en todo el mundo en desarrollo. Sin embargo, el proyecto se implementó solamente en Chile y no por mucho tiempo.

No es la primera vez que en época reciente el gobierno de los EE.UU. ha acumulado grandes cantidades de datos en proyectos de data mining (extracción masiva de datos). Durante la administración de George Bush, la National Security Agency empezó la extracción de datos de millones de ciudadanos de los Estados Unidos –de llamadas telefónicas, correos electrónicos, fax y otras fuentes– en un programa secreto sin autorización judicial, supuestamente para descubrir y vigilar a potenciales integrantes de redes terroristas.

Este tipo de proyecto tiene implicancias sumamente preocupantes para los ciudadanos, tanto de América latina como de los Estados Unidos y cualquier otro país. Es el punto de partida para una vigilancia masiva a toda la población, a través de su vida personal y social, violando su libertad personal y sus derechos. La idea de que organizaciones de inteligencia y militares estén vigilando y realizando seguimientos de los ciudadanos –todos bajo sospecha– para predecir actos de violencia en el futuro es autoritario y orwelliano, y evoca la doctrina de seguridad nacional.
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¿Por qué gana la Presidenta Fernández y pierde Obama?
El 23 de octubre de este año, la Presidenta Cristina Fernández ganó la reelección con un 54% de los votos, 37 puntos más que el segundo. La coalición de la Presidenta también barrió con los escaños al Congreso, Senado y a las gobernaciones provinciales al igual que a 135 de los 136 concejos municipales del Gran Buenos Aires. En agudo contraste con el Presidente Obama, que según los últimos sondeos está por detrás de los candidatos presidenciales republicanos, y es probable que pierda el control del Congreso y del Senado en la próxima elección de 2012. ¿Cuáles son los factores para esta diferencia monumental de percepción de los votantes sobre dos presidentes en el cargo? Es fundamental hacer un análisis histórico comparativo de las políticas socio-económica y exterior al igual que de las respuestas a la profunda crisis económica de los respectivos gobiernos para poder explicar los resultados divergentes.

Entre 1998-2002, Argentina vivió la peor crisis socio-económica de su historia. La economía se fue a pique de una recesión a una depresión económica a escala total, culminando con un crecimiento negativo de doble dígitos en 2001-2002. La tasa de desempleo llegó al 25%, y en algunos barrios de clase trabajadora por encima del 50%. Decenas de miles de profesionales de clase media empobrecidos se alineaban para recibir pan y sopa a sólo unas pocas cuadras de la Casa Rosada. Cientos de miles de trabajadores sin empleo, los "piqueteros", bloqueaban las principales rutas y algunos interceptaban los trenes de transporte de ganado y cereales de exportación. Los bancos cerraron quedándose con los ahorros de millones de personas. Millones de manifestantes de clase media organizaron concejos barriales radicales y se conectaron con las asambleas barriales de los desempleados. El país estaba enormemente endeudado, la gente profundamente empobrecida.

La consigna más popular de los multitudinarios movimientos que ocupaban los distritos financieros, fábricas, edificios públicos y las calles era "Que se vayan todos". Se rechazó rotundamente a toda la clase política, los partidos y líderes, el Congreso y los presidentes.

Bush (en los últimos años) y Obama gobernaron durante la peor crisis socio-económica desde la Gran Depresión de los treinta. El desempleo y el subempleo casi alcanzaron un tercio de la fuerza laborable en 2009. Millones de casas hipotecadas fueron tomadas por los bancos. Se multiplicaron las declaraciones de bancarrota y los bancos estaban al borde del colapso. Las tasas negativas de crecimiento y una caída marcada del salario incrementaron la pobreza y multiplicaron la cantidad de personas que necesitaban ayuda alimenticia. A diferencia de Argentina, los ciudadanos canalizaron su descontento en las urnas. Atraídos por la retórica demagógica de "cambio" de Obama depositaron sus esperanzas en el nuevo presidente. Los demócratas ganaron la presidencia y obtuvieron una mayoría en el Congreso y en Senado. La primera prioridad de Obama y el Congreso fue volcar billones de dólares en el salvataje de los bancos, incluso cuando el desempleo se acentuaba y continuaba la recesión. La segunda prioridad fue la de profundizar y expandir las guerras imperialistas de ultramar.

Kirchner/Fernández ganaron tres elecciones presidenciales, cada una con un margen mayor que la anterior. Obama podría ser presidente por un solo término, incluso con la campaña de mil millones de dólares financiada por Wall Street, el complejo industrial-militar y la configuración de poder pro-Israel.

La oposición popular a Obama, especialmente el "Movimiento de Ocupación de Wall Street" tiene un largo camino por delante para llegar a emular el éxito de los movimientos argentinos que derrocaron presidentes, bloquearon autopistas paralizando la producción y circulación, e impusieron una agenda social cuyas prioridades eran la producción por encima de las finanzas, el gasto social por encima del gasto militar. El "Movimiento de Ocupación de Wall Street" ha dado el primer paso hacia la movilización de millones de participantes activos necesarios para crear un músculo social similar al que trasformó Argentina; que pasó de ser un estado cliente de EE.UU. a ser un estado social, dinámico e independiente.
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